sábado, 3 de noviembre de 2012

NACIÓN, NACIONALISMOS Y ESTADO DE DERECHO


                                                             


Redacción de El Confidencial. 3-11-2012



Muchos de los esfuerzos de un número importante de grupos opositores a la dictadura de Obaing Nguema, radicadas en España, están siendo orientados hacia la lucha por la afirmación del carácter de pueblo, nación o etnia, como rechazo a la otra etnia mayoritaria de la que forma parte el dictador y la mayoría de los componentes de la elite privilegiada que lo sostiene. Sería bueno saber delimitar la acción perversa de un gobernante, de la del resto de los individuos de su misma etnia, máxime si esta está siendo igualmente oprimida y pisoteada en sus derechos, como las demás. Como tampoco sería lo más prudente confundir la lucha por la caída y desaparición del régimen dictatorial imperante en Guinea Ecuatorial, con la necesaria pervivencia de un estado -la República- cohesionado,  garante de los derechos y libertades de todos los guineanos.

Hoy existen  en  el  mundo 193  países  reconocidos  por  la  ONU, un  mundo en  el  que pueden distinguirse más de 15.000 etnias, algunas al borde de la extinción. Sería absurdo pensar que cada una de estas etnias puedan constituir una nación con el fin de garantizar la defensa de los derechos de sus miembros. Evidentemente, que no es esta la forma  de proteger el conjunto de  los  derechos de todos los seres humanos. Todos conocemos algunos estados  que  están  formados  por  multitud de grupos humanos  muy  diferentes entre  si, y sin embargo, unidos   por  un  proyecto  común  de  sociedad  que  favorece  las  expresiones culturales de todos ellos, en el marco de una auténtica cohesión interterritorial. En un mundo que camina  hacia  la  Aldea  Común,  en  el  que  la interrelación de las personas supone un hecho enriquecedor en lo cultural y beneficioso en lo económico, no encuentran cabida muchas de las aspiraciones sociocentristas e identitarias que conocemos. Y resulta chocante, a estas alturas, que  en España -no pretendemos hacer crítica gratuita al país que nos acoge- existan grupos que están avivando tan virulentamente la fiebre  del  separatismo.  Precisamente estos partidos y grupos separatistas, han alentado la creación de una plataforma de grupos y partidos guineanos que  pretende mimetizar  esta misma - peligrosa- dinámica en Guinea Ecuatorial.

Hemos podido ver en la propia Europa, como  la  divinización  de  la nación ha conducido a la aparición  del  nacionalismo exacerbado, extremo o totalitario. No se trata de amor legítimo a su propia  patria  o  de  estima  de  su identidad,  sino  de  un  rechazo  del  otro  en  su diferencia,  para  imponerse  sobre  el, haciendo buenos todos los medios: la exaltación de la raza, la imposición  de  un  modelo económico, la nivelación de las diferencias culturales, la sobrevaloración del estado  que piensa y decide por todos. Está claro que  el  nacionalismo  es  una  de  los  falsos  ídolos  de  nuestro tiempo, en nombre del cual se sacrifican los principios de la vida democrática, los derechos de las personas, el bien común y la paz, siendo la raíz y la fuente de conflictos y violencias, en este siglo y en los anteriores.

Guinea  Ecuatorial, un  país  formado  por  diferentes  etnias,  (estado  126  de  Naciones Unidas), debe de unir fuerzas entre todos los grupos opositores, para desembarazarse de la cruel dictadura que está devorando sus entrañas. No debe de abrir, en ningún caso, un  debate étnico o identitario que agravaría más, si cabe, la situación calamitosa en la que se encuentra nuestro pueblo, debido a los más de 40 años de dictaduras que ha soportado. No es conveniente olvidar, que el estado de marginación y asfixia cultural en la que se encuentran la mayoría de las  etnias y los demás grupos sociales, es debido única y exclusivamente, a la acción de un dictador: Teodoro Obiang Nguema. 

Por este motivo, es necesaria la concurrencia de fuerzas de todos los partidos democráticos exiliados, para poder derribar la dictadura de Obiang. Una vez caído este régimen, será prioritario diseñar un modelo de democracia en la que quepan todos, con sus particularidades  y  expresiones  culturales diversas.  Hay  que  montar,  en  definitiva, un  estado  democrático moderno,  dotado de instituciones fuertes, capaces de devolver la ilusión y generar confianza al pueblo guineano. A este respecto, parece apropiado recoger unas declaraciones bastante clarificadoras de Don Severo Moto, que nos indican cuál va a ser la línea de acción de nuestro proyecto: "Mi medida, a la hora servir a nuestro país, no ha sido, no es, ni será nunca la medida de cada pueblo, sino la medida de compromiso, aceptación y dedicación al proyecto político del Partido del Progreso, que tiene abiertas las puertas, por igual, a TODOS".