domingo, 23 de marzo de 2014

ADOLFO SUAREZ HA MUERTO

Fue arquitecto de la transición y primer presidente de la democracia española
Encarnó el centro político, demolió el franquismo y condujo a la Constitución

Adolfo Suárez, el primer presidente de la democracia española

Adolfo Suárez, el primer presidente de la democracia español. RTVE
El expresidente del Gobierno Adolfo Suárez, el primero de la democracia española, ha fallecido este domingo a los 81 años, según ha confirmado el portavoz de la familia, Fermín Urbiola, a los medios de comunicación concentrados en la Clínica Cemtro de Madrid






RTVE.es 
23.03.2014 - 15:15h


Urbiola ha hecho el anuncio a las 15:14 horas: "Por expreso deseo de la familia, vengo a comunicaros que Adolfo Suárez ha muerto. Muchas gracias por todo vuestro cariño", ha señalado. El portavoz, ante las preguntas de los periodistas, ha declinado añadir más detalles.
Suárez, ingresado desde el pasado lunes, sufrió este sábado un empeoramiento neurológico progresivo, después de que el viernes su hijo Adolfo Suárez Illana anunciara que el "desenlace" era "inminente".
Fuentes médicas habían informado la mañana de este domingo a TVE que había pasado una noche "regular" y con algo de sedación".

Adolfo Suárez, icono de la transición

El nombre de Adolfo Suárez evoca la transición política, el espíritu de consenso y reconciliación y la generosidad política que hicieron posible el tránsito pacífico y ejemplar de la dictadura a la democracia en España, superando el largo hiato de cuatro décadas sin gobiernos electos.
Político de raza más que de carrera -se tenía a sí mismo por un "chusquero de la política" y con un sentido pragmático apegado a la realidad, fue unapersonalidad política arrolladora, carismática y seductora, con grandes dotes para la negociación y encanto personal, cualidades que le ayudaron a fraguar los grandes acuerdos y leyes que cimentaron la democracia.
La Ley de Asociaciones Políticas, la Ley para la Reforma Política, la amnistía, la legalización de los partidos políticos -incluido el PCE- y, cómo no, la Constitución de 1978, el texto fundamental de la legislación española en su etapa democrática, se deben a su impulso y liderazgo.
Nacido en el pueblo de Cebreros (Ávila) el 25 de septiembre de 1932, Adolfo Suárez González no respondía al tipo de un político de rancio abolengo. De orígenes humildes, hijo de un procurador de tribunales de tendencia republicana y de un ama de casa, se esforzó para licenciarse por libre en Derecho y empezó su carrera política con el patrocinio de Fernando Herrero Tejedor, uno de los prohombres del régimen franquista y a cuya sombra dio sus primeros pasos.
De este modo, entró a formar parte de la Secretaría General del Movimiento, en el que fue haciendo carrera y acumulando cargos. Fue procurador en Cortes por Ávila en 1967, gobernador civil de Segovia en 1968 -una etapa crucial porque fue la que le puso en contacto con el entonces príncipe de Asturias, don Juan Carlos de Borbón, con el que capitaneó la transición- y director general de RTVE de 1969 a 1973.
Alcanzó una primera cumbre al ser nombrado en 1975 ministro Secretario General del Movimiento en el Gobierno de Carlos Arias Navarro, el primero de la monarquía tras la muerte de Franco. Un puesto estratégico desde el que fue posible su candidatura a la presidencia del Ejecutivo, puesto para el que el rey Juan Carlos consideraba idóneo al joven Suárez.

Muñidor de acuerdos, arquitecto de la transición

Así, siendo al mismo tiempo un producto delestablishment y un hombre con convicciones democráticas, es finalmente el elegido por el rey en julio de 1976 entre la terna de candidatos a presidente del Gobierno. Con 43 años, Suárez ha de acometer la hercúlea tarea de responder al anhelo democrático de la ciudadanía y demoler la dictadura desde los límites de su propia ley.
Dominando el juego de equilibrios, los pactos, los tiempos y la moderación, con la colaboración de otros aliados indispensables como Torcuato Fernández Miranda y Manuel Gutiérrez Mellado, el gobierno de Suárez dio los pasos necesarios para sacar adelante la reforma política equilibrando los recelos de la oposición política, el inmovilismo de los afectos a Franco y el ruido de sables de un Ejército dominado por militares que habían ganado la guerra civil.
La legalización por sorpresa del Partido Comunista en la Semana Santa de 1977 fue el paradigma de la audacia y a la vez aplomo de los que tuvo que hacer gala Suárez para conseguir su objetivo, el momento crítico de su presidencia. 
La meta final era la de convocar las primeras elecciones democráticas y libres en cuarenta años, a las que concurrió con su propio partido, la Unión de Centro Democrático (UCD), una coalición de democristianos, socialdemócratas y otras pequeñas formaciones, cuajada a última hora y a los efectos de auparle a la presidencia, lo que logró en la histórica fecha del 15 de junio de 1977.
Tras la firma de los Pactos de la Moncloa, tuvo que coadyuvar como alquimista ybuscar de nuevo el acuerdo de todas las familias políticas del país para elaborar el texto de la Constitución, que se aprobó finalmente en el Congreso y después por referéndum en otra de las fechas históricas del Suárez presidente, el 6 de diciembre de 1978.
Con todos estos logros, pese a ganar de nuevo las elecciones en 1979, Suárez fue poco a poco acusando el desgaste político, primero interno por las pugnas de los 'barones' de UCD, que le terminaron desautorizando en el verano de 1980, y por una dura oposición parlamentaria, liderada por el PSOE de Felipe González, que presentó en 1980 la primera de las dos mociones de censura que ha habido en la democracia española.

23F, el golpe que no le derribó

La dimisión se le presentó como inevitable y dio ese paso el 29 de enero de 1981, precisamente, según su propio testimonio, tratando de evitar con su marcha lo que vino tres semanas después: un golpe de Estado que echara por tierra lo que tanto le había costado levantar.
El 23 de febrero de 1981, fracasa el secuestro del Congreso que pretendía dar lugar a un gobierno de salvación liderado por militares y procuró a Suárez una de las imágenes más recordadas de su vida, imperturbable en su escaño y negándose a doblegarse ante la amenaza de los golpistas.
  • Manuel Gutiérrez Mellado recrimina la actitud del golpista Antonio Tejero el 23-F

Tras abandonar la UCD, en 1982 crea un nuevo partido, el Centro Democrático Social (CDS), con el que se presenta a las elecciones generales. Pese a una trayectoria ascendente en la siguiente legislatura, su estrategia de alianzas errática y el afianzamiento de Alianza Popular, convertida en el Partido Popular, terminan por dejar a Suárez fuera del mapa político. Tras dos fracasos electorales consecutivos, dimite como presidente del CDS, renuncia a su escaño y en 1991 abandona la política activa.

Tras la política, el drama personal

Desde entonces, se dedicó a cuidar de su familia, aunque tuvo que superar la muerte de su esposa, Amparo, y de Miriam, una de sus hijas, que fallecieron por cáncer. Solo volvió a la política para participar en algunos actos de homenaje institucional y, en2003, para apoyar en un mitin a su hijo Adolfo Suárez Illana, candidato a la presidencia de Castilla-La Mancha por el PP.
Poco a poco, una enfermedad neurodegenerativa hizo que una de las personalidades políticas principales del siglo XX en España llegara a olvidar que fue presidente del Gobierno y a perder toda conciencia de su vida y obra.
Sin embargo, no le faltaron homenajes. El rey Juan Carlos le concedió por sus servicios al país el ducado de Suárez con grandeza de España; fue premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1996, nombrado doctor honoris causa por varias universidades y se le concedió también la Orden del Toisón de Oro, que le entregó el mismo monarca en su domicilio, proporcionando, precisamente junto a don Juan Carlos, la última imagen que se tiene de Suárez, el último icono de un político que hizo historia.