viernes, 19 de julio de 2019

UNA MIRADA A FACEBOOK



No sé por qué algunos se están metiendo con Severo Moto. No sé a qué juega esa gente. No entiendo que uno que se ha metido ahora en la política va a cuestionar hasta la valentía de alguien que ha dedicado y sacrificado su vida por la causa. Esos que están bramando ahora, ¿qué han hecho en términos prácticos, aparte de bramar por los audios y desde fuera? El viaje de Severo a Guinea en 1988 para exigir la democratización del país, fue la expresión máxima de valentía, casi un acto suicida. Quisiera recomendar un poco de prudencia. Que no se está empezando desde cero. Mucho trabajo se ha hecho ya y con muchisimo sacrificio, incluyendo encarcelamientos y torturas. El exilio mismo es una durisima forma de tortura. Vivirlo estoicamente también es un acto de valentía, sobre todo cuando se tiene la posibilidad de entregarse y colaborar con el régimen, como lo han hecho muchos. Se puede cuestionar la línea política de Severo Moto, pero, respetando su recorrido y su edad. La indisciplina, la mala educación y el libertinaje, donde no se respeta a nada ni a nadie, ni hay referencias históricas, no nos conducirán a buen puerto.
 Francisco Ela Abate
¿Obiang de peregrinación?
Los que somos cristianos viejos tenemos dos ruegos que empezaban a cansar: a) Por los Beatos Mártires de Uganda y b) Por la conversión de Rusia.
Cada vez que rogábamos por los asesinados por su fe en Uganda, me decía: todavía llegará el fin del mundo y no los habrán hecho santos.
En cuanto a la conversión de Rusia, teniendo en cuenta que era una de las recomendaciones que les hizo la Virgen a los jovencitos primos, en Fátima, nombre por cierto de una de las hijas del gran profeta Mohamad, me decia: con la Troika en su apogeo, lo de la conversión de Rusia se me hacía muy cuesta arriba.
Después de ver estos dos ruegos hacerse realidad, llegué a la conclusión de que la fe era cuestión de paciencia. Pues, Dios hace cuando quiere y como quiere, no cuando puede, porque puede siempre.
Hace años que visité Fátima. Es como cuando cruzas el puente Milvio para adentrarte en el Vaticano. Tengas o no tengas fe, sabes que te adentras en un sitio sobre natural o, al menos, extraño. Sientes en el ambiente los densos años de fe de miles de millones de creyentes. Y terminas, queriendo o no, siendo partícipe de una sana fe. Es un lugar que impone, incluso cuando echas las velas, para mantener la caldera con llamas.
Cada vez que me adentro en las creencias fang-beti y establezco el inevitable paralelismo con mis creencias cristianas, siempre encuentro el punto común de la trascendencia del espíritu. Nivel que no alcanzan los espíritus empobrecidos, mezquinos y depravados.
Obiang, como cualquier ser libre --para su fortuna, sí es libre-- puede peregrinar a dónde quiera. Todo enfermo tiene derecho a buscar su alivio. Con células madres o pases mágicos de fe. Pero, si a Fátima acude con "dos ojos", se queda tieso ahí. 
Si no es capaz de sentir ahí el peso de la conciencia, si no va a purgar su conciencia y salir con un firme propósito de enmienda, será su última gansada.
A Fátima se va para hacer el bien y evitar el mal. No para pedir el alivio de un alma en pena, para que siga haciendo el mal.
Y, con esto, por hoy,

¡He dicho!