Periódico el Mundo. Alberto Rojas 26-5-13
URNAS SIN DEMOCRACIA/El sátrapas a busca votos.
El régimen dictatorial de Obiang, el más longevo del continente africano, busca legitimarse con una nueva farsa electoral
Los dictadores suelen amar las elecciones: Hitler llegó al poder gracias a las urnas, Kim Jong-il era votado por el 100% de sus ciudananos en Corea del Norte, los hermanos Castro son los campeones de las consultas populares, a Vladimir Putin le encanta hacerse fotos metiendo la papeleta y Bashar Asad no tiene el más mínimo problema en convocar comicios presidenciales en Siria.
Pero entre todos los amantes de las elecciones destaca Teodoro Obiang, el sátrapa más longevo de África, con 34 años al timón de un país que ha cambiado de constitución en cinco ocasiones para acumular más poder en su persona y en su familia. Estos días miles de ecuatoguineanos salen a la calle para gritar «basta» contra esta plutocracia mientras se cocina un nuevo pucherazo electoral. El anterior data de 2009.
La población de esta antigua colonia española fundada para el regreso de los esclavos de las Américas está de nuevo convocada a unas elecciones. Pero según denuncian las organizaciones de derechos humanos, serán una nueva farsa para poder darle a su régimen un barniz democrático.
Obiang, experto en la más grosera manipulación de resultados electorales, ya ha ordenado detener a 10 opositores, reprimir con dureza las manifestaciones, cerrar el acceso a las redes sociales, cortar las líneas de móviles y prohibir la emisión de noticias provenientes de agencias extranjeras. Estas prácticas son comunes en uno de los países más incumplidores de derechos humanos del mundo.
Los ciudadanos ecuatoguineanos aún no han visto ni una sola secuencia, por estricta censura, de la llamada Primavera Árabe en Túnez, Libia o Egipto. No lo necesitan, ya que miles de personas llevan días manifestándose a pesar de la dura represión desatada por un régimen que no escatima en sacar los tanques a la calle y en practicar detenciones ilegales y en torturar a quien ose desafiarle.
Obiang sólo ha permitido que uno de los partidos contrarios a su gobierno participe en los comicios que se celebran bajo un estricto control militar. Se trata de Convergencia para la Democracia Social (CPDS) de Plácido Micó, la única voz crítica en el parlamento guineano. Las organizaciones Amnistía Internacional, EG Justice y Human Rights Watch denuncian que, «en situaciones de intento real o presunto de golpe de estado, el Gobierno de Obiang y su partido gobernante a menudo invocan razones de seguridad como argumento para encerrar a opositores».
Sin observadores internacionales, el partido en el poder usa tácticas intimidantes como el llamado «voto patriótico». Es decir, el deber de enseñar la papeleta a la mesa electoral antes de votar para demostrar que no se elige a la oposición. Así, no es difícil prever una aplastante victoria del Partido Democrático de Guinea, que no es otra cosa que el instrumento de Obiang para enriquecerse. Frank Rubby, ex embajador norteamericano en Guinea Ecuatorial, lo definió como «el gobernante más asesino y ladrón del mundo». Un empresario español, con negocios en Malabo, asegura a este periódico que el dictador es un auténtico «saqueador sin escrúpulos, con la administración más corrupta y podrida de toda África».
Su nulo respeto por la democracia y los derechos humanos no han sido problema para que gobiernos como el de Zapatero en España, el de Sarkozy en Francia o el de Bush en EEUU se hayan entendido sin problemas con este régimen. ¿La razón? Guinea Ecuatorial chapotea sobre unas enormes reservas de petróleo de las que se obtienen 322.700 barriles al día.