De día o de
noche, a la hora que sea, cuando entramos en la casa del Presidente, Margarita
nos recibe con una sonrisa.
Severo Moto
la mira y nos confiesa que su vida no habría sido nada si no hubiera dado con
ella, sin haberla conocido. Y es que, en la trinchera, en la dureza de una vida
cuesta arriba es donde se miden los héroes, los campeones, las valientes como
ella.
Hoy
celebramos un año más el nacimiento de esta gran mujer, esposa y madre.
Margarita es una infatigable compañera de mil batallas que jamás abandonó a
pesar de los obstáculos. Crió a sus hijos, venció el miedo a lo desconocido y
siguió animando a su marido, Severo Moto, para que no tirara la toalla.
Ella es su
militante número uno en el Partido del Progreso. Una mujer discreta y educada
que lejos de disputas e intrigas, ha demostrado estar ahí apoyando la idea de
un país donde vivir con dignidad.
Margarita
cree en la paz y habla despacio, sin la vehemencia que exhiben algunos. Nada
tiene que demostrar pues lleva la verdad en la mirada.
Margarita
comparte el sueño de su marido y le hubiera gustado educar a sus hijos en la
tierra de sus padres pero no pudo ser.
Ella cree en la dignidad del ser humano y
en el que la sociedad ha de contar con las mujeres en un plano de abierta igualdad.
Margarita no confunde discreción con sumisión y tiene su carácter.
Hoy,
celebramos su cumpleaños y nos sentimos orgullosos de felicitarla, de haberla conocido y de que
nos haya acogido con tanto calor y afecto.
Felicidades,
señora. Desde que la conocimos, hace ya algunos años, descubrimos en usted los
secretos que guarda la mujer de Guinea Ecuatorial.