lunes, 5 de noviembre de 2012

A PESAR DE TANTO ABANDONO,TANTO SUFRIMIENTO Y TANTAS MUERTES, JAMAS HEMOS PERDIDO LA FE

                                                                      
NO HAY QUE PERDER EL ALIENTO, LA ESPERANZA Y LA FE EN LA INEVITABLE CAIDA DEL REGIMEN DICTATORIAL DEL PRESIDENTE FUNDADOR
(publicado por: Fernando Abaga en Guinea.Net)

La maldita “Sandy” me ha arañado con la ferocidad de una tigresa herida. Pero, esto no es lo que me ha impulsado a escribir este artículo, sino el aire de pesimismo y de desesperación que se respiran estos días en los círculos de la oposición y que parecen haberse acentuado como consecuencia de las detenciones del abogado Fabián Nsue Nguema y otros disidentes. Y muchos, acertadamente, se preguntan “¿Hasta cuando?” Ya semanas atrás, el artículo de Andrés Esono Ondo, que encuentra la explicación en la pasividad del pueblo, había desatado la cólera de ”Crispín”, a quien todavía tengo el deseo de conocer (también a Nse Ramón), atribuyendo la continuidad del régimen del Fundador a la incapacidad de la Oposición.

Los dos dicen la verdad, pero, una verdad incompleta. En efecto, sumando los dos artículos se llega a un excelente análisis de la problemática pero al que habría que añadir otros factores para llegar a un panorama más amplio. Por ejemplo, la dimensión regional. ¿Puede implantarse la democracia en Guinea Ecuatorial mientras que Camerún y Gabón mantienen sus dictaduras? ¿Por qué los opositores a Macías antes, y al Fundador ahora, son vigilados en dichos países, ya sea por Amadou Ahidjo o Paul Biya, en Camerún o por Bongo padre o Bongo hijo, en Gabón? ¿Alguien se pregunta por qué Bongo entregó a Bonifacio Ondo Edu a Macías y a Felipe Ondo Obiang, Guillermo Nguema Ela y otros al Fundador? La respuesta es fácil: si no cooperaran, el Fundador también podría albergar y dar cobijo y amparo en Guinea Ecuatorial, a sus enemigos políticos. Por lo tanto, esta cooperación de Camerún y de Gabón, antes con Macías y ahora con el Fundador para controlar a los opositores guineanos es en realidad una estrategia para controlar a la propia oposición y mantener su poder dictatorial. Si dichos países (Camerún y Gabón) fuesen democracias, el comportamiento seria diferente. Para ser más claro, la mejor protección que tiene el Fundador son los regímenes de Camerún y Gabón. Sin ella, echar al Fundador del poder seria como coser y cantar.

¿Y qué decir de las diminutas dimensiones geográficas y demográficas de Guinea Ecuatorial? Como nos gusta decir a los guineanos, “todos nos conocemos”. Esto es así porque Guinea Ecuatorial es un pequeño país. Las diminutas dimensiones geográficas dictan que sea muy difícil montar una acción desde dentro y fuera del control del régimen. Y si a esto se agregan las diminutas dimensiones demográficas, la cosa queda más clara. Es así que el régimen pudo fácilmente aplastar la movida del 17-D en 1992, la rebelión Bubi en 1998, y otras tantas iniciativas que no pudieron madurarse por la dificultad de mantener el secreto en una sociedad tan pequeña. No existe la cobertura necesaria para montar una acción digna de su nombre ni el necesario anonimato que sirva de protección. Dadas estas circunstancias, Guinea Ecuatorial se controla fácilmente desde arriba, es una sociedad que se controla por sí misma. Es como estar en un dedal. No hay lugar para esconderse y como diría alguien, “los cementerios están llenos de hombres valientes”.

Y el petróleo, ¿qué papel ha jugado? El advenimiento del petróleo es lo mejorcito que le ha ocurrido al Fundador desde que está donde está. El petróleo ha sido su verdadero maná, un balón de oxigeno que le ha dado vida nueva. Con el petróleo, el Fundador pasó de ser un paria internacional a un “líder” reconocido y recibido hasta en los palacios occidentales. La antigua Secretaria de Estado americano, Condoleezza Rice le declaró “friend of America” al Presidente Fundador. Con el petróleo, el Fundador pudo comprar lo que nunca había tenido: la legitimidad internacional. Al mismo tiempo, la Oposición quedaba abandonada y considerada como una “molestia” incluso por aquellos que lo habían apoyado hasta entonces. Y es que, en el nuevo contexto internacional los intereses económicos y geopolíticos están por encima de las cuestiones morales e idealistas. Si alguien lo duda, ahí están las artificiales monarquías dictatoriales del golfo pérsico, empezando con Arabia Saudita, donde las mujeres no pueden ni conducir y abundan las decapitaciones, pero que nadie molesta por cuestiones de derechos humanos, solo porque tienen mucho petróleo.

La dicotomía Pueblo – Oposición es artificial, superficial y perjudicial. También es innecesaria. Que el pueblo guineano sea manso está hartamente demostrado. Pero, el pueblo guineano no es el único pueblo manso que existe. Que un puñado de ingleses haya podido colonizar a India, un país con dimensiones casi continentales y una nutrida población, es elocuente. Además, un pueblo manso puede dejar de serlo dadas unas circunstancias adecuadas. Esto se ha visto en el caso de Liberia, país que ha conocido una de las guerras civiles más viciosas que haya conocido el continente africano.

Por otra parte, esto de acusar a la Oposición desde la posición cómoda del anonimato y de la inacción no es justo. Nadie ha nacido como opositor y nadie ha sido designado para hacer ese papel. Los que hoy se identifican como opositores lo hacen impulsados por las circunstancias que afectan a la mayoría de los guineanos. Ahora bien, si los que actualmente se identifican como opositores no lo hacen bien, ¿qué o quien impide a otros que no lo han hecho hasta ahora a sumarse a las filas de la Oposición y hacerlo mejor? El camino está abierto, especialmente ahora que muchos opositores han muerto mientras que muchos de los que quedan están cansados después de tantas palizas, encarcelamientos, expulsiones de los puestos de trabajo, implacable persecución, ostracismo, etc. Hace falta sangre nueva. Lo que realmente importa es el cambio, no el protagonista, teniendo en cuenta la escasez de ejemplos de países africanos en que la oposición haya protagonizado un cambio de régimen político. No hay duda que la Oposición pudo haber hecho mejor las cosas. Pero, también se podría reconocerles el mérito de haber asumido el enorme riesgo de hacer frente a una dictadura irracional y criminal a pecho descubierto. “Se anda haciendo caminos” y muchas lecciones se habrían aprendido de esta historia llena de desaciertos pero también de coraje, abnegación, patriotismo y espíritu de sacrificio.

En realidad, me estoy preguntando si existe una explicación racional a la caída de las dictaduras, si existe realmente una receta para desmontar dictaduras. Estoy empezando a pensar que estas caen justo cuando deben caer: ni un día antes, ni un día después. Recuerdo una conversación que mantuve con un profesor de la Universidad de Lubumbashi (Zaire) que conocí en un seminario en el que participé en Kribi, Camerún, poco después de la caída de Mobutu. Yo le pedí al profesor ese que me cuente cómo fue aquello. Este fue su relato: “… hijo mío, qué te voy a decir. Muchos pueden creer que nosotros los zaireños no somos valientes, lo cual no es verdad. No hay nada bajo el sol que no hayamos intentado para deshacernos de Mobutu. Fracasamos en todos los intentos, hasta que simplemente nos cansamos y nos resignamos a nuestra suerte. Pero, de repente, surge lo de los Banyamulengues y lo que creíamos imposible se hizo posible. Hasta ahora, todavía nos resulta difícil creer que Mobutu ya no existe…”

Tuve una experiencia similar en el caso de Costa de Marfil. En noviembre de 1999 salí de Monrovia para asistir a un encuentro de economistas en Cape Town, Sudáfrica. Pasé unos días en Abijan pudiendo observar y constatar el control absoluto que ejercía el presidente Aimé Henri Konan Bedie (el heredero del difunto Félix Houphouët-Boigny) en el país. En diciembre de ese mismo año, solo un mes después, volví a pasar por Abijan para ir a pasar las navidades con mi familia en España. Al bajar del avión procedente de Monrovia para tomar mi vuelo para Ámsterdam, me llamó la atención el silencio reinante en el aeropuerto de Abijan así como las claras señales de inquietud en la muchedumbre. Más tarde pude saber de qué se trataba: corrían rumores de que había una revuelta militar en la ciudad por cuestiones salariales y que un grupo de ellos se estaba dirigiendo al aeropuerto para ocuparlo. De repente, se empezaron a cancelar los vuelos internacionales, incluyendo el mio, de KLM. Afortunadamente, se mantuvo el vuelo de Air France puesto que el avión ya estaba a hi, y tuve que comprar otro billete ahí mismo para escaparme de la refriega que se avecinaba. Al llegar a Valencia dos días después, se estaba anunciando por la televisión que se había producido un golpe de Estado en Costa de Marfil y que Konan Bedie había sido depuesto. No me lo podía creer. Pero, si ese señor parecía tenerlo todo bajo control. Puedo referirme también al caso del presidente Marc Ravalomanana en Madagascar. Visité ese país en junio de 2008 durante mi destino en las islas Comoras, y ese señor parecería tener a todo el país bajo sus botas. Casi había convertido a su país en una empresa familiar. Ravalomanana era el dueño y señor de todo y no había indicios de que algo pudiera pasar. Pero, algo pasó solo unos meses después, en marzo de 2009, cuando Ravalomanana fue expulsado del poder por la misma masa que hasta entonces se había mostrado sumisa a sus caprichos, movilizada por un jovencito, el alcalde de Antananarivo, que no hacia mucho era un simple DJ de varias discotecas y fiestas nocturnas, de nombre Andry Nirina Rajoelina.

Podemos dedicar tiempo para analizar estos y otros cambios políticos y encontrar lo que creemos que son factores racionales que explican el cambio y quedarnos satisfechos. De hecho, existe abundante literatura sobre esos casos, muy rica en las relaciones del tipo causa-efecto. Sin embargo, incurriríamos en la falacia de siempre: Poco después del descubrimiento del racionalismo por Descartes, muchos de sus seguidores llegaron a afirmar que no quedaba nada por descubrir. Y esta falacia, de creer que el análisis racional nos aporta la respuesta a todos las cuestiones fundamentales de la vida, limita nuestra capacidad de “percibir”. Si es verdad que la Oposición ha surgido del pueblo, también es cierto que el régimen que nos machaca también ha surgido del mismo pueblo. Se trata, por lo tanto, de las manifestaciones antagónicas del pueblo guineano. Es el pueblo que está en conflicto consigo mismo. De ahí que, como se suele decir, mientras que señalamos al culpable con el dedo índice, el dedo pulgar nos señala a nosotros mismos. Y aquí radica la complejidad de la cuestión. El Fundador debió dejar el poder a principios de los años 1990 pero decidió no hacerlo. Desde entonces cada año que pasa en el poder es tiempo prestado, es una deuda con el pueblo de Guinea Ecuatorial y con la historia. Y como tal deuda, el Fundador y los suyos la pagaran con creces, el pueblo cobrará, ni un día antes ni un día después. “Lo imposible se hará posible” y nadie lo podrá impedir.

Un compañero de lucha, en respuesta a un artículo mio, me escribió llamándome la atención sobre los planes dinásticos del Fundador, de pasar el poder a su hijo. Desde mi punto de vista, el cambio que se propugna no es solo un cambio de personas, sino un cambio de régimen. El traspaso del poder, del Fundador a su hijo, no reúne las condiciones necesarias para el cambio que se propugna. Todo lo contrario, es el típico ejemplo de “como cambiarlo todo para que nada cambie”, tal como lo expresaba Giuseppe Tomasi di Lampedusa en su obra “Il Gattopardo” (“El Leopardo”) Es la moda del día para los dictadores, de pasar el poder a sus hijos al final de su carrera dictatorial, es decir a su muerte. Esta aberración ya tuvo lugar en Siria, donde el poder pasó a Bashar Hafez Al-Assad a la muerte de su padre, el cruel dictador Hafez Al–Assad, en 2000 después de 29 nueve años en el poder. Pero, 12 años después, Siria está ahora en llamas. Lo mismo ocurrió en Togo, a la muerte del asesino “general” Gnassingbé Eyadémade en 2005 después de 38 años en el poder, que pasó a ocupar su hijo Faure Essozimna Gnassingbé. Pero, a pesar de todo, no hay estabilidad en dicho país. En efecto, ha habido violentas manifestaciones en junio, agosto y septiembre de este año. Lo mismo se puede decir de Gabón, pues, Ali Bongo Odimba, instalado en el poder a la muerte de su padre Omar Bongo Odimba en 2009 después de 41 años en el poder, no parece tenerlo fácil. La Oposición está exigiendo la celebración de una Conferencia Nacional Soberana. Y lo de Marruecos solo es cuestión de tiempo y en Jordania Hussein esta haciendo grandes malabarismos para apaciguar al pueblo. El presidente Ali Abdullah Saleh, de Yemen y el presidente Hosni Mubarak, de Egipto, no pudieron llevar a cabo sus planes dinásticos puesto que fueron expulsados del poder por las masas, antes de que pudieran consumar dichos planes. Hay grandes diferencias entre esos retoños dictatoriales y el petardo del Presidente Fundador: Se trata de jóvenes bien formados y que, además, cuentan con el apoyo y el beneplácito del “Establishment” dictatorial montado por sus maléficos progenitores. El hijo del Fundador no reúne ninguna de esas condiciones, agregando ese proyecto a la larga lista de “elefantes blancos” que el Fundador está implantando en el país y que no tienen una utilidad clara ni un futuro claro, llámese bondadosamente FRACASO.

La historiadora americana Barbara W. Tuchman, en su obra “The March of Folly”, llama “Locura” (“Folly”) a la ejecución sistemática, desde el poder, de acciones que van en contra de los intereses propios. ¿Por qué el Estado Israelí está machacando sin piedad a los palestinos, ignorando incluso las resoluciones de Naciones Unidas? Lo hace porque esta convencido de que, gracias a su superioridad militar, puede hacerlo indefinidamente sin que pase nada. Pero, esta obsesión con la defensa y la seguridad van en detrimento de todo lo demás. Como dirían los economistas, el coste de oportunidad de la defensa y la seguridad es excesivamente alto para el propio Estado Israelí. Es así que, Israel se está degenerando internamente como consecuencia de esta política. Fíjense: según datos que he visto por ahí, la ocupación de Gaza cuesta al erario público israelí unos 2.000 millones de dólares al año. A esto hay que añadir unos 700 millones de dólares al año para financiar la política de expansión de los asentamientos judíos en el territorio palestino. Para mantener esta locura año tras año, se tiene que hacer fuertes recortes presupuestarios en otros campos, como la educación, la sanidad, la seguridad social, etc., dando lugar a una profunda crisis social que explica las enormes manifestaciones que están teniendo lugar en Israel desde 2011. Los manifestantes protestan contra el aumento de la corrupción y de la pobreza, el elevado coste de vida, la alienación, el enriquecimiento de una minoría a costa de la mayoría, etc. También he leído que más de 400 israelíes se suicidan al año como consecuencia de la creciente pobreza, que esta alcanzando a una creciente porción de la clase media. En lo que va de 2012, ha habido varios casos de autoinmolación al estilo Mohamed Bouazizi de Túnez. A pesar de su imponente ejército, el Estado israelí se está debilitando a nivel interno y depende cada vez más de la ayuda americana para sostenerse.

Además, existen unas tendencias demográficas que no deberían ignorarse pero que se ignoran. En primer lugar, está el hecho de que una porción creciente de la población israelí no es descendiente de los primeros inmigrantes, sino de gente que nació fuera de Israel y que fue traída en el marco de la política de inmigración propugnada por el Estado israelí. Esta gente no comparte necesariamente la visión del actual Estado israelí, en cuanto a la ocupación de Palestina y la expansión de los asentamientos judíos en territorio palestino. En efecto, siempre según datos disponibles, 4 de cada 5 israelíes están en contra de la ocupación de Palestina y más de un 60% está en contra de la política de los asentimientos judíos en territorio palestino y un elevado porcentaje de ellos está a favor de su inmediato desmantelamiento. Por otra parte, está el crecimiento demográfico de los palestinos y del mundo árabe en general, que es superior al crecimiento demográfico de la población judía. A este habría que mencionar que en vez de inmigración, lo que se está registrando actualmente es una fuerte corriente emigratoria en que varios ciudadanos israelíes, como consecuencia de la crisis social que se está empeorando, ya no ven el futuro claro en ese país, prefiriendo abandonarlo y probar suertes en otras partes. Además, están las consecuencias del conflicto armado en Libia: según he leído en alguna parte, las armas están siendo filtradas clandestinamente, de Libia a Palestina. Seguro que el conflicto sirio tendrá las mismas consecuencias. También está el hecho de que la primavera árabe está poniendo en el poder a gobiernos que no guardan la mínima simpatía hacia el Estado judío. Ante esta evolución, ¿no tendría sentido cambiar de política? Lo más probable es que se ignore lo que dicta el sentido común. Recuerdo hace unos años, le propuse a un hombre del poder la posibilidad de que el Fundador se reúna con la Oposición siempre que viaja al extranjero, no para negociar sino para una simple toma de contacto. La respuesta fue la siguiente: “Oye, Fernando, eso seria como bajarse los pantalones. No vamos a hacer tal cosa”. Esto solo tiene un nombre, tanto en el caso de Israel como en el del régimen del Fundador: “Locura”.

Es interesante y paradójico: se es más débil cuanto más fuerte se cree ser. El politólogo y sociólogo americano de origen japonés Francis Fukuyama lo llamaría “La Debilidad de los Estados Fuertes”, en su libro “El Fin de la Historia y el Ultimo Hombre”. En eso, el régimen del Fundador es todo un paradigma, pues, se cree fuerte y hace grandes esfuerzos por implantar esta creencia. Es así que la Oposición también lo cree y el pueblo en general también. Pero, ¿es realmente fuerte el régimen del Presidente Fundador? Examinemos bien este importante asunto. Todo es relativo en esta vida. Si uno es fuerte es porque el otro es débil y todo depende del ángulo por el que se mire. La aparente fuerza del Presidente Fundador descansa, al igual que en el caso de Israel, en un solo factor: tienen armas y están dispuestos a utilizarlas sin contemplaciones y todas las veces que haga falta. Gracias a este factor y solo a este factor, el Fundador campa a sus anchas y hace todo lo que quiere con los recursos del país y con el pueblo, llegando incluso a matar sin que pase absolutamente nada, lo cual ha acentuado el sentimiento de indefensión del pueblo así como la creencia de que el régimen del Presidente Fundador es invencible. Es este sentimiento de invencibilidad del Fundador y el uso del terror por el, que mantiene a muchos bajo su control. Al mínimo atisbo de vulnerabilidad, se desata la estampida.

Observando bien, las cosas que están ocurriendo en Guinea Ecuatorial desde hace un tiempo apuntan en el sentido contrario: que el régimen se esta volviendo cada vez mas débil y vulnerable. Los incontrolables niveles de corrupción y de pillaje, la decadencia en general que ya incluso resulta en la producción de películas pornográficas en edificios públicos son claras señales de un vacío de poder. No hay que olvidar la orden de arresto internacional contra “Tontorin” que en realidad, va dirigido contra el Fundador, así como las desesperadas y estúpidas maniobras para librarse de esta implacable ameba que esta consumiendo lentamente a la familia “presidencial”. En ese sentido, la aparente fuerza del régimen no es más que el reflejo de la debilidad de la Oposición o mas concretamente el desequilibrio de fuerzas entre el régimen y la Oposición a favor del régimen.

Tengo que decirlo: “La no violencia” como instrumento y método de lucha anti dictatorial carece de sentido y es claramente ineficaz. ¿Donde ha dado resultados? Tomemos los ejemplos que generalmente avanzan los que creen en esta falacia. India, con Mahatma Gandhi a la cabeza, Sudáfrica con Nelson Mandela a la cabeza y Estados Unidos, con Martin Luther King a la cabeza. Empecemos con India y Gandhi. Gandhi representó las aspiraciones de libertad del pueblo y supo utilizar su carisma para galvanizar y movilizar al pueblo indio y canalizar sus energías para alcanzar dicha libertad. Durante el periodo de lucha siempre existió la posibilidad de recurrir a la violencia. Y cuando Gandhi habla de “la no-violencia” lo hace en el sentido de una amenaza. Era un lenguaje codificado: “si no cedes, recurriremos a la violencia, a la lucha armada”. Así lo entendió Gandhi y así lo entendieron los ingleses. Inglaterra no estaba en condiciones de ganar una guerra a miles de kilómetros de distancia enfrentándose a cientos de millones de indios armados y poco después de haber sido vapuleada por los alemanes en la segunda guerra mundial. Tuvo que ceder la independencia a India en 1947, solo dos años después del fin de la segunda guerra mundial. Lo que venció aquí no era “la no-violencia”, como generalmente se cree, sino la amenaza latente de una violencia real y a lo grande, en que varios ingleses iban a perder la vida y la dignidad de la corona inglesa seria malherida.

Tomemos ahora el caso de Sudáfrica con Nelson Mandela. Con la detención de Nelson Mandela y su negativa a renunciar a la violencia, se convirtió en el símbolo de la lucha anti-apartheid. El régimen de Apartheid se armó hasta los dientes, no solo para hacer frente a la creciente disidencia interna sino también para hacer incursiones en los países vecinos donde el Congreso Nacional Africano (CNA), que también se había armado hasta los dientes, tenía sus bases. Pero, por más armado y equipado que fuera el régimen del Apartheid, era impensable una guerra sostenida durante muchos años con una escasa población blanca rodeada de negros hostiles por todas las partes. Lo que es mas, el CNA había logrado acumular tantas armas como armar a toda la población negra, cosa que los blancos solo descubrieron mas tarde. Es en este contexto en que hay que entender la súbita puesta en libertad de Nelson Mandela de la cárcel, haciéndose una simple pregunta: ¿que iba a pasar si Nelson Mandela, que ya estaba entrado en años, se moría en la cárcel? Pues, este evento iba a marcar el inicio de una impresionante guerra civil en que los blancos tenían todas las de perder. En evitación de la monumental violencia que iba a desatarse, Pieter Botha y otros halcones del régimen del Apartheid tuvieron la sensatez de soltar a Nelson Mandela de la cárcel e iniciar la transición. Lo que venció aquí, no fue “la no violencia”, sino la amenaza de una violencia mayor, de una guerra civil.

Tomemos ahora el caso de Estados Unidos con Martin Luther King. Con el fin de la segunda guerra mundial, se acentuó en dicho país un cambio de mentalidad: del aislacionismo al expansionismo. La intervención de ese país en las guerras mundiales y en tantas otras guerras hasta nuestros días podía haber sido impulsada por el miedo a que la guerra llegue a sus tierras. Ahora bien, aunque Estados Unidos salió victorioso de la segunda guerra mundial, lo cierto es que este esfuerzo consumió muchos recursos y mucha energía. El resultante cansancio conjugado con el afán de expansionismo no permitiría al régimen existente mantener una situación de frecuentes tensiones a nivel interno, incluyendo la posibilidad de una revuelta armada montada por los negros. Y cuando Martin Luther King echo su famoso discurso “I Have a Dream” aquel día 28 de agosto de 1963 ante unos 250,000 activistas, todo quedó claro: si no se accedía a la exigencia de acabar con la desigualdad y la discriminación contra los negros, el paso de “la no violencia” a la violencia estaba a la vuelta de la esquina. De hecho, no faltaban voces entre la población negra que abogaban por la opción armada. Ahí estaban los “Black Panthers” y otros grupos poco conocidos. Es así que, Martin Luther King, al igual que Gandhi, también utilizó un lenguaje codificado en su “I Have a Dream”: “si no nos dais la igualdad de derechos, no habría paz para nadie”. Así lo entendió también el “Establishment”, que introdujo rápidamente el famoso “Civil Rights Act” en 1964, solo un año después del “I Have a Dream”.

Esta exploración de “la no violencia” por tres continentes, deja claro que “la no violencia” solo es efectiva en las siguientes situaciones: a) la posibilidad de violencia latente en manos de las victimas de injusticias, b) la capacidad de transformar esta violencia latente en una acción real y c) la existencia de un poder injusto pero sensato. Ahora bien, se sabe que la sensatez no forma parte del vocabulario del Presidente Fundador y no existe amenaza de violencia latente. Ante estas circunstancias, cabe preguntarse si tiene sentido hablar de “la no violencia” en nuestro país tal como se hace. Cuando se le antoja, el Fundador detiene a los dirigentes de la Oposición, les mete en la cárcel, les tortura y les suelta sin que pase absolutamente nada. Las huestes del Fundador balean a gente indefensa a su antojo incluso en la calle sin que pase absolutamente. El Fundador y su gente roban abiertamente los recursos del país, exhibiendo el fruto del robo por todas partes para que todo el mundo lo vea y no pasa absolutamente nada. Muchos dirigentes políticos están en el exilio, otros ya comen en la “cosina” del Fundador mientras que los restantes ya están con un pie dentro. Que alguien me diga cómo “la no violencia” va a cambiar este estado de cosas. ¿Es “la no violencia” o el hacer el indio?

La palabra “violencia” es un tabú en Guinea Ecuatorial, incluso en el seno de la Oposición. Esto sorprende mucho cuando se pretende cambiar un régimen que se sostiene gracias al ejercicio diario de la violencia contra un pueblo indefenso. También es contrario a las lecciones de la historia, que está llena de rebeliones, revueltas y revoluciones para desmontar el status quo. Los pacíficos ciudadanos libios salieron a la calle para protestar contra los más de cuarenta años de dictadura de Gadafi y a exigirle que se vaya del poder. Pero, éste reaccionó exactamente tal como reaccionaria el Fundador: llamándoles ratas a los ciudadanos de su propio país y rociándoles con balas. Lo mismo ocurrió en Siria, país que está ardiendo en estos momentos. En Libia se ha producido un cambio de régimen. Siria esta en vías de alcanzar el mismo objetivo. Sin embargo, en países donde los manifestantes se negaron a tomar las armas para evitar que el régimen lo utilice para justificar el baño de sangre que estaba realizando, como Yemen y Bahréin, o la revolución ha sido “secuestrada” (Yemen) o aplastada (Bahréin). Se trata de experiencias de las que cada uno puede sacar sus propias conclusiones. Soy un hombre de paz y amo la democracia. Qué paradójico es el hecho de que la vía para alcanzar tales ideales no siempre ha sido un camino de rosas, sino un camino lleno de riesgos, peligros, y enormes sacrificios. Curiosamente, es a eso que se refiere el Fundador en su dicho: “el que quiere estar donde estoy que haga lo que yo hice”. ¿Y qué hizo el Fundador para estar donde está desde hace ya 33 largos años? Pues, recurrió a la violencia, que sigue ejerciendo eficazmente hasta nuestros días. Independientemente de las cuestiones semánticas, ya lo dijo el antiguo Presidente americano Ronald Reagan: “One man’s terrorist is another man’s freedom frighter”. Del mismo modo, lo que constituye violencia para unos, es justicia retributiva para otros.

El principal enemigo del Fundador no es la Oposición, es el mismo Fundador. Comete de cada error que no hace más que empeorar su situación. Lo único que hace falta es una Oposición mínimamente organizada para darle el “Empujón” que hace falta y acabar con ese cachondeo que dura ya demasiado tiempo. No solo pienso que es posible, sino que los esfuerzos de lo que queda de la Oposición deben concentrarse exclusivamente en la consecución de este objetivo. Como recuerdo haberlo dicho en otra ocasión, la cosa podría ser más fácil de lo que se cree a pesar de los retos existentes. Cuando una estrategia no ha dado resultados ante una determinada situación, se impone el cambio de estrategias. Mas claro, agua. A pesar de los esfuerzos que realiza el Fundador para dar la impresión de fuerza, también es posible que se despierte todos los días sorprendido de que todavía está en el poder. Si estuviese seguro de que tiene las cosas totalmente bajo control, ¿por qué tanto nerviosismo? ¿Por qué tanto despliegue de fuerza? ¿Por qué tanto militar? ¿Por qué tantas armas?

Antes de salir para Sudáfrica el día 17 de octubre había seguido una emisión de la Radio Macuto titulada “Qué ha sido del 12 de Octubre en Mongomo”. En dicha emisión los muchachos me encomendaban la tarea de explicar “… a los españoles y guineanos ‘pro-Obiang’ cómo se distribuía la renta per cápita en tiempo colonial en los Territorios Españoles del Golfo de Guinea”, todo ello para echar luz sobre lo que para mi es un mito, uno de los tantos que existen en las turbias relaciones entre España y Guinea Ecuatorial, es decir: “cuando dieron la independencia, Guinea era el país con la renta per cápita mas elevada de África”. Prometo ocuparme de este asunto tan pronto como sea posible. Resulta que regresé de Sudáfrica el día 1 de noviembre y encontré que mi casa, que está justo a unos metros del “Hudson River”, en la parte de New Jersey, había sido inundada. No podré ocuparla hasta el próximo fin de semana. Los trabajos de renovación avanzan rápidamente. Cuando tenga este asunto resuelto, ya pasaré a dar satisfacción a esta importante tarea que me han encomendado los muchachos.