miércoles, 28 de julio de 2010

¿Deberíamos cambiar de idioma?



Por Ricardo Alonso Flores


Viendo lo que sucede en Guinea Ecuatorial, ese país que de ser una colonia de tercera categoría, la última que tuvo España y que se independiza en tiempos del caudillo, pero que hoy tiene más petróleo que muchos países de la Tierra, creo que es tiempo de ir pensando en dar un vuelco idiomático, porque parece que da buenos resultados.

Mientras el señor Lula nos niega el pan y la sal, so pretexto que no somos un país democrático, el cinco de julio se reunió en Guinea Ecuatorial con el presidente Teodoro Obiang Nguema, un caballero que tiene treinta años al frente del Ejecutivo y de todo lo que por allí sea poder, aparentemente sin importarle ese pequeño detalle, en tanto que a Honduras la juzga con dureza, pretende imponernos su criterio y cada vez que le viene en gana despotrica contra nosotros y le parece que habla ex cátedra, urbi et orbi.

En su afán de lograr que nadie lo moleste, ni tan siquiera lo juzgue, el señor Obiang, hace algunos años declara que el francés es la lengua oficial de Guinea Ecuatorial, aunque este país sea el único de habla española. No creo que en ese territorio haya mucha gente que conozca, siquiera superficialmente el idioma de Moliere, ni que pueda hablar y escribir con la elegancia de aquel estadista de Senegal llamado Léopold Sédar Senghor, que por su cultura formó parte de la Academia de la Lengua Francesa, es por decirlo uno de los “inmortales”, como se les denomina.

Cuando el señor Lula visitó Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang decidió pedir el ingreso de su nación a la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa, por supuesto, sin tener nada en común con muchos de los miembros de esa respetable organización, pero como el señor no tiene un pelo de tonto, con ello piensa buscar la respetabilidad que mucho se le cuestiona, porque con el auge económico merced al petróleo, Obiang se ha convertido en el número ocho de la lista de jefes de Estado más ricos de la Tierra, según dicen hasta lo es más que la misma reina Isabel II de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, defensora de la fe y otros tantos títulos que demuestran su grandeza, heredada de siglos.

La idea de Obiang parece no haber gustado mucho entre los que hablan portugués, porque ven en ello un oportunismo, no un deseo de compartir una misma cultura, ya que Guinea no la tiene ni creo que se esfuerce en tenerla. No me imagino al millonario gobernante leyendo Las Lusiadas de Camoes, o a José María Eça de Queirós, ni tampoco al recientemente fallecido Saramago.

Obiang la ha tomado con los españoles, pese a los gestos amables desde Madrid, al grado que hace meses, el señor Moratinos y el respetable don Manuel Fraga Iribarne lo visitaron y hasta regresaron condecorados.

La rabia de Obiang llega hasta anatemizar a España en el orden de los “socios estratégicos”, donde tan sólo reconoce a los Estados Unidos, Francia, China continental, Corea del Sur y otros de menor relevancia mundial.

Reniega del idioma cervantino y se esfuerza por abandonar las costumbres que adquirió de España, al grado que ya lleva dos intentos por cambiar de lengua oficial, primero al francés y ahora sale con el portugués.

No olvidemos que la riqueza petrolera le ha llevado a buscar respetabilidad, sin ceder un ápice en sus métodos dictatoriales y como dicen que por la plata baila el mono, no es extraño que algún día lo veamos en los altares de la democracia.

Hace treinta años gobierna sin freno o mejor dicho con desenfreno, pero eso no le importa al señor Lula, que lo respalda con su augusta presencia sabrá Dios por qué oscuras razones.

Es probable que un ejercicio de esta clase nos pudiese venir bien a nosotros, de repente acertamos y nos acepta todo el mundo, incluidos los Chávez, los Lulas, los Evos, las Cretinas, quise escribir Cristinas y demás miembros de ese clan que tanto daño nos ha hecho.

Pero, también podría ser que no, porque no tenemos petróleo ni en esas cantidades ni en ninguna y ese puede ser un obstáculo insalvable, porque puestos a recordar frases célebres citaré a Quevedo, quien dijo aquello que “poderoso caballero es don dinero”.


Fuente: http://www.latribuna.hn/web2.0/?p=162188