domingo, 22 de julio de 2012

CHINOS, OBIANG Y GUINEA ECUATORIAL


                                                            

Por Severo M. MOTO NSA
                                                                                                                                                                                                                                       ¿QUÉ CLASE DE ESPAÑOLES SON ESTOS?
Por aquellos días, habiendo decidido Macías Nguema escorarse hacia la Unión Soviética y su órbita comunista mundial, como apuesta airada contra el Occidente europeo, los rusos (Como se les conocía antes…), comenzaron a llegar, a riadas, al estrecho rincón africano de Guinea Ecuatorial. A parte de la Capital, Malabo, donde tenían establecida su Embajada, la ciudad de Luba y su bahía se convirtieron en el principal centro comercial y punto de referencia para acapararse de la abundante pesca de Guinea Ecuatorial; mientras repartían a la población el vetusto CHICHARRO hecho un oasis de gusanos y podredumbre,  congelado en las  bodegas de sus viejos barcos de pesca.

Cada semana o cada quince días se renovaba la flota de rusos con  otros que llegaban frescos y nuevos. Antes de llegar a Luba, paraban sus camiones a medio camino para perderse en los poblados isleños y pedir racimos de banana, a cambio de tabaco ruso. Los isleños, medio asustados, medio perplejos o divertidos, a veces burlones; sobre todo, sorprendidos por ese gesto de “blancos pedigüeños”;   desconocedores de quienes realmente era esa gente blanca que no hablaba español (solo aquello de: niet, da, sabla, escumbria, dobri, dobro…spaciva…) se preguntaban, patidifusos, los isleños:
  • Pero… ¿Qué clase de españoles son estos, que mendigan bananas, a cambio de tabaco raro…?
Los españoles se habían marchado y abandonado Guinea Ecuatorial. Para los isleños, los españoles volvían ahora, convertidos en otra cosa…rara…
EXPULSION Y CONFLICTO
Por extraño que parezca, los dos primeros gestos de indudable valentía y muestra de sorprendente capacidad de  decisión, que llevó a cabo Obiang Nguema, tan pronto como matara a su tío Macías y asumiera el mando del país, fueron, el desalojo de una célula o delegación de libios, enquistada en Malabo; y, sobre todo, la fulminante expulsión de los rusos, del territorio patrio.
Tan súbitas y valientes decisiones del nuevo presidente golpista, eran impensables si no venían atizadas… por el mundo occidental, por el que, desde el primer día, apostó (de momento) el nuevo Presidente. ¡Valiente falsedad y disimulo!
Tan fulminante expulsión era para mí, a la vez, una contradicción inexplicable, y un indudable signo de hipocresía elevado a la máxima expresión. Quedó en Malabo una leve reserva de rusos recluidos en su Embajada, que, de pronto, se dedicó a socavar mi vida y mi existencia en Guinea Ecuatorial, acusándome de ser más pro-español que pro-ruso
No dudaban estos diplomáticos en enfrentarse a mí, por la calle, para preguntarme, sin el más mínimo remilgo ni vergüenza:
  • ¿Tú, más amigo de España, o de Rusia?
  • No tiene sentido esta pregunta-respondía yo- Guinea es de colonización española… ¿No lo sabe? 
Las acusaciones se multiplicaron de tal manera que, al final constituyeron el motivo central por el que me vi obligado a presentar mi dimisión como Secretario de Estado de Información y Turismo. Total, la culpa del desmantelamiento de la furtiva estructura comercial rusa en Guinea Ecuatorial y su  fulminante expulsión del país, vino a caer sobre mí…
  • ¡¡¡Eres demasiado anti-ruso y pro-español. Los españoles también te abandonarán como a Ondo Edu y  a Atanasio Ndong!!! (Esta es la despedida que me hizo, aquel día 6 de Noviembre de 1981, el que expulsó a los rusos de Guinea Ecuatorial, Obiang Nguema Mbasogo)
 ¡Cuánta hipocresía! ¡Cuánta esquizofrenia!
ANTES, Y AHORA, LOS CHINOS
Y la pelea de Obiang Nguema con los rusos quedó aparcada. 
El primer viaje que hace el nuevo presidente golpista, Obiang Nguema Mbasogo, a la parte continental del país, tiene entre otros objetivos, visitar las obras de traída de agua y central eléctrica del río EKUKU, en la localidad de Bikomo. Obra, encomendada, desde los tiempos de Macías, a los chinos.
De forma urgente y sorpresiva el nuevo presidente apareció, con su comitiva en el lugar de las obras. De tal manera que a recibirlos solo tuvieron tiempo de asistir, el jefe chino, su intérprete y el ingeniero guineano, encargado de “estar ahí”. Mientras se acomodaba el garito, donde iba a mantenerse el diálogo entre el chino y Obiang Nguema, el ingeniero guineano mostró al presidente y su  comitiva presidencial lo que habían dado de sí las obras de la famosa central eléctrica de Bikomo:
Una pared blanca de cemento levantada sobre la tenue y estrecha  corriente del río que se filtraba por un agujero en forma de arco abierto en la parte baja de la pared. Yo, periodista y parte de la comisión presidencial, no vi nada más.
Obiang Nguema, visiblemente contrariado, acudió a la chabola de nipas bajo la que iba a mantener el dialogo con los chinos. El Jefe de los chinos no soltaba ninguna palabra en español. Usaba un intérprete. Por este intérprete, supimos que  la central hidroeléctrica de Bikomo solo iba a llegar al máximo de su capacidad y rendimiento, durante la época de las lluvias torrenciales.  Y que  el máximo  de potencia que podía producir era exactamente igual  al de la ya destartalada central térmica de la ciudad de Bata. Por el intérprete, supimos también que los chinos estaban necesitando urgentemente  ¡más dinamita…! para continuar con las obras…que estaban, por ello, paralizadas.
El Presidente exigió al ingeniero guineano, encargado de estar ahí (no sé si para vigilar las obras) para que le diera explicaciones en la lengua fang.
Mientras el  inspector guineano daba explicaciones a su Presidente, el chino encargado de las obras, le fulminaba con  mirada torva, casi asesina.
  • Las obras se iniciaron hacía cerca de una década. La central hidroeléctrica en construcción, no tenía mayor capacidad que la térmica de la que se quería prescindir por vieja y trasnochada. Los chinos estaban exigiendo ¡más y más dinamita!, para continuar con las obras…
A la pregunta del Presidente de por qué no paraban de pedir más dinamita, si lo visitado de la obras no se correspondía con la ingente cantidad de dinamita que venían pidiendo y recibiendo, a manos llenas. El guineano, asaeteado por la mirada furiosa del chino, dijo que no sabía tampoco por qué los chinos pedían tanta dinamita; pero continuó, bajo la mirada de los ojos, ensangrentados de rabia, del chino. Ecselensia: A medio kilómetro de aquí, río arriba, hay un lugar donde solo van los chinos. Solo trabajan ellos allí. Solo lo hacen de noche. Nosotros solo oímos ruido de explosiones. Yo no puedo ir ahí. Lo tengo prohibido…
Obiang Nguema giró la mirada hacia el chino, quien no dejaba de fulminar con la suya al inspector guineano.
  • ¿Podemos ir a ver estas obras? –preguntó el Presidente
  • No sé si aceptarán los chinos-contestó el inspector
El chino, consultado por su intérprete, hizo un movimiento con la cabeza.
  • Sí –tradujo el interprete
Comenzaron los preparativos para que, al menos, el Presidente y parte de la comitiva se dirigiera al lugar donde solo los chinos podían ir y trabajar de noche.
Apenas salió de la chabola el Presidente seguido de su comitiva, el cielo pareció abrirse como una  mofletuda pala eléctrica y dejando caer sobre todo el mundo más agua que toda la que había  en la central en construcción. La lluvia mojó y eclipsó aquella soleada mañana. Nunca una acción de la brujería guineana había llegado a ser tan certera como lo fue, en esta ocasión, la brujería china. El Presidente, metido en su embarrado coche,  y su comitiva se retiraron del sitio con la cola, mojada de lluvia, entre las patas.
Más tarde supimos que las obras que río arriba, a medio kilómetro del lugar de las obras de la central eléctrica de Bikomo, a las que solo podían ir los chinos, solo trabajaban ellos y solo trabajaban de noche, era un rico yacimiento de ORO; a donde iba a parar la ingente cantidad de dinamita que Macías venía suministrando a los chinos.
“Te han engañado como un chino…”-dice el refrán español- La gran duda sobre esta frase es, si se trata de que los chinos son fáciles de ser engañados por los otros; o son los otros los fáciles de ser engañados por los chinos.
Por cierto, en su viaje de huida a China, cabreado con  ese Occidente que le está atando las manos y los pies  para que deje de robar, matar, traficar y bailar con el delito internacional, Obiang Nguema acaba de recibir, prestado, de los chinos, una millonada de dólares con la promesa china de dar luz a la capital de Guinea Ecuatorial.
“Entre el Presidente Obiang Nguema y los chinos -comentan los guineanos-, ¿Quién engaña, realmente a quién?  ¿No será que ambos se dedican a engañar al pueblo guineo?