A
pesar del frío del invierno el sol se había abierto paso entre las
nubes y los niños jugaban bulliciosamente a la pelota en el parque.
Como cada primer jueves de mes, acudía a ese restaurante en el que
se oficiaba el encuentro de los exiliados de Guinea Ecuatorial, donde
te ponían al día de lo que unos sabían por otros y que les habían
contado que dijeron, una forma más de no perder las raíces y de
seguir sintiéndote parte de algo pues la añoranza, la melancolía
del expatriado, se mitiga compartiendo momentos con tu gente aunque
el escenario esté a miles de kilómetros de lo que en su día fue tu
casa.
El Presidente, Severo Moto, también viaja en Metro, si hace falta
El
Presidente, Moto y el Vicepresidente, Armengol venían juntos y se
acercaban a buen paso. Ellos habían llegado en coche y yo , como
siempre, en el Metro aunque coincidimos en el paseo y caminamos
juntos por lo menos durante unos minutos hasta encontrarnos con el
resto de amigas y amigos que periódicamente compartimos mesa y
mantel.
Ni que
decir tiene que la conversación giró en torno a la última
ocurrencia del sátrapa y que no es otra que la de enfrentar a todo
un pueblo, a toda una comunidad, no a defender los colores de la
selección de fútbol sino al peligro incontrolable de hacer
converger en un pequeño espacio de terreno a miles de personas de
procedencias diversas y entre ellas, muchas, de países que están
intentando combatir el escalofriante virus del ébola.
La
irresponsabilidad de este personaje es tan extrema que no cabe en
ninguna cabeza. Muchos de los contertulios coincidían en que había
alguna estrategia oculta en semejante o aparente majadería.
El
Presidente Moto habló y manifestó su preocupación por el uso
suicida y caprichoso de un tirano que es incapaz de garantizar la más
mínima calidad de vida a los habitantes de Guinea Ecuatorial pero
que se jacta de quedarse con la organización de unos encuentros
deportivos cuando estos deberían haberse suspendidos u organizados
de una manera infinítamente más responsable. “Obiang juega a la
ruleta rusa”, decía uno de los comensales. Armengol Engonga, el
Vicepresidente, apoyaba las palabras de Severo añadiendo que no se
cuenta ni con personal sanitario ni técnico para frenar el más
mínimo brote de esta enfermedad que se contagia con la misma
facilidad que una gripe. “Obiang, está loco”, se horrorizaba la
esposa de uno de los amigos del Presidente.
Un
joven que se sentaba junto a mí y con el que ya he coincidido en
otras ocasiones me contó su punto de vista: “no vaya usted a creer
que el dictador está tan loco como parece” , me dice como
poniéndole los puntos a las íes y continua con su exposición.
“Teodoro Obiang está acabado y él lo sabe. Ya es mayor y hasta
los Papas y los Reyes han de jubilarse y ahí tenemos algunos
ejemplos ¿no?”, me mira y yo no pienso interrumpirle. “Obiang
quiere que sea su hijo, Teodorín, ya le vale, el que herede el país y
así no tener que enfrentarse a la crudeza de que alguien se atreva a
exigirle responsabilidades de lo que ha hecho con nuestra tierra, los
miles de exiliados, los muertos, los presos, los parias y lo que han
robado él y su banda. Obiang no quiere que nadie lea sus papeles, si
es que supo alguna vez escribir, o que entren en sus siniestros calabozos gente
que no sea la que está autorizada por él. El virus ese del ébola
puede ser una tabla de salvación para él y su pandilla de matones
¿no se ha fijado que cada día que pasa hay más esposas, hijos,
sobrinos y allegados de los bandidos en Madrid y en Valencia … ah y
en Canarias, París y hasta en Berlín, que hace unos meses atrás?
Los dirigentes del régimen saben que se puede desatar la enfermedad
en nuestra tierra y eso es imparable. No se puede expulsar el virus
como el que echa o deporta a un opositor o a un camerunés. Si el
ébola se despierta en Guinea Ecuatorial le va a faltar carne para
comer, se lo aseguro”. Bueno y ¿Qué tiene que ver este virus con
el tirano o con la sucesión en la persona de su hijo? le pregunto
intrigado. “Teodorín es lo más tonto que ha nacido de un ser
humano, solo hay que oírlo en los vídeos esos que nos llegan de
Guinea Ecuatorial. Como buen hijo de su padre sabe que la presidencia
se gana con un Golpe de Estado. Así ha sido con Macías, con Teodoro
y lo será con el hijo. Macías tiró por la borda toda posibilidad
de construir un país democrático, amedrentando y asesinando a los
opositores y empujando al exilio a los que pudieron escapar. Cuando
la situación se tensó, su sobrino, un militar formado por España
como guardia colonial, se hizo con el poder con la falsa promesa de
democratizar y modernizar nuestro país … y claro, a la vista está,
no fue verdad. Pues bien, ahora le toca el turno al incapaz de su
hijo. Obiang, de todas formas, va a tener más suerte que su tío
Macías pues “Teodorín” no lo va a matar, ni siquiera lo
encarcelará. La idea es que si la enfermedad anida en nuestra tierra
se creará un estado de excepción en el que muchas naciones, entre
ellas EE.UU y Europa, aportaran medios para frenarla mientras que él
toma el poder militar y por supuesto, social y económico así, a lo
tonto, a lo tonto. La situación será tan compleja y peligrosa que
nadie pensará en transiciones o planteamientos democratizadores
¿Quién piensa en la oposición en Liberia, en Guinea Conakry o en
Sierra Leona? Si se piensa en algo es en como acabar con las muertes
¿no? Y en que no se siga propagando ¿no?. Obiang, se va a dar un
auto Golpe de Estado, eso es seguro y le sustituirá su hijo y así
se irá perpetuando el clan para evitar que nadie ponga las manos en
sus sucios y miserables negocios”.
Terminamos
la comida y me volví a casa con el rún rún del planteamiento de mi
compañero de mesa que cuando nos despedimos me dijo:“En Guinea
Ecuatorial, amigo, la realidad supera a la ficción”.