jueves, 14 de mayo de 2020

SOCIEDAD CIVIL Y PARTIDOS POLIÍTICOS

Por Juan Cuevas, Secretario de Formación del Partido del Progreso

El precursor de la sociología moderna, Alexis de Tocqueville cuenta en su libro “La democracia en América” una anécdota que puede servirnos para entender el papel de la sociedad civil en las democracias occidentales. Nos sitúa en dos carreteras, de similares características, una en Francia y otra en EEUU, las dos atravesadas por un carro volcado, impidiendo el tránsito por las dos direcciones. En el caso francés, los conductores que se van amontonando comienzan a enfadarse y mandan a uno de ellos a buscar a la autoridad pertinente para que proceda a remolcar el vehículo y poder continuar su viaje. En el caso americano, quienes se ven atascados, en vez de esperar a ninguna autoridad, toman la iniciativa y se unen para retirar el vehículo con la fuerza de todos. Hoy en día esta historia nos puede parecer naif, pero sirvió para defender un principio básico del que las sociedades europeas carecían, la sociedad civil.  
En concreto, lo que este relato nos demuestra es que no se puede dejar todo en manos del poder ejecutivo. No se puede depender tampoco del poder parlamentario o judicial. Si los teóricos franceses e ingleses pasan siglos debatiendo sobre el equilibrio de poderes es, no solo para evitar la concentración de poderes en una única figura, sino también para no aislar al ciudadano de la participación de los asuntos que le atañen. La historia moderna y también contemporánea se puede contar a través de las revoluciones ciudadanas y posteriormente en torno a los movimientos pro-derechos como el racismo, ecologista o el feminista. Son los ciudadanos los que toman la iniciativa y se rebelan contra unas condiciones que les oprimen, en nuestro caso  es contra la dictadura de Obiang Nguema.
Pero las asociaciones no son solo un dique de contención contra el poder, también son “escuelas de participación democrática” como las denominaba Tocqueville, son el primer contacto de los ciudadanos con la vida pública. Algún día, esperemos que pronto, Guinea será una democracia joven en la que los ciudadanos tendrán que aprehender a salir de la alienación y la atomización propia de los regímenes totalitarios. A través de ellas aprenderán a organizar y expresar sus intereses, a generar alternativas y propuestas de calado político. Por eso tienen un papel importante como escuelas de valores, redes de apoyo, plataformas de desarrollo agrario, social, educativo, etc.
En nuestro caso, la necesidad imperiosa de unirnos para acabar con la dictadura, será entrenamiento, ensayo y escuela para posteriores tareas propias de la democracia. En una palabra, habremos creado una sociedad civil activa y dinámica. Ese fue el objetivo por el que el Presidente del Partido del Progreso, Severo Moto, puso en marcha con mucho éxito en Guinea las Aulas Democráticas, verdaderas escuelas de participación ciudadana para la acción política. http://geconfidencial.blogspot.com/2019/01/elecciones-libres-no-habra-ni-libertad.html#more  
Por una parte, las agrupaciones son un escudo ante el poder político y económico y ejercen su participación a través de vías no convencionales, que van desde huelgas y manifestaciones, hasta el lobbismo más perfeccionado. Pero no podemos olvidar que las agrupaciones también son generadoras de cohesión social, algo necesario para la convivencia. Esa cohesión que los estados autoritarios dinamitan para evitar la disidencia. Las asociaciones exigen derechos y velan por su cumplimiento. Algo que en los estados del bienestar moderno es una negociación diaria entre la sociedad y los representantes.
Se ha llamado a los medios de comunicación el cuarto poder, por su capacidad para incidir en las decisiones políticas y cada vez con mayor maestría organizar la agenda social, decidir lo que nos preocupa. Dejarse caer en manos de estos cuatro poderes, supondría apostar la democracia sobre unas pocas cabezas. El asociacionismo disuelve la concentración de poder, neutraliza la acción de las oligarquías y en cierto modo, dota de poder a los individuos. ¿Cómo va a defenderse una Guinea libre de la acción de las multinacionales, los grupos de presión o de las grandes potencias como China,  Rusia o incluso Estados Unidos y Francia? Si esto es un reto en democracias consolidadas como las europeas, o para las unidades supranacionales como la UE, lo es especialmente para las sociedades en vías de democratizarse. ¿Cómo se hace competitivo un agricultor minifundista ante las presiones de las empresas intercontinentales? Puede intentarlo, a través de la acción combinada de sociedad política y sociedad civil. Solo así generará mecanismos que potencien la visibilidad de los ciudadanos a la hora de decidir sobre sí mismos.
Por último, me gustaría señalar la importancia del distanciamiento entre la sociedad política y civil, ahora que he lanzado estos conceptos. Como hemos empezado hablando de USA, retomaremos el ejemplo. Si Tocqueville viviera, atestiguaría como las asociaciones en América han traducido su valía en la acción de lobbies que ejercen presión a los partidos políticos. Prácticamente desde el movimiento de derechos civiles capitaneado por Martin Luther King, las asociaciones se han vuelto invisibles, insonoras, ninguneadas  en prevalencia de los lobbies en el Capitolio. Está claro que las asociaciones pueden tener acuerdos de cara a las políticas públicas con partidos políticos, en tanto que ellos hacen las propuestas y los partidos las filtran a la toma de decisiones. Es bueno saber qué papel debe jugar cada uno: ni la asociación debe jugar a la política, poniendo como excusa la defensa de los derechos ciudadanos, ni los partidos políticos jugar al asociacionismo, ocultando sus intereses políticos, legítimos por otra parte. Aunque la autonomía siempre debe prevalecer, puesto que los partidos solo escuchan estas propuestas en tanto a que les ayudarán a conseguir mayorías parlamentarias. La distancia entre una asociación y un partido, tiene que ver con que los intereses de las asociaciones, van más allá de la confrontación política, seguirán activas gane quien gane y estarán ahí para velar por los derechos de los ciudadanos, incluso cuando todas las luces del parlamento se hayan apagado.