miércoles, 23 de mayo de 2012

¡ADIOS, PITINA!.



 Por Severo Matías MOTO NSA

Y tú sabes,  PITINA,  que cuando los guineo ecuatorianos, como yo, decimos: ¡”Adios”!,  es por que sabemos que vas   al encuentro de Dios. Entonces nuestras turbias  lágrimas se entremezclan  con  la límpida oración dirigida al Señor para que tu viaje al encuentro con  la eternidad,  es decir  con el ETERNO, sea  directo y rápido.
Sabes, PITINA que nuestra lágrima, hecha oración, es tan sincera como la mismísima selva africano-guineana  de Sevilla de Niefang, donde naciste, arrullada por el Río Wolo (Río Benito) que entremezclaba tu primer  llanto –olor a selva- con su  “oyengha” de aguas;  mientras tu madre, Mercedes de Sandoval,  ordenaba a tu padre,  Manuel Sandoval, que llamara al enfermero negro de Sevilla de Niefang, Paulino José Moto, vuestro “médico” de cabera, para que viniera a dar fe de que estabas naciendo, PITINA, a la vida, en la selva africana. 
Nacida en Sevilla de Niefang (Guinea Ecuatorial) quedaste prendada de  la selva africana. El canto ruidoso del río Benito (Wolo) que te arrulló, tan cerca,  al nacer, dejó marcada la impronta de la africanidad en tu alma. ¡Y, cómo lo exhibías!

Y  te  hiciste grande;  y te casaste. Porque Doña Mercedes, tu madre, dijo “SÍ” a aquella petición de mano de Don Florentino Pérez, español por los cuatro costados.  Así, PITINA, hiciste de tu cordón umbilical un lazo de eterna conexión hispano guineana entre tu origen: Guinea Ecuatorial y tu pertenencia: España.
Y tú, y tu madre, Mercedes, que te precedió por los arrabales de la Eternidad divina, decidisteis responder al llanto de la selva. ¡¡¡Qué grandeza!!! Y recibisteis a Paulino-José Moto y a su esposa Eusebia Nsa, en España; en un viaje, a la vez imprescindible para quien haya nacido hispano, o, español, en Guinea Ecuatorial;  y, además, para ellos, la gran despedida del teatro de la vida.
Cómo no recordar ese abrazo cariñoso  de tu  gran corazón de madre, que prolongaste en nosotros, durante un largo tiempo,  mientras, con esa omnipotencia suplicante,  pedías, exigiendo, a Florentino Pérez que os trasladarais a vivir a Guinea Ecuatorial. Y él se contentaba con que tuvierais, en aquel rincón africano una cómoda vivienda de vacaciones. Al final, querida PITINA, tú y Mamá Mercedes construisteis, en un histórico viaje de despedida,  una hermosa Iglesia en un pueblo Sevillano de Niefang,  llamado Alarmintanhan (Mi  cuna natal) “ad perpetuam memoriam”.   Gracias, sevillanas de Niefang                                                                                                
Después se fue  Doña Mercedes, tu madre; y ahora tú, ¡Reina de Niefang! Que, humildemente, te nombré.
Déjame recordar, querida PITINA, aquel maternal tirón de orejas que me diste, cuando te conté, con pelos y señales, y con evidente decepción y angustia, el triste calvario de que fui objeto en Croacia.
  • ¿No iras a odiar ahora a los españoles, no? –me recriminaste.
Rompo, ahora,  mi querida PITINA, el largo silencio que ha mediado desde entonces hasta hoy, día de  tu muerte, para asegurarte, en mi respuesta, que, por ti, nunca odiaré a los españoles.