jueves, 5 de julio de 2012

“EL INTELECTUAL Y SU PUEBLO” (II)




O SU GOBIERNO DICTATORIAL  A TODOS LOS “FERNADO ABAGA” DE GUINEA ECUATORIAL,                                 

Por  Severo-Matías MOTO NSA


“Yo sé que no he estudiado mucho; pero que nadie tampoco piense que ha estudiado” Con esta frase (literal) abría, siempre, Su Excelencia, Obiang  Nguema Mbasogo, Hermano Militante del P.D.G.E., los Consejos de Ministros, a los que asistí. Advertía a los intelectuales guineanos, atrapados en su Gobierno, que lo importante no era ser intelectual, sino seguir sus “sabias orientaciones”
Si una cosa, como hemos visto, es el pueblo guineano y sus intelectuales, otra historia, es, lamentablemente, la del “INTELECTUAL GUINEANO y su Gobierno dictatorial, o poder político.
En la era colonial (150 años) “La Guinea Española” mantuvo en el más callado silencio, las profundas e irreconciliables diferencias y distancias entre el poder colonial y el mundo intelectual guineano. No tenía sentido para los colonos que los indígenas de Guinea Ecuatorial estudiaran, se formaran y alcanzaran niveles de formación como para tener en sus manos  la llave de la vida, que es la cultura. La colonización necesitaba mano de obra fuerte y barata, en un rincón africano tan pequeño y estrecho en población y territorio; pero profundamente vacía de conocimientos y de nivel. Aun siendo esto así, resulta impresionante constatar cómo la sociedad guineana dejaba notar su gran capacidad de reverdecerse  culturalmente, apareciendo en furibundos brotes verdes de cultura y formación, que produjo un exuberante plantel de “self-made-men” (personas hechos por sí mismas) a base de aprender imitando, “robando”, desde los tacos de los colonos, hasta sus tonos de voz, sus andares (a veces amanerados) su manera de vestir, hasta sus manías... De ese primer vergel de personas auto-formadas, surgieron los famosos “Emancipados”(guineanos que lograban subir de nivel a base de imitar y saber hablar español, visitar los bares de blancos, hasta  poder viajar a España. 
La necesidad de cubrir puestos, hizo que a estos “self-made-men” fueran a nutrir a la Administración colonial de impresionantes y avispados funcionarios, mecanógrafos, intérpretes. Desafiando el plan del colono duro, la Administración colonial, empujada por la acción, callada, pero profundamente eficaz de la evangelización, creó la famosa ESI (Escuela Superior Indígena,) fecundo jardín multiplicador de Maestros, Diplomados y Oficiales Administrativos; Colegios-Misión, en todos los Distritos y, a veces pueblos; Escuelas Rurales y Oficiales, en pueblos y Distritos; Centros de formación y capacitación agrícola, Artes y Oficios…
Es de derecho y obligación señalar que mientras todo el litoral y las tres cuartas partes del Continente se preñaban de civilización, formación, preparación cultural, el Distrito de Mongomo (detentador del poder de la independencia) estuvo al margen de toda formación y preparación (civilización) en la mayor parte de su población.
Y en la medida que la colonización española (considerada como modélica en toda África) alcanzaba su  madurez, azuzada por las exigencias independentistas de la saga política de Acacio Mañe Ela, Enrique Nvo, Salvador Ndong Ekáng, Esono-Aburu… cimientos revolucionarios de lo que estaba llamado a ser  la –hoy, tristemente frustrada- Guinea Ecuatorial independiente…; España, en diez años de Provincias de Ultra-Mar (Fernando Poó y Río Muni) y luego Autonomía (1958-1968) España -digo- abrió las compuertas de la Metrópoli, que habían permanecido cerradas a cal y canto a los negros de La Guinea Española (Solo se abrían a los negros “emancipados plenos”) 
Durante la década 58-68, las puertas de la Península, de la Metrópoli, se abrieron a la continuidad, finalización y culminación de los estudios y niveles adquiridos en La Guinea Española. En diez años, nadie puede poner en duda que Guinea Ecuatorial tuviera un nutrido plantel absolutamente envidiable de valores culturales, profesionales e intelectuales, capaces de desafiar y encarar el reto de una independencia digna de tal nombre. Esa independencia que nuestro pueblo, 43 años después, está añorando y deseando ver  vivir.