Por Armengol Engonga Ondo, presidente del Partido por el Progreso de Guinea Ecuatorial
En el silencio de África, Guinea Ecuatorial sufre una tragedia cotidiana, impuesta por el abuso de poder de un régimen que ha saqueado no solo las riquezas materiales, sino también la dignidad, los valores y el espíritu de su pueblo. La dictadura de Teodoro Obiang Nguema y su círculo de compinches corruptos y violentos ha convertido el país en un teatro de sumisión y opresión, donde el ciudadano común carece de los medios para subsistir y los derechos humanos son una ilusión aplastada bajo el peso de la represión.
La situación actual en Guinea Ecuatorial se
degrada cada día, no solo en términos económicos, sino en algo más profundo y
dañino: la pérdida de confianza, la toxicidad que ha impregnado las relaciones
humanas, donde nadie se fía de nadie. El pueblo ve cómo los altos cargos del
gobierno y la familia Obiang exhiben sin escrúpulos su falta de valores morales
y de vergüenza, como si sus actos fueran lo único importante frente a la
miseria que enfrentan muchos guineanos.
Una sociedad arrasada por la
corrupción y la inmoralidad
Los actos de los dirigentes del régimen han
llegado a tales niveles de obscenidad que, hoy en día, son ellos mismos quienes
protagonizan escándalos sexuales, manipulaciones de poder y humillaciones
públicas. En los últimos tiempos, varios vídeos vergonzosos, que han incendiado
las redes sociales de los guineanos, han sido utilizados para distraer a la
población de la verdadera crisis que atraviesa el país. Con una absoluta falta
de respeto hacia el pueblo guineano, los líderes corruptos intentan encubrir
sus fallas, irresponsabilidades e incompetencia mediante el espectáculo de sus
propias desgracias, en un intento desesperado por seguir agarrados al poder.
Recientemente, el mismo Teodorín Nguema
Obiang, vicepresidente e hijo del dictador, lanzó unas declaraciones que
confirman una verdad evidente para todos: Guinea Ecuatorial no es una
democracia, sino una dictadura absoluta. Alardeando de poder y haciendo gala de
un estilo que recuerda a los tiranos más abyectos, básicos y criminales. Como
se puede ver y escuchar en la grabación, Teodorín incluso amenazó con adquirir
misiles de largo alcance, mostrando su voluntad de someter al pueblo mediante
el terror, si fuera necesario. Este tipo de amenazas, tan groseras y zafias,
solo confirman el nivel de desesperación en el que el régimen se encuentra,
consciente de que su fin está cada vez más cerca.
La democracia como única salida y
esperanza para el pueblo
Los guineanos merecemos mucho más que esta
continua tragedia. Merecemos una democracia auténtica, un sistema donde cada
ciudadano tenga voz, donde la justicia sea el pilar de la sociedad y no una
herramienta para castigar a los opositores. En una democracia, los derechos
humanos se respetan, la ley ampara a todos sin excepción, y la economía se abre
para que todos tengan la oportunidad de mejorar su vida.
Frente a este régimen que paga mercenarios y
siembra miedo, debemos recordar que el cambio no es una opción, sino una
obligación moral y una necesidad imperiosa para la salvación de Guinea
Ecuatorial. El pueblo guineano merece un gobierno digno, que se esfuerce por el
bienestar y el progreso, no por enriquecer a unos pocos a costa de la miseria
de muchos y de atormentarnos con violencia y mal trato. Cada día que los Obiang
y sus aliados permanecen en el poder, nuestro pueblo sigue perdiendo años de
progreso, desarrollo y paz.
El despertar de un nuevo Guinea
Ecuatorial
Desde la distancia, en el exilio, donde muchos
de nosotros hemos encontrado una libertad que nos fue arrebatada en nuestra
propia tierra, luchamos cada día para recordar que un país diferente es
posible. Sueño con una Guinea Ecuatorial donde el respeto, la justicia y la
compasión sean la norma y no la excepción. Donde los hijos de nuestra tierra
puedan crecer sin miedo, sabiendo que su voz cuenta y que sus sueños pueden
hacerse realidad en su propio hogar.
Guineanos, el cambio está cerca. No dejemos
que el miedo apague nuestra esperanza. Es momento de unir nuestras voces, de
exigir con firmeza que esta dictadura llegue a su fin y que el país abra sus
puertas a un futuro democrático, próspero y justo. Ya viene la luz de una nueva
Guinea Ecuatorial, y esa luz brilla con más fuerza cada día en el corazón de
aquellos que aún creen en la libertad y la dignidad humana.
¡Sigamos adelante, porque la democracia, la
justicia y el respeto a los derechos humanos son posibles en nuestra tierra!