Desde hace
muchos años, por esta fecha, dedico unos entrañables momentos a felicitar a uno
de los políticos que admiro y que llevo, como él dice, en el corazón.
En estos días
tormentosos, climatológicamente hablando y en casi todos los aspectos de la
vida, me enorgullezco de formar parte de una de las familias políticas más
puras y gratificantes que he conocido. Hablo de la militancia del Partido del
Progreso de Guinea Ecuatorial y de su fundador, Severo Moto.
Con Moto he
pasado muchas y agradables veladas donde hemos derrochado imaginación sobre el
futuro de su pequeño y precioso país tropical.
Me agrada
compartir momentos con inquebrantables amantes de la libertad y el desarrollo humano.
Creo que fue el escritor luso, José Saramago, el que dijo aquello de que la
guerra estaba perdida pero que teníamos la posibilidad de ir ganando batallas.
No cabe duda de que no somos inmortales, pero eso no nos exime de vivir con
plenitud, respeto y hasta felicidad hasta el momento que hayamos de partir hacía
Dios sabe dónde.
Hace unos
meses leí con cierto desasosiego que Severo había dado, como él dice, un paso
al lado y se ponía a disposición del nuevo presidente interino, el infatigable
Armengol Engonga. Como todo, pensé, con el paso de los años has de pensar que
un día tendrás que partir, te jubilarás en tu trabajo o tendrás que dejar la
dirección de tu negocio, por pequeño que sea, a otros si no quieres cerrar o
hundir la empresa.
Moto siempre
ha sido consciente que algún día tendría que ser. Le hubiera gustado, como nos
dijo en una comida, presentar su decisión en un gran congreso nacional en
Guinea Ecuatorial, pero todavía se encuentra en la puerta el “cancerbero” que,
según la mitología griega es el puto perro de Hades, un monstruo de tres
cabezas, con una serpiente en lugar de cola y que no permite que nadie ose
entrar en lo que considera sus dominios. Severo lo ha intentado todo, se ha
dejado la vida, literalmente, en el intento. Hay quien pensará que ha fracasado
o que se quedó fuera de juego y nada más lejos de la verdad.
Entre los
troncos del bosque que abrazaban a su madre cuando lo alumbró a este mundo hace
ya unos cuantos años, tal día como hoy, un árbol mítico en la cultura africana
le transfirió su fuerza y protección. Fruto de ese halo mágico ha podido
sobrevivir a los acontecimientos tremendos que ha enfrentado con la cabeza alta.
Mientras
otros pasaran a la historia de Guinea como sátrapas, ladrones, estafadores,
torturadores, criminales, asesinos e incompetentes absolutos Severo Moto puede
mostrar una hoja de servicios a su pueblo como ninguno, un amor por su pueblo
incontestable y lo que es más importante, el legado de una sólida organización
política, posiblemente la mejor de toda la disidencia al tirano.
Me honra su
amistad, su visión de dirigente fundador, su generosidad y su abnegado espíritu
de sacrificio que algún día tendremos que homenajear como es debido y se merece.
Hoy, humildemente, como a él le gustan estas cosas, le deseo un feliz
cumpleaños, le doy las gracias por el apoyo que brinda a sus compañeros para
que lleven el partido a Guinea Ecuatorial y por haber hecho posible que los
guineanos cuenten con esta herramienta política que les permitirán salir del infierno
de la tiranía de Obiang.