miércoles, 27 de noviembre de 2013

EL DILEMA DE LA LIBERTAD FRENTE A LA BARBARIE

                           



Secretaría de Formación del Partido del Progreso

«El nacionalismo es una de las grandes aberraciones de la Historia, es un superviviente del estatismo y el colectivismo, es una doctrina que atribuye la importancia de un individuo por su adhesión a un grupo», esto es lo que piensa el escritor peruano-español Mario Vargas Llosa, de toda forma de nacionalismo. Para el Nobel de Literatura, "las peores desgracias de la humanidad en los tiempos modernos" han sido originados por esa ideología. Basta  mirar los terribles genocidios que han tenido lugar, a punto de finalizar el s. XX y en pleno centro de Europa, producidos por el enfrentamiento (la guerra de la vergüenza, la han llamado) nacionalista servio-bosnio, para entender mejor estas aseveraciones.

Muchos de los que hemos seguido de cerca -incluso participado activamente- en la transición de la dictadura a la democracia en España, nos sentimos entristecidos  al ver la deriva nacionalista a la que han dado lugar algunas de las llamadas Nacionalidades Históricas en este país. Aquella transición democrática pacífica, considerada como auténtico  modelo en todo el mundo e inspirada en un fuerte deseo de convivencia y de reconciliación entre  todos los españoles, sirvió de guía a muchas naciones, especialmente en Iberoamérica, para alcanzar también su libertad y la democracia. Precisamente el andamiaje que iba a permitir una pacífica y tranquila transición en España, descansaba en la solidaridad y en la ayuda mutua entre las  diferentes nacionalidades y regiones (cohesión o reequlibrio inter-territorial lo denominó Felipe González ) que constituían la nación.

Treinta años después de haber terminado aquella transición, el panorama que se cierne sobre este país es bastante sombrío. El nacionalismo ha ido conquistando, paso a paso, cada vez más espacios de soberanía nacional (la lengua, la cultura, la enseñanza, la sanidad, etc.). Esto ha sido posible por un extraño complejo de culpabilidad y también por una cierta candidez  de los políticos y cuando no, por una  irresponsabilidad calculada, por la que se les ha permitido  casi todo, con tal de evitar el enfrentamiento. El resultado no puede ser peor: algunas comunidades se han convertido en devoradoras insaciables del presupuesto público (en perjuicio de las demás), utilizado para reafirmar sus veleidades identitarias y su acción política exterior, con un rosario de embajadas, en clara competencia con el estado central. Y lo peor, se ha ido inoculando el odio a lo español -a lo común- para resaltar lo particular, en un absurdo sociocentrismo. Además de haberse puesto fecha al referéndum de su independencia, se están instalando actitudes totalitarias y claramente segregacionistas por el poder político, en contra de aquellos que no están de acuerdo con las taxis nacionalistas y separatistas.

Precisamente estas comunidades están intentando importar su modelo de nacionalismo a Guinea Ecuatorial, mediante la utilización de diferentes grupos políticos guineanos (con apoyo económico incluido) de carácter étnico, federalista y nacionalista, instalados en Cataluña. La dinámica es todavía más perniciosa que la llevada a cabo en España: se exaltan las prerrogativas, las capacidades y derechos de cada etnia (incluso se llega  a la criminalización de alguna de ellas), en competencia con las demás. Posteriormente (en el pos-Obiang) pretenden deshacer la nación (GE) para crear diferentes entidades étnicas, con carácter plebiscitario, que voluntariamente se adhieren (o no) a un unte superior: el estado federal. El resultado posterior de esta amalgama (ente Endowe-Visio-Fang-Bubi-Anobonés......) es impensable y por supuesto, totalmente imprevisible. Bien pudiera ser para GE la herencia envenenada de un pérfido Obiang, que como España en nuestra independencia, sentencie: ¡"habéis querido la democracia, ahí tenéis vuestra condena"¡.

A veces no es fácil distinguir entre la vedad y la mentira. Aún  advirtiéndola, puede ser más cómodo pactar con ella que combatirla. Aquí no podemos andar con paños calientes, ni con posturas timoratas, estamos obligados a defender el futuro de Guinea Ecuatorial, y la verdad es que el nacionalismo es una ideología autoritaria, reñida con la libertad, porque se ha demostrado que todas las construcciones nacionalistas han terminado siempre en auténticos totalitarismos.

Por el contrario, las mayores cotas de libertad en la historia, se han dado cuando diferentes pueblos se han querido unir para ser más fuertes en lo económico, en lo militar, en el remedio de las desgracias (catástrofes) o en la construcción de sociedades capaces de respetar las diferencias de los otros: sus costumbres, su religión y la cultura de cada pueblo. En definitiva, la solidaridad y la ayuda mutua entre todos.