Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial
El cierre de este 2024 nos encuentra, una vez más, lejos de nuestra tierra natal, pero con el corazón latiendo fuerte por Guinea Ecuatorial. Han sido doce meses marcados por la lucha incansable, la denuncia del atropello sistemático a nuestros derechos y la reafirmación de nuestro compromiso con un futuro libre y digno para nuestro pueblo.
En la actualidad, la sociedad guineana vive
atrapada entre dos sentimientos profundos: la indignación y la esperanza. La
indignación brota del corazón de un pueblo que ya no soporta más el yugo de una
dictadura inhumana y corrupta, encabezada por la familia Obiang. El despotismo
y la arrogancia de este régimen han dejado una huella profunda de sufrimiento,
miseria y desesperanza. Su comportamiento incívico y primitivo no sólo ha
saqueado las riquezas de nuestro país, sino que ha mancillado el alma de una nación
noble, afable y solidaria.
La Herencia de la Dictadura
Tras 45 años de desgobierno, Guinea Ecuatorial
sigue sin un proyecto de Estado ni una visión de futuro. Mientras nuestro
dictador intenta imponer un tríptico lingüístico con español, francés y
portugués, nuestra gente lucha por comunicarse en su lengua materna, el
español, que debería ser un puente hacia el desarrollo y no una barrera
impuesta por caprichos. Nuestros vecinos, con modelos más coherentes, avanzan
mientras nosotros seguimos atrapados en un caos político y cultural.
El mayor desastre, sin embargo, radica en la
economía. A pesar de las enormes riquezas provenientes del petróleo, el gas, la
madera, la pesca y otros recursos, los beneficios han sido dilapidados por la
familia Obiang en lujos, inmuebles, coches y joyas en medio mundo. ¿Qué podría
haber sido de Guinea Ecuatorial si esos recursos se hubieran invertido en
hospitales, escuelas, carreteras, viviendas y agua potable? ¿Cuánto menos
habríamos sufrido si hubiéramos tenido la infraestructura necesaria para vivir
con dignidad?
Hoy, somos ricos en potencial, pero vivimos
como parias. Esta tragedia humanitaria tiene un único responsable: Teodoro
Obiang Nguema, su familia y su corte de acólitos parasitarios. Pero esta
indignación, aunque ardiente, no nos paraliza. Al contrario, nos impulsa.
La Esperanza de un Mañana Mejor
En el otro extremo de nuestras emociones está
la esperanza. Una esperanza firme, construida sobre el trabajo constante de la
oposición democrática, los partidos políticos, la sociedad civil, los medios de
comunicación y los activistas, tanto dentro como fuera del país. Desde la
diáspora, hemos unido nuestras voces para exigir un cambio urgente y para
preparar el camino hacia una Guinea Ecuatorial libre.
El 2025 debe ser el año del cambio político,
el inicio de la transición hacia la democracia y el esperado retorno en
libertad de todos los exiliados. Nuestro sueño es ver a Guinea Ecuatorial como
un país donde los hombres y mujeres sean tratados con dignidad, donde la
corrupción sea reemplazada por la transparencia y la justicia, y donde las
oportunidades sean accesibles para todos.
Un Mensaje de Unidad y Optimismo
Mientras despedimos este 2024, reafirmamos
nuestro compromiso con la lucha. Sabemos que el camino no será fácil, pero
también sabemos que no estamos solos. La solidaridad de quienes nos leen, nos
apoyan y comparten nuestra causa es un motor indispensable para seguir
adelante. Este fin de año, renovamos nuestra fe en un futuro mejor y nuestra
convicción de que juntos podemos lograrlo.
A todos los guineoecuatorianos, tanto en la
diáspora como en la patria, y a nuestros lectores y aliados en todo el mundo,
les deseamos una feliz salida y entrada del año nuevo. Que el 2025 sea un año
de esperanza, acción y, finalmente, libertad.
¡Feliz año nuevo!