miércoles, 4 de septiembre de 2013

EL FALLIDO ESTADO ECUATOGUINEANO

         


El Estado Imposible o La Complejidad del Caos Guineano
Por Nvo zang Okenve

Bata 1 de septiembre de 2013 (Seguimos sin Internet)
En un verdadero Estado, la administración, a través de las diversas inspecciones, garantiza el funcionamiento adecuado del Estado; un funcionamiento que en la realidad significa la provisión adecuada de servicios a los ciudadanos.

Otras veces las inspecciones deben garantizar el cumplimiento de las obligaciones de las personas físicas y jurídicas para con el Estado, por ejemplo la inspección fiscal. Otras veces la inspección garantiza que las normas creadas por las instituciones del Estado se cumplen, por ejemplo el reglamento de alta y baja tensión, que exige que las instalaciones eléctricas de alta y baja tensión sigan un método o un estándar que a su vez se diseño para dar seguridad y eficacia y para disminuir los costes de las instalaciones eléctricas.

Siempre hemos asegurado muchos que Guinea no es un Estado. Hay un jefe de Estado pero Guinea Ecuatorial no está organizado como un Estado, es decir, no está organizado como una estructura orientada al servicio de los ciudadanos, sino que está organizado para aumentar las riquezas y el poder de la familia de Obiang Nguema Mbasogo y adláteres, a expensas de la población, como reconocieron los parlamentarios ingleses que visitaron Guinea en agosto del 2011 ”The Equatorial Guinea government exists to increase the personal wealth and political power of the ruling class at the expense of the wider population” (1). 

Cuando muchos llegamos a Guinea y vemos la ausencia de servicios, nos cuesta entender la situación con la lógica. El país no funciona en nada. Aquellos funcionarios o ministros que han intentado poner en marcha los mecanismos propios de un Estado para que funcione su parcela, se han encontrado con una barrera creada por la familia del dictador. Un ejemplo seria la inspección fiscal, que no funciona.

Si una pareja de inspectores de hacienda se acerca a una empresa para conocer la situación de la empresa en sus obligaciones fiscales, por ejemplo los impuestos de sociedades, los libros de contabilidad obligatorios, las retenciones del IVA, etc. resulta que cuando llevan algún tiempo en la empresa esperando los papeles, aparece alguien, militar, que les echa de ahí. Este caso ocurrió con una empresa china y no es un caso aislado. Normalmente las empresas extranjeras que se han afincado aquí en Guinea, lo han hecho de la mano de algún general, coronel, ministro o gerifalte, que ha influido para que le autorizaran todo y además para que inexplicablemente le eximan del pago de las tarifas aduaneras de los productos que importa (aquí las llaman exoneraciones). Con las empresas privadas nacionales pasa más o menos lo mismo: existen porque van de la mano de alguien que es amigo o presume ser amigo del dictador. Ninguna empresa se puede instalar en Guinea sin contar con el favor de un gerifalte de la dictadura. Pues bien, casi ninguna de esas empresas paga los impuestos previstos por las leyes del Estado ficticio. Entonces,¿ de donde ingresa Hacienda Publica los impuestos? Pues de los guineanos de a pie, de los que menos tienen y que no tienen ningún general o amigo del tirano que influya para que no pague nada. Y también ingresa o debe ingresar del petróleo, del gas y de la madera. Cuando el gas y el petróleo se acaben, la hacienda pública guineana entrara en bancarrota.

Algunos trabajadores de empresas que proporcionan servicios intentan obtener sobresueldos a base de trabajar como si fueran trabajadores autónomos. Esto pasa especialmente con los de SEGESA. Colocan cables de prolongación a aquellos que no tienen contratos con la compañía, cobrando por supuesto. Y así esta Bata y Malabo lleno de cables aéreos que marean de solo mirarlos y en donde parece que no puede haber orden ni concierto. Cuando un cliente tiene una avería, el técnico que aparece trabaja en función de lo que espera que le paguen, a pesar de que ha sido enviado por la compañía. Y cuando el técnico acaba, no hay ninguna garantía. Si el cliente ha pagado, el técnico ya sabe que puede conseguir ahí un dinero extra a su salario. Y este es el problema: todos aquí intentan hacer más dinero del que reciben en su salario. El cliente puede no pagar pero no recibirá un buen trato, puede que su avería no se resuelva. Y si paga, tendrá mas averías en el futuro. Y volverá a pagar para que se le repare al menos durante un tiempo.
Los de las compañías aéreas hacen más o menos lo mismo: buscan un sobresueldo a base de facilitar el viaje a gente que no tenía la reserva para ese vuelo mientras se lo quitan al que tenia la reserva, que no podrá reclamar nada porque aquí en Guinea no hay lugar para reclamar nada al carecer todos de derechos. Eso al menos he observado con CEIBA en el vuelo Bata-Malabo. Un señor que tenía el billete comprado para un vuelo de las 18:30 llego a las 17 para facturar y le dijeron que el vuelo estaba cerrado. Su plaza había sido dada a otro que le pago al empleado que gestiona un sistema de pre facturación. No se puede llegar con el billete y ponerse en la cola para facturar, primero hay que pasar por el control de un señor que admite o no el billete, pone un garabato y después se pasa a facturación. Han creado lo que llaman ”confirmación” otras veces, que significa que aunque uno tenga el billete comprado para un día y una hora, según la compañía debe confirmar, no se sabe cómo, que va a volar efectivamente ese día y a esa hora, una verdadera estafa del contrato. Estafa que, como decimos, no tiene forma de ser denunciada y corregida: nadie aquí tiene derechos y la reclamación es algo inexistente, fruto, por supuesto de la filosofía de la dictadura.

Todos por tanto, cuando amanece, se preparan para ir al ”nsom”, a la caza, a buscar la forma de hacer dinero aprovechando las mil trampas que los empleados y funcionarios habilidosamente han creado.
Algunos militares, que ya tienen un buen salario y que se equipara al sueldo de un licenciado (un soldado cobra más o menos el mismo sueldo de un medico de un hospital general) se dedican últimamente aquí en Bata a atracar a las personas. Unas veces van de taxistas y atracan a los clientes y otras veces van atracando en grupos, especialmente a extranjeros. Y no se puede hacer nada. Porque cuando se va a la policía a poner la denuncia, hay que pagar un dinero al policía de guardia, que luego preguntan si se sospecha de alguien. (Si te roban en tu casa, no digas que sospechas de nadie porque ese alguien puede sufrir una paliza durante varios días hasta que confiesa y si aguanta varios días sin confesar, le sueltan y te dicen que no creen que sepa nada porque no ha confesado después de tantas palizas). Lo de pagar a la policía para denunciar es un invento que forma parte del sobresueldo de los funcionarios policiales. Por supuesto no encuentran nunca al ladrón o al asesino y por supuesto cuantas más denuncias más ingresos ganan los funcionarios policiales.

Este gobierno dictatorial no ha creado una oficina de reclamación de nada, porque desde el dictador hasta el último funcionario o empleado, roban a la gente. Y no dejan que nadie reclame lo robado y esa es mayormente la razón de la dictadura: es un sistema de robo usando la violencia.
A veces los mismos empleados y funcionarios boicotean el funcionamiento de la administración y de los servicios. Y lo hacen porque entienden que hay una situación de grave injusticia impuesta por el dictador y ellos, al no poder luchar contra esa injusticia, hacen que las cosas no funcionen. Esta podría ser la explicación de por qué este país no funciona, a lo que hay que sumar la grave ineptitud de los jefes que el dictador ha ido colocando en las empresas estatales. Con tanto pariente ocupando puestos inmerecidos, la población entiende que debe realizar acciones que introduzcan disfunciones en todo...y así tenemos en Guinea un eterno retorno de las averías.

Esta actitud de boicotear el funcionamiento de los servicios y de obtener sobresueldos abusando de los clientes y administrados provoca graves sufrimientos a la población y actúa sobre los mismos funcionarios y empleados que lo practican, cuando se encuentra al lado contrario como clientes o administrados.

Y cuando los técnicos de la administración se ven incapacitados para ejecutar las inspecciones o los mandamientos judiciales, por prescripción dictatorial, lo que surge es una dejación de funciones de gran parte de los funcionarios de nivel medio y alto.

Con la dictadura de Obiang no habrá nunca justicia para los guineanos y por tanto el país nunca va a funcionar. Este diagnostico ya lo realice hace dos años en agosto de 2011 y nada ha cambiado. Parece que a la dictadura no le importa que el país no funcione ni que la gente se queje: el carro pasa mientras el perro ladra, es la expresión que utilizan con frecuencia.

Que nadie piense que algún día la dictadura aprenderá y esto va a funcionar finalmente. La disfunción de Guinea, la ausencia del Estado como organización al servicio de la sociedad es algo consustancial a esta dictadura.

Ante este panorama está claro que hay que buscar la forma de derribar esta dictadura y esta labor debe ser emprendida por el pueblo.