Severo-Matías MOTO NSA, Presidente del Gobierno en el Exilio del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial.
El próximo día 12 de octubre, se van a cumplir los 48 años de la independencia de Guinea Ecuatorial.
El próximo día 29 de septiembre, se cumplen los 37 años del juicio, condena y ejecución del primer Presidente de la República de Guinea Ecuatorial
Hace escasamente un mes (3 de agosto) se recordaba el golpe de estado que desplazó del poder, violentamente, a Francisco Macías Nguema Biyogo.
Dos años antes de que se cumpla el medio siglo de la independencia de Guinea Ecuatorial, (12 de octubre de 2018) es tiempo más que suficiente para volver la vista atrás y evaluar los 48 años recorridos, hasta aquí.
EL TEGIDO SOCIAL, ROTO
La independencia de Guinea Ecuatorial encontró a aquel país, como a muchos otros del mundo, dividido en dos: El mundo de los intelectuales, preparados; el de los valores humanos y sociales que, conectados con la religión católica que lo envolvía todo, hicieron de la llamada “La Guinea Española” un rincón africano distinguido, admirado por todo el entorno africano que lo rodea. Este, era el mundo que en la Guinea Española prevalecía. La religión católica con su profunda carga de cultura, formación, (¡Esa inversión en la persona!) prevalecía y marcaba la pauta del comportamiento del guineano en general; y aunque existía el otro mundo, evidentemente, inculto, relegado -sin querer- al ostracismo, al atraso y casi al olvido, era claro que el mundo culto, educado, preparado e intelectual era la marca del país y sobre todo era la gran aspiración de TODOS.
Colonia, Provincia, Autonomía, fueron épocas en las que el valor intelectual y cultural, ligado al comercial y el negocio (El trabajo personal, en el campo o en la ciudad, y su respuesta crematística, dignificante y satisfactoria) amén de la aspiración por tocar y conocer la cumbre: “Ir a la Península”, era la gran ilusión y la gran dedicación de TODOS.
Si, antes de la independencia, existían las diferencias entre una clase (preparada) y otra (atrasada); lo cierto es que al llegar la independencia, el 90% de la población guineana desde la Isla de Annobón, pasando por la de Fernando Poó, hasta más de la mitad del Continente, estaban suficientemente tocados por la formación y la cultura. Situación de desajuste o, quizás de “injusticia” que no podía achacarse a la falta de ganas e interés por parte de la población (básicamente limítrofe con Camerún y Gabón); sino a que la labor educativa, de formación y de preparación (la inversión en personas) había llegado tarde o había sido interrumpida por el salto a la independencia.
Todo hubiera encontrado una solución eficaz, serena y a tiempo, si la independencia de Guinea Ecuatorial (precipitada e improvisada) hubiera aterrizado, al menos, en manos, simple y llanamente “preparadas”. En manos de cualquier guineano del mundo cultural, preparado, intelectual; o simplemente, inmerso en los valores humanos, cristiano-católicos que impregnaban y temperaban la vida del pueblo guineano, Guinea Ecuatorial hubiera mantenido aquella pauta general de respeto a la Ley, la Justicia, el respeto mutuo… Esas virtudes que lucía el pueblo guineano, antes de ser “independiente”. Para desgracia de nuestro país, esto no fue así.
RETORNO A LA “LEY DEL MÁS FUERTE…
Simplemente, la independencia fue entregada-¡Muy conscientemente!- a las manos de quienes se movían por la incultura, el odio, la venganza y la violencia. Por la Ley del más fuerte. La Ley de la selva. Una violencia, odio y venganza, que lejos de incidir en otros…, se volcó sobre el propio pueblo guineano y sobre quienes hacían de los valores y virtudes culturales, intelectuales, humanos y políticos adquiridos antes de la independencia, su poder, su prestigio y su capacidad de encarar el futuro. Estos han sido el punto de mira y de tiro, durante los 50 años (menos 2) que llevamos de independencia. Estos valores humanos, culturales, intelectuales, sociales y políticos guineanos, son lo primerísimo que se encargó la independencia de Guinea Ecuatorial de hacer desaparecer. No se limitaron a aparcarlos, o simplemente odiarlos y malquererlos; sino que los hacer desaparecer. La violencia, la rudeza y la incultura (con todas sus duras secuelas) se impusieron a la inteligencia, a la normalidad y a las virtudes de los guineanos.
LOS DE DENTRO, LOS DEL EXILIO
De esta división de nuestro país, entre la violencia y la normalidad, hemos pasado a otra división, añadida, de nuestro país en dos mundos: El mundo del exilio y el mundo de dentro del país.
Las divisiones y subdivisiones se multiplican cuando descendemos a analizar, el estado de ánimo (sea dentro, sea en el exilio) que late en el alma de la sociedad global guineo ecuatoriana.
No es menos importante, seguro que incómodo, molesto, hiriente; pero real, la terrible división entre los que (dotados de la oportuni9dad de haber sacado provecho del estudio, formación profesional, preparación, éxito intelectual y capacidad para afrontar el futuro, miran con honda e impotente nostalgia nuestro pasado colonial, provincial autónomo; y los que no han disfrutado de la misma oportunidad. Unos, efectivamente, viven anclados en la nostalgia o la decepción; mientras otros se regodean, se solazan, disfrutan en el lodazal de la violencia, la incultura y el odio a la formación.
Guinea Ecuatorial, mi país, y el de los 700.000 habitantes que la pueblan, libra y sufre la durísima batalla, violenta, profunda (acallada) de las diferencias y distancias entre un mundo y otro. Siendo inevitable esta situación de diferencia, inferida por circunstancias, casi siempre ajenas a las; lo peor que nos ha podido pasar es que en Guinea Ecuatorial, además de abandonar, odiar, perseguir y asesinar a la clase preparada, culta, intelectual y capaz de ayudar a nuestro país a encarar el futuro con valentía y éxito, se le ha forzado a abandonar el país y perderse en un exilio de abandono, relegación y no pocas circunstancias de peligro que dentro del país.
50 años (menos 2) de independencia, en estas circunstancias, es imposible que no me de miedo Guinea Ecuatorial.
Y aunque mañana mismo se nos abrieran las puertas del retorno el Guinea Ecuatorial y ese retorno asegurara nuestra LIBERTAD, como estar seguros de que el odio al mundo intelectual guineo no volverá a cebarse sobre el reducto de hombres y mujeres, guineos, especialmente sobre esa riada de niños, jóvenes, estudiantes, que quieren y creen que su importancia y valor se precisamente ofrecer a nuestro pueblo la carga de preparación adquirida.
Ego posui te super gentes et super regna, ut evellas et destruas, et ediffices et plantes”. (Yo te he puesto sobre las gentes y los reinos para que arranques y destruyas y edifiques y plantes” (Dice la Biblia) Guinea Ecuatorial necesita, al frente de sus destinos, a un hombre decididamente dispuesto y capaz de “reventar y destruir”, tan infecto pasado de 48 años; y “edificar y plantar” un nuevo país. Cada mensaje que llega del mundo joven, de Guinea Ecuatorial –sobre todo del mundo estudiantil- es un suspiro, un llanto, un reclamo en este sentido. El grito de los que lo vieron y se prepararon -entonces- para dar brillo a nuestra independencia, y murieron en el intento, y los que -hoy- niños, jóvenes, estudiantes, creen que esto no es la Guinea Ecuatorial que llevan en su mente, deseo e imaginación.
EL FUTURO DEBE DESPEJARSE…
Todo apunta, y el ambiente así lo anuncia, que los cambios, el tiempo del cambio se nos acerca casi precipitadamente. El régimen de casi 50 años se ha ido agotando en sí mismo, casado estrecha y desesperadamente con la decadencia, y una juventud pujante exige, golpeando a las mentes de los que pueden, saben y deben, que se suban a los mandos del Estado, para iniciar un nuevo país. Ese país, Guinea Ecuatorial, que late en el fondo del corazón, en la imaginación, mente y en los deseos de toda la ciudadanía guineana. Los acontecimientos podrían precipitarse.
Qué miedo me da Guinea Ecuatorial, si los cambios o los acontecimientos se precipitaran y nos pillaran desprevenidos. Los dos años que quedan para culminar los primeros 50 años de nuestra frustrada independencia debemos y nos obligan activarlos para evitar que la incultura oficializada, la violencia como método de gobierno, el salvajismo como solución, y la delincuencia institucionalizada coronen, como un viejo y raído “salacot” colonial nuestros ya perdidos 50 años.
1.- En los pasillos y esquinas de los palacios presidenciales de Guinea Ecuatorial, un rumor cada vez más ruidoso, asegura que el presidente del país, se ha sincerado asegurando que se encuentra enfermo y necesita uno o dos años para ir a ¡CHINA! A curarse.
2.- El hijo del presidente de Guinea Ecuatorial, en quien su padre quiere heredar la dictadura de terror y desastre nacional (Odio a muerte a los intelectuales y valores del país; latrocinio compulsivo; muertes en “circunstancias extrañas”; odio generalizado…) acaba de ser citado por el Tribunal Correccional de París, por desmadrado ladronzuelo (bienes mal adquiridos)
3.- Ni el Presidente, ni el Primer Ministro ni el Ministro del Interior ni el Presidente del Congreso de los Diputados, ni el del Senado, ni autoridad alguna de Guinea Ecuatorial es capaz de mirar la “Constitución”, o la “Ley Fundamental”, o la “Carta de Aconibe”; o la “Constitución de Trevijano”, o la del propio Macías, para aplicar lo que dicen todos estos abortos de Constitución que han sido proclamados en el país, a lo largo de 48 años de independencia. Algo deben decir estas constituciones, como solución en casos de muerte, inhabilitación, o desaparición o huida del Presidente largándose -¡por uno o dos años!- a la China o a la Conchinchina, mientras el Vicepresidente, hijo suyo, esté a las puertas de ser juzgado, fuera del país, (Francia) por ladrón. O esperan estas autoridades e Instituciones guineanas a que se desencadene la violencia y se líen entre ellos (los mandamases) a palos, a escopetazos, a pistoletazos y bombas lacrimógenas…
4.- Muy seguro que hay en España, Francia o Estados Unidos (ONU, UA, UE, u Organización regional o subregional africana) con autoridad capaz o dispuesta a ayudar al pueblo guineano a conjurar el peligro de ese final caótico que nos espera a los guineanos. Tan legítimo es hacer prevalecer los intereses económicos, como elegante y digno es conjurar el peligro de un caos social y humano.
5.- Aferrarse a la “autenticidad africana” y esperar a que la globalización se pasee como una apisonadora, sobre nosotros, es tan suicida, como asesino es que esa apisonadora, por sobreponer sus intereses económicos, impida a África conectar con la globalidad.
¡Qué miedo me das, Guinea Ecuatorial!