Teodoro Obiang, el dictador más longevo del mundo
Hoy se cumplen 40 años desde que, a través de un golpe de Estado, desalojara del poder a su tío, Francisco Macías, para convertirse en el sátrapa que es hoy. Su control del aparato represor es total, aunque suele dotar su 'reinado' de mascaradas electorales en las que siempre vence por mayoría absoluta. Su régimen se basa en el miedo y la cleptomanía
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Al golpe de Estado que lo llevó al poder, hace hoy 40 años, lo bautizó como "el golpe de la libertad". No lo dio contra un rival, sino contra su propio tío, Francisco Macías Ngema, apodado El Tigre, la persona que lo había aupado a la élite. Lo ejecutó sin contemplaciones. España, la metrópoli, estuvo de acuerdo. Esa ejecución del tirano trajo esperanzas de apertura y progreso a la población. De aquello ya no queda ni el recuerdo. El dictador más longevo del mundo ha basado su régimen en dos líquidos que mezclan mal: la sangre y el petróleo.
Ya como presidente, creó el primer partido político del país, el Partido Democrático de Guinea Ecuatorial, que de democrático nunca tuvo nada. La oposición con él siempre tuvo tres espacios posibles: el exilio, la cárcel o el cementerio. Su país es hoy el mismo reino del terror que heredó de su tío. En cambio a los suyos los ha colocado en los mayores puestos de responsabilidad de Guinea Ecuatorial, uno de los países más ricos en hidrocarburos de toda África, pero donde tres cuartas partes de la población sobreviven con menos de dos dólares al día.
Su hijo, Teodorín, investigado por corrupción en Francia, es el vicepresidente y ministro de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, desde donde puede saquear los beneficios que deja la venta de madera. Teodoro Obiang es polígamo y tiene cinco esposas con sus respectivos hijos de cada matrimonio, a los que ha colocado también en su régimen. Por ejemplo, Gabriel Ngema Obiang, hijo de su segunda esposa, Celestina Lima, es ministro de Hidrocarburos. Así, la familia se asegura de controlar el recurso más preciado del país. Gabriel y Teodorín mantienen una lucha por ganarse la confianza de su padre como herederos únicos de su reino feudal. El primero llamó "traidor" al segundo en una publicación en Facebook que desapareció enseguida sin dejar rastro.
Como a Obiang no le gusta la prensa libre, ningún medio de su país dio la noticia. Bueno, ni esa ni ninguna. Lo que sí se publican son reportajes de color y comunicaciones propagandísticas del Gobierno. Los periodistas extranjeros no son bienvenidos. La última remesa de informadores españoles que pasaron su aduana fue con motivo de la visita de la selección de fútbol.
Teodoro Obiang Ngema, dictador de Guinea Ecuatorial, el único país africano en el que se habla español, fue antes jefe de la policía, responsable de todo el sistema carcelario y teniente coronel del ejército (se graduó como oficial en la academia de Zaragoza). Es decir, conoce y maneja todos los resortes represivos del Estado. Cada elección es una nueva mascarada de barniz democrático en la que el candidato supera el 90% de los votos. Él aprovecha para detener a disidentes, clausurar las redes sociales, cortar las líneas de móviles y prohibir la emisión de noticias de agencias extranjeras, el manual básico del sátrapa. También usa tácticas intimidantes como el llamado "voto patriótico". Es decir, el deber de enseñar la papeleta antes de votar para demostrar que no se elige a la oposición.
Cuesta encontrar, incluso en África, dictadores con un historial de saqueo y corrupción similar al de Teodoro Obiang. Él y su hijo Teodorín han sido investigados en Francia por el robo de 110 millones de euros de las arcas de Guinea Ecuatorial. El vástago, que lleva una vida de sultán, está condenado a tres años de prisión (aunque no pisará la cárcel) y una multa de 30 millones de euros por lavado de dinero, malversación, desvío de fondos públicos, abuso de confianza y corrupción, además de confiscarle bienes equivalentes a 100 millones de euros. Por no hablar de su suntuosa colección de deportivos Ferrari, Lamborghini o Porsche.
Ambos han intentado sacar y blanquear las enormes ganancias de sus actividades en terceros países. El año pasado la policía brasileña sorprendió a Teodorín cuando trataba de introducir en el país 16 millones de dólares en billetes y joyas, incluido un reloj valorado en 3,5 millones de euros. Frank Rubby, ex embajador norteamericano en Guinea Ecuatorial, lo definió como "el gobernante más asesino y ladrón del mundo".
Las relaciones con los políticos españoles responden a una tendencia que se repite: el partido que está en el poder argumenta que hay que llevarse bien por Obiang por razones de Estado. El de la oposición, en cambio, pide la ruptura diplomática con su régimen por su nulo respeto a los derechos humanos, así que al final Obiang ha coleccionado un buen álbum de fotos con líderes de todo el arco político, incluyendo a González, Aznar, Zapatero y hasta el rey Juan Carlos.
En África sólo hay dos maneras de mantenerte en el cargo tantos años. O no importarle a nadie, como los presidentes de países como Eritrea, Chad o Camerún, o importarle mucho a determinada gente. Teodoro Obiang, cuyo poder hunde sus raíces en enormes bolsas de petróleo, es de los segundos. Condoleezza Rice, Nicolas Sarkozy o Kofi Annan se han permitido llamarle "amigo".
Pese a su pequeño tamaño, Guinea Ecuatorial posee enormes reservas de crudo explotadas sobre todo por multinacionales estadounidenses a razón de 300.000 barriles al día. Los beneficios de su concesión alimentan las cuentas bancarias suizas de la familia Obiang Nguema, el mejor argumento para seguir atornillado al sillón.