jueves, 14 de noviembre de 2013

"Obiang golea a España antes de jugar". Comunicado del Gobierno en el exilio de Guinea Ecuatorial


Obiang con la copa del mundo de futbol.

Exilio.- España. 13 de noviembre de 2013.  En los últimos días, nosotros, los exilados de la terrible tiranía que asola Guinea Ecuatorial, nos sentimos asombrados al comprobar cómo una vez más España es víctima dispuesta del chantaje de Obiang y de la presión del poder de sus lobbies en las altas esferas de Madrid. El fútbol,  religión tanto en España como en África, crea extraños compañeros de cama, y en algunos casos, como el que nos ocupa, la cama se tiende sobre las torturas, las detenciones arbitrarias y los asesinatos bajo custodia. La vieja metrópoli, arrodillada de nuevo, engañada, comprada por un puñado de monedas.

Estamos asombrados, y sobrecogidos ante el inmenso poder que están demostrando los lobbies del tirano en España. Aún en serias dificultades económicas, se hace difícil de entender que una nación democrática como España consienta que un símbolo de todos los españoles -como es la selección de fútbol- , sea puesto en entredicho y arrastrada por el barro de la indignidad y el deshonor más absoluto.


Nos aterra comprobar el alcance de los tentáculos de Obiang en España. La manipulación de la verdad y el férreo control que ejerce sobre la política exterior de Madrid hacia Guinea Ecuatorial. Una cosa es conseguir que los parlamentarios españoles no vean irregularidades en unas elecciones amañadas, y otra muy distinta es lograr que los altos despachos de Madrid permitan e ignoren una falta de respeto a una insignia nacional como es la Roja, un ataque de  un aberrante y ridículo tirano que ha transformado nuestro país, la antigua perla de África, en una república bananera de la peor calaña.

En nuestra opinión lo adecuado para todos, excepto para el tirano, sería que el partido no llegara a celebrarse. España tendrá que pagar una abultada factura por esta encerrona, y no será sólo económica. Para el Gobierno del señor Rajoy, para su imagen internacional, para su tan trabajado proyecto de la “Marca España”, caer en esta trampa tendrá imprevisibles consecuencias. La supuesta rentabilidad de esta operación, o el posible dinero que reciba la Federación, serán, no cabe duda, objeto de investigación en el futuro, pues ya se extiende entre la prensa española la sospecha de corrupción que hay alrededor de este asunto.

La selección, los jugadores, jóvenes profesionales que son la ilusión de muchas personas en el mundo, también en Guinea Ecuatorial; don Vicente del Bosque, embajador de la Unicef, aparte de caballero y buena persona por encima de todo… ¿Cómo van a explicarlo ante los españoles, ante los ojos del mundo entero? Cómplices, comparsas de un tirano asesino, al fondo de la imagen de un Obiang orgulloso y enardecido. No, no es posible que ellos también…

¿Qué le podemos decir a nuestros niños? Ellos, que aman a Iniesta, a Casillas, Puyol, Xavi, y los nombres, puestos y vida y obra de todos y cada uno de ellos. Nuestros hijos, nietos, que tienen hasta sus camisetas, de la Roja, o del Madrid o del Barça o posters en las paredes de su cuarto.  La Roja es un ídolo, un símbolo, algo que está por encima de todo, de la tragedia de vivir en Guinea, o de tener que renunciar al sueño de ser como ellos algún día. Obiang, y eso lo saben también los niños, ha emponzoñado su esperanza demostrando que en realidad, tampoco ha sido tan caro, que todos, hasta los internacionales de la selección española, tienen un precio y que él puede pagarlo.

Y Obiang. El tirano Obiang quien en su en su profunda y conocida ignorancia, piensa que va a sacar partido de esta inversión en los bolsillos adecuados. Nos informan desde Guinea, que el tirano se regocija del revuelo que ha levantado su “travesura”. No es difícil imaginarle soñando con ganar a la Roja el sábado en Malabo o moviendo los hilos para que los árbitros y demás personal estén bien “dirigidos”. Quizá piensa en ganar a la Roja, aunque es cierto que a España, y antes de jugar, ya la han metido un gol.

Es innegable que España desea el silencio más absoluto, como es evidente que Obiang desea lo contrario. Mostrará a los miembros de la expedición, junto a la prensa acreditada, las grandes avenidas y los lujosos edificios y hoteles de la ciudad fantasma de Sipopo.

Cientos, por no decir miles de ciudadanos, aclamarán a Obiang en todo momento, mientras policías, esbirros y pagadores, silenciarán cada cual con sus artes las cámaras, las miradas y las preguntas indiscretas. El pueblo, silenciado y acorralado hará lo que le indiquen los pistoleros. ¿Ha valorado España la seguridad? ¿Conoce siquiera que en el estadio donde va a jugar han tenido lugar tiroteos y agresiones entre asistentes rivales, o directamente por la policía? ¿Es realmente tan buena idea celebrar este partido? En nuestra opinión, no.

En cualquier caso,  y acostumbrados a la actitud de España respecto a Guinea Ecuatorial, si pese a todo, el encuentro tuviera lugar, es nuestro deseo que transcurra por cauces de tranquilidad, seguridad y deportividad.

Por tanto, en esta situación, el Gobierno en el exilio de Guinea Ecuatorial solicita a la prensa internacional que tenga otra mirada para aquello que no es fútbol. Que pueda, sin comprometer su seguridad,  escamotear una cámara de video o de fotos, o coger al vuelo una declaración de la calle, un testimonio, un retazo de nuestra tragedia para enseñárselo al mundo. Rogamos que no olviden los presos políticos, ni a los desaparecidos ni a las decenas de miles de enfermos de SIDA, ni se muestren ciegos ante el clima de extrema pobreza. La prensa, una vez más, es la última esperanza.

Nuestro pequeño país, muy necesitado pese a su riqueza, agradecerá cualquier gesto de los componentes de la expedición. Objetos y útiles banales en España pueden costar una fortuna en Guinea Ecuatorial. Pañales, analgésicos, desinfectantes, pomadas,  serán bienvenidos por cualquier persona con la que se crucen y caben perfectamente en una maleta.

Por último, aclarar que nada nos gustaría más a todos los guineanos que recibir a La Roja en un país liberado, donde con leyes justas y derechos ciudadanos, nuestros paisanos puedan animar a su selección guineana –no como la de ahora- plantando cara y poniéndoselo difícil, en el terreno de juego, a los orgullosos y geniales campeones del mundo.