martes, 14 de enero de 2025

Un Viaje a Guinea Ecuatorial: Realidades Ocultas Tras el Espejo de la Propaganda


Redacción El Confidencial

Reproducimos el contenido de un Mail que nos envía un veterinario cooperante.  

“Hace algunos meses, aproveché unas vacaciones para regresar a Camerún, un lugar que siempre he considerado especial por mis experiencias pasadas en la Granja Escuela CEFAN, un proyecto de cooperación al desarrollo en el que había colaborado años atrás como veterinario. Mi visita tenía un propósito: compartir con los alumnos de la escuela ideas sobre cómo aprovechar los conocimientos adquiridos en proyectos sostenibles, como la cría de pollos de carne, y otras iniciativas que podrían implementar en sus comunidades. Fue reconfortante reencontrarme con ellos, ver sus avances y, sobre todo, percibir su entusiasmo por construir un futuro mejor.

Tras mi estancia en Yaoundé, unos amigos cooperantes españoles me invitaron a acompañarles a Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial, donde trabajaban en la implementación de proyectos locales. Acepté sin dudar, intrigado por conocer un país cuya realidad suele ser un enigma más allá de las fronteras africanas. Sin embargo, el viaje resultó ser una experiencia tan reveladora como inquietante, y me permitió observar de cerca las profundas contradicciones entre la imagen oficial y la vida cotidiana de los guineanos.

Descubriendo Luba: Juventud, Emprendimiento y Obstáculos

Al llegar a Malabo, decidí tomar un desvío en mi itinerario y dirigirme a Luba, una ciudad de 28.000 habitantes, con una comunidad joven llena de inquietudes y deseos de emprender. Contacté con algunos de ellos, quienes compartieron conmigo sus ideas y proyectos, así como las dificultades que enfrentaban para llevarlos a cabo. Me mostraron su entorno y me hablaron sobre la realidad económico-social de la región. Fue en estas conversaciones donde me percaté de una constante: cualquier iniciativa debía contar con el visto bueno de algún miembro del partido gubernamental o, peor aún, debía ser compartida con altos funcionarios, quienes siempre encontraban formas de beneficiarse personalmente de cualquier esfuerzo colectivo

A pesar de las limitaciones impuestas por este sistema de control, los jóvenes de Luba no carecían de creatividad ni determinación. Sin embargo, la falta de confianza generalizada, el temor a represalias y la carencia de recursos los mantenían atados a una realidad difícil de transformar.

Una Realidad Distante de la Propaganda

Mi curiosidad me llevó a indagar más allá de los proyectos oficiales y los discursos propagandísticos que glorifican el régimen de los Obiang. Casi clandestinamente, intenté conocer otras facetas del país. Lo que descubrí fue desolador. Las personas evitaban hablar abiertamente sobre política, y la desconfianza hacia cualquier extraño era palpable. Sin embargo, en conversaciones privadas, muchos revelaban una desesperación profunda. La vida en Guinea Ecuatorial está marcada por la pobreza, la desigualdad y un sistema político que prioriza los intereses de unos pocos sobre el bienestar de la mayoría.

El contraste entre la opulencia de los altos miembros del gobierno y la precariedad de la mayoría de la población era evidente. Funcionarios, agricultores, maestros y profesionales apenas logran sobrevivir. Muchos dependen de préstamos interminables para llegar a fin de mes, atrapados en un ciclo de deuda y miseria. Mientras tanto, la élite gobernante se enriquece a través de la corrupción y el saqueo de los recursos del país.

De regreso a Malabo, visité la Asociación de Centros Católicos de Enseñanza de Guinea Ecuatorial (ACCEGE) para comprender mejor el estado de la educación en el país. Aunque estos centros ofrecen una calidad educativa relativamente mejor que otras instituciones, la realidad de los alumnos y sus familias es desgarradora. Muchos niños asisten a clase en ayunas, mientras que sus tutores enfrentan enormes dificultades para pagar las cuotas escolares. La educación, que debería ser una herramienta para romper el ciclo de pobreza, se convierte en una carga adicional para las familias.

Mi experiencia en Guinea Ecuatorial me dejó claro que el sufrimiento de su pueblo no es fruto del azar ni de la falta de recursos, sino de un sistema profundamente corrupto e inhumano que perpetúa las desigualdades. La dictadura de los Obiang ha sumido al país en una crisis económica y social de proporciones infernales, donde solo unos pocos viven cómodamente a expensas de la mayoría.

Este viaje no solo me permitió conocer la realidad de un país que, a menudo, se oculta tras un velo de propaganda, sino que también reafirmó mi compromiso con la cooperación y el apoyo a quienes luchan, incluso en las condiciones más adversas, por un futuro más digno y justo”.