Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial
El amanecer de una nueva Guinea Ecuatorial está cada vez más cerca. Tras más de 45 años de opresión y saqueo sistemático por parte del régimen de Teodoro Obiang Nguema y su camarilla, los signos de un cambio inminente se multiplican. La dictadura atraviesa una etapa crítica, como hemos venido advirtiendo desde hace años. Los excesos, la corrupción y la incompetencia han llevado al país al borde del abismo, pero también han despertado una conciencia colectiva que anuncia el fin de esta era de oscuridad.
El propio dictador reconoció recientemente la
gravedad de la situación económica, declarándose impotente para encontrar
soluciones y admitiendo el saqueo desmedido que ha vaciado las arcas del
Estado. Este reconocimiento no es más que la confirmación de lo que el pueblo
guineano ya sabe: el régimen no tiene futuro, y su permanencia solo prolonga el
sufrimiento de una nación que merece prosperar.
A lo largo de los años, los disidentes y
exiliados hemos soportado el peso de la lucha desde la distancia,
enfrentándonos a la soledad y el destierro. Hemos visto cómo nuestros
compañeros en el interior del país pagaban con sus vidas o su libertad por el
simple hecho de alzar la voz contra la injusticia. Sin embargo, esa llama de
esperanza nunca se ha extinguido. Hoy, nuevas voces se suman al clamor por la
democracia. Ciudadanos valientes, tanto en Guinea Ecuatorial como en la
diáspora, están decididos a luchar por un futuro mejor.
El mundo también está observando. Los informes
de organizaciones internacionales y los artículos de prensa que denuncian las
atrocidades del régimen están contribuyendo a desenmascarar la verdad. El
reciente reportaje del diario español El País no solo expone las
maniobras represivas contra la oposición en el extranjero, sino que también
evidencia el alcance de la corrupción y las violaciones sistemáticas de los
derechos humanos que han caracterizado al gobierno de Obiang.
Mientras el régimen se tambalea, nosotros, los
incansables luchadores por la democracia, continuamos fortaleciendo nuestras
redes internacionales y preparando el camino para una transición pacífica.
Estamos construyendo los cimientos de una Guinea Ecuatorial nueva, una nación
donde el Estado de derecho, las libertades individuales y colectivas, y el
progreso sean una realidad para todos.
Queremos rendir homenaje a todos aquellos que
han sacrificado tanto por esta causa. Hombres y mujeres que, desde diferentes
trincheras, han defendido con valentía los ideales de libertad y justicia. Su
legado es nuestra inspiración y su sacrificio no será en vano.
Hoy, más que nunca, es el momento de unirnos.
No importa dónde estemos ni cuál haya sido nuestro recorrido hasta ahora. Lo
que importa es nuestro compromiso compartido con un objetivo común: liberar a
Guinea Ecuatorial de las cadenas de la tiranía y construir una democracia
inclusiva y participativa.
Estamos en un punto de inflexión. Los
guineanos estamos despertando, y el régimen lo sabe. Por eso, intentan sembrar
el miedo y la desesperanza, pero no lo lograrán. Nuestro pueblo es fuerte,
resiliente y está decidido a recuperar su dignidad.
El futuro nos pertenece. Con fe, trabajo y
unidad, lograremos transformar Guinea Ecuatorial en un país donde la
prosperidad sea una realidad para todos. No nos rendiremos, porque sabemos que
la victoria está cerca. Y cuando ese día llegue, celebraremos juntos el
amanecer de una nación libre y justa.
Adelante, compatriotas. La democracia ya asoma
en el horizonte.