miércoles, 29 de agosto de 2012

¡¡ CUIDADO CON CHINA ¡¡




Exilio español, 29 de agosto del 2012. En el Gobierno en el Exilio siempre ha existido gran preocupación por la presencia, cada día más intensa, de China en el continente africano y especialmente en Guinea Ecuatorial. Los últimos viajes del Presidente Obiang para refugiarse en el regazo del Dragón Amarillo, quizá por despecho a Francia, que le impidió la entrada con motivo de la entrega del dichoso premio UNESCO y a los EEUU, que le están preparando un grueso dossier con los numerosos crímenes que este ha cometido durante su mandato, los vemos con especial preocupación, porque supone un posible cambio de escenario y un  giro de 180º en su política exterior. El abrazo de Obiang al nuevo imperialismo chino, puede llegar a frustrar todas las aspiraciones del pueblo guineano para alcanzar su libertad y la democracia, tal como se entiende en Occidente, porque ya sabemos cuáles son los intereses que mueven a los chinos y el desprecio que muestran por la libertad y la democracia de los pueblos. En Guinea Ecuatorial se puede dar la circunstancia de retroceder a los mejores tiempos del comunismo soviético de Macías, aunque ahora sería de la mano del neocomunismo chino.

En el Gobierno en el Exilio vemos que cada día la presencia de trabajadores chinos en Africa (se calculan unos 77.000 en todo el continente) está creando más tensiones entre la población autóctona, que ve cómo los chinos que han venido con sus grandes empresas, como mano de obra esclavizada para hacer infraestructuras, una vez terminadas las obras, se quedan en el continente formando parte de las pequeñas industrias de sus compatriotas, o montando otros negocios ellos mismos, con los que frenan las posibilidades a los propios africanos. Este factor está asestando un duro golpe a la industria naciente de Africa.

Actualmente se puede considerar a China como una nueva potencia colonial de última generación cuya capacidad de negociación es muy elevada, y la despliega básicamente a través de potentes medios: mediante el establecimiento de lazos  diplomáticos y a través de una estrategia de expansión comercial e inversiones en grandes proyectos de desarrollo. Las potencias occidentales se dividen al respecto entre el asombro ante la influencia que el país asiático está ejerciendo en el continente y el temor por la aparición de futuros conflictos internacionales en la lucha por conquistar los recursos naturales de África.  

China se salta todos los límites derivados de las restricciones arancelarias de los países europeos y de los EEUU, así cómo las precauciones que estos gobiernos tienen por la no observancia de los derechos humanos en muchas países con gobiernos dictatoriales, extremadamente corruptos, está claro que para China esto no supone ningún obstáculo. A Beijing no le importa aliarse comercialmente con gobiernos corruptos y hasta asesinos, caso de Sudán y Guinea Ecuatorial, con tal de obtener de ellos materias primas y expansión comercial para sus productos.

Africa para China adquiere un carácter de primordial importancia, supone un medio fácil para asegurarse los hidrocarburos y los minerales que necesita su industria en su expansión mundial. Para Beijing no existen normas ni principios internacionales que salvaguardar. Parece que prefiere operar con regímenes totalitarios que con gobiernos democráticos. Prueba de ellos es que se ha hecho con el control de la mayor parte de las exportaciones de petróleo de Sudán y que colabora con este militarmente. Recordemos que Jartum ha sido acusado de genocidio en Darfur. 

Existen cada vez más analistas que nos están poniendo en alerta sobre algunas cuestiones. Se refieren a las relaciones de bilateralismo que China mantiene con Africa, esta relación está minando las instituciones regionales y continentales debido a que de esta manera está jugando de nuevo a la división colonialista con tácticas de conquista. Además muchos líderes y presidentes corruptos, prefieren las relaciones con China, para zafarse (o desquitarse) de los países occidentales, cuya opinión pública no ve ya con buenos ojos, que países democráticos estrechen relaciones con auténticas tiranías. En este sentido, estamos contemplando como dictadores de la calaña de Obiang Nguema de Guinea Ecuatorial (este país suministra a China un 10% de su producción petrolera), Robert Mugabe de Zimbawe, Omar al-Bashir de Sudán, están estrechando cada vez más sus relaciones bilaterales en todos los terrenos con China, convertida de hecho en estos últimos años, en la segunda potencia del mundo.

Por encima de su afianzamiento en el control del petróleo y las materias primas del continente africano, China supone un peligro migratorio y de penetración de su población en la realidad africana que puede llevar a grandes conflictos y enfrentamientos sociales con la población autóctona. Y por otra parte supondrá un freno para el desarrollo económico y democrático de la sociedad africana. Africa está a punto de ser conquistada de nuevo, esta vez por el dragón amarillo.