miércoles, 4 de julio de 2012

“EL INTELECTUAL Y SU PUEBLO”. A TODOS LOS “FERNANDO ABAGA” DE GUINEA ECUATORIAL.


                                                            

Por  Severo-Matías MOTO NSA

Yo estaba metido en la cárcel de Black-Beach  (1976-1979) en la Brigada de Presos, destinada en la finca de café y cacao, denominada “Biafra”, en las cercanías del alto Pico de Santa Isabel.
Un buen día, siguiendo la costumbre de los demás presos, de bajar (a hurtadillas, perdido en la maraña de cacaotales y cafetales, evitando ser visto por del guardia colonial de vigilancia) bajé a Malabo, para hacerme el encontradizo con algún amigo, y conseguir algunos bipkueles,(una de las monedas de la dictadura) para aliviar el hambre. Nunca mejor aplicados esos versos que dicen: “Mira con qué disimulo/ lleva Juan el pantalón/ remendado por el culo/ en forma de corazón”. Así andábamos los presos cuando bajábamos a la ciudad, evitando que nos vieran los soplones o los guardias coloniales.

Aquel buen día conseguí, como casi siempre, un buen fajo de bipkueles. Me dirigí al mercado, con el sombrero de ala ancha bien calado hasta las cejas.
Entre otras cositas, recuerdo haber comprado un buen puñado de MAKALA (buñuelos) de banana. La señora vendedora, tomó, del paquete de hojas que latía a su lado, una doble página del periódico “ABC”, español, y envolvió los mofletudos buñuelos.
Una vez en mi residencia carcelaria de Biafra, me senté a comer los MAKALA. Miré, hambriento de lectura, los titulares de la hoja de periódico, y tropecé con este título “EL INTELECTUAL Y SU PUEBLO”, firmado por Don Fernando Lázaro Carreter.
El filósofo español, invocaba, en el artículo de opinión, la necesaria conciliación entre el intelectual y su pueblo, y el pueblo y sus intelectuales. Casi me aprendí de memoria el artículo, de tanto repetir su lectura. Y aprendí.
Una de las tentaciones más fáciles en las que suele o puede caer el intelectual, es la tentación de, (al sentirse cargado del poder y fuerza que la preparación intelectual le proporciona) mirar por encima de su hombro o directamente despreciar a su pueblo; incluso negar a este, el impagable derecho a disfrutar y sentirse seguro por la sola presencia y labor del intelectual en el país. Aun cuando los estudios del intelectual no han sido potenciados o subvencionados por una beca del estado, (más aún, si ha mediado tal ayuda) el intelectual le debe al país, mucho más de lo que el país le debe a él. Un intelectual lo es tanto más, cuanto más honor hace  al pueblo  donde ha nacido; y al mundo, en general, claro.
En otro nivel de cosas, quizás más elevado  y espiritual, la humildad, la justeza y el equilibrio;  la moralidad, la honestidad y ejemplaridad; la  cercanía y entrega a su pueblo, en un gesto de simbiosis, (mutua transmisión, o sea, enseñanza) desde luego, son, en el intelectual, no solo una obligación moral hacia su pueblo sino, muchas veces, una natural vocación o un saludable compromiso.
Por su parte, ¡Ay del pueblo que, a esta entrega generosa de sus intelectuales, no solo se siente alejado, acomplejado, huidizo; sino que incluso responde cometiendo el pecado de rechazar, odiar, perseguir, sentirse ajeno y molesto, hasta matar…! (¡¿Qué otra cosa hace el régimen que nos consume?!
UN PUEBLO MUY INTELIGENTE, EL GUINEO…
Si analizamos el clima de las relaciones entre el intelectual guineo ecuatoriano y su pueblo; y viceversa, a estas alturas de mi edad, he visto en el guineano un pueblo tremendamente orgulloso de sus intelectuales, profesionales y hombres de oficio y beneficio... Y, lo que es más, se trata de un pueblo tan sabio e inteligente, que descubre con asombrosa facilidad y acierto al que se hace pasar por intelectual, al típico pedante, al que como Juan, el del pantalón remendado por el culo… no solo disimula su vacío o cojera intelectual; sino que pretende imponer su incultura. 
Por eso los “Fernando Abaga”, que tanto nos ilustra y enorgullece con sus artículos en algunas páginas de internet; y cualquiera que llegue a Guinea Ecuatorial con sus alforjas intelectuales llenas de oficio y beneficio, pueden estar absolutamente seguros de que el pueblo guineano los espera, los acogerá  y los anegará en  un jubiloso abrazo, cuando termine la dictadura. 
¡¡¡Qué mejor cosa puede necesitar y agradecer un pueblo, que un mundo intelectual cada vez más fecundo y capaz de suplir las deficiencias de su pueblo, y subsidiar sus límites, en el camino y afán de progreso, libertad y desarrollo!!!