La oposición en el exilio pide protección a España para volver a Guinea Ecuatorial
Guinea Ecuatorial cumple el próximo 12 de octubre 50 años de su independencia de España. Un aniversario del que la oposición en el exilio no quiere estar ausente. Los seis líderes de los partidos que la componen han anunciado en Madrid que quieren retornar pero, temerosos de ser detenidos a su llegada, encarcelados, torturados y asesinados, piden la protección de España para que esa vuelta a su país sea efectivamente en libertad y seguridad.
Severo Moto, presidente del Partido del Progreso, dice confiar en que España haga valer su influencia sobre el régimen, y recuerda que ya en 1988, cuando realizó un primer retorno, estuvo a punto de ser ejecutado en la tenebrosa cárcel de Black Beach. Según narra él mismo, el carcelero que le iba a asesinar recibió una llamada a su walkie-talkie. Moto solo escuchó a su virtual verdugo una frase de respuesta que anulaba la ejecución: “Entonces, ¿qué hacemos con él?” Poco después, a Severo Moto le devolvían la ropa y sus demás pertenencias y lo ponían en libertad. Asegura que todo aquello fue fruto de una advertencia de Madrid a Malabo: “No le toquéis”.
Esa misma similar actuación es la que piden ahora a España los líderes del Partido del Progreso, CORED, MAIB, UP, APGE y UDDS. Solicitan seguridad, protección y apoyo también a Francia y Estados Unidos, los otros dos países con intereses en Guinea. Armengol Engonga, que ejerce de portavoz de la coalición, señala que países e instituciones, como la Unión Europea y Naciones Unidas, seguirían las pautas que les marcara España.
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En su medio siglo de historia independiente, Guinea Ecuatorial sólo ha conocido la dictadura, primero de Francisco Macías, y luego de Teodoro Obiang. El país tenía inmensas posibilidades de haberse convertido en la “Suiza de África”. Hoy, aparte de las riquezas amasadas por la familia y el entorno del presidente, el pueblo guineano está asfixiado por la miseria.
Se ha pasado “de una descolonización cuasi perfecta a un Estado fallido”, tal y como afirma el embajador José Antonio de Yturriaga en su riguroso libro Guinea Ecuatorial: cincuenta años de independencia. Tan fallido parece que la oposición en el exilio no ve en el entorno del régimen quién podría hacerse con el poder a la muerte del dictador, y liderar la reconciliación.
Cuando se menciona a Teodorín, hijo y vicepresidente de Obiang, la oposición advierte que “será imposible pactar con un drogadicto con condenas y procesos abiertos en Francia, Estados Unidos, Brasil o Sudáfrica”. Reconocen no obstante que están inermes ante un “régimen dictatorial corrupto, que prohíbe o boicotea a los medios de información extranjeros, especialmente los españoles”. La pesadilla de Obiang, sin embargo, son las redes sociales, alimentadas en gran parte por los más de cien mil exilados guineanos en los vecinos Gabón y Camerún, y a las que el régimen no ha logrado acallar.
“Lo que hemos conseguido con violencia no lo abandonaremos sin violencia”, es la frase que la oposición atribuye a Obiang como advertencia a todo su círculo de hierro para que se preparen a resistir los intentos de derrocarle. Algo que la oposición en el exilio reconoce será imposible sin el apoyo de la comunidad internacional, y en especial de la antigua potencia colonial, España.