lunes, 19 de diciembre de 2011

¿ES TIEMPO, POR FIN, PARA GUINEA ECUATORIAL?

                    

                                                               

Por Severo-Matías MOTO NSA, Presidente del Partido del Progreso y Gobierno 
en el Exilio de Guinea Ecuatorial.


Yo no sé cuánto tiempo tiene que pasar para entender y comprender a los guineanos, cuando piden, reclaman y exigen libertad. Puestos a estar bajo “Materia Reservada”, ni siquiera puede saberse, por estadística oficial alguna  fiables,  de cuántos “equatorguineanos” (según terminología de Obiang Nguema) hay en el mundo. 
Sin un CENSO NACIONAL  que refleje las necesidades Socio-Económicas: en lo A) Demográfico; en materia de B) Educación; en materia de C) Sanidad. 
Necesidades de Seguridad que permita establecer una nueva identidad nacional. 
Necesidades electorales, indispensable para una buena organización de toda elección.

Si partimos de este vacío de lo básico e inicial  que el “VADE MECUM” del Partido del Progreso recoge como imprescindible (pág.11) es fácil imaginar el deseo, propósito y gran voluntad que el Partido del Progreso, y Gobierno,( hoy en el exilio) de Guinea Ecuatorial, tienen para que se abran las vías (preferiblemente institucionales) que conduzcan y fuercen el fin de la ciega y desnortada dictadura que nos aflige a los guineanos, en manos de Obiang Nguema y sus imposibles apoyos externos.
Lo mismo que es compresible que Guinea Ecuatorial, pueblo sencillo, machacado y humillado por  Macías Nguema y Obiang Nguema, con la tremenda y desalmada complicidad de sus apoyos internacionales. Un pueblo permanentemente abierto a la esperanza de recuperar de España unas relaciones basadas en el respeto, la dignidad, la transparencia y claridad.
Negar que las relaciones entre España y Guinea Ecuatorial lleven 43 años (¡¡¡43!!!) marcadas por la imposibilidad de alcanzar una normalización, limpieza y eficacia que, seguro, necesitan y desean los dos pueblos, lo que la nefasta “Ley de Materia Reservada”, echada sobre la vida y desarrollo de Guinea Ecuatorial, impide; negar esa verdad define automáticamente a quien la niega.
No deja de ser tristemente  revelador que cuando solicitamos, proponemos o exigimos que la normalidad marque las relaciones entre España y Guinea Ecuatorial, recibamos como rechazo una respuesta hostil, de rechazo, o incluso airada: ¡Decidisteis ser independientes; ahí lo tenéis…!
España acaba de doblar, espectacularmente, la esquina de un período de cerca de ocho años, que no nos toca a los guineanos calificar ni valorar en versión de las consecuencias  internas de España. Sí nos creemos en la legitimidad, como ex colonia hispana, con profundo marchamo hispánico (150 años de colonización) analizar los resultados de esos casi ocho años.
La dictadura de Obiang Nguema, la familia de este, su clan, y su férrea cadena de lobbies, protectores y aduladores de todo pelaje, de dentro y de fuera, pueden cantar victoria, regocijarse y celebrar los numerosos éxitos, logros, triunfos (sobre todo, económicos) que en estos largos 43 años de independencia de Guinea Ecuatorial (especialmente en los últimos ocho años) han conseguido de un régimen, el de Obiang Nguema Mbasogo, que ha demostrado y justificado, con creces y sobradamente, la verdad de esa frase de reto y desprecio: “¡¡Decidisteis ser independientes; ahí lo tenéis!!.   
Llevamos, efectivamente, 43 años de independencia, apostados en el dintel de nuestra puerta de espera, viendo pasar, primero la dictadura española que dio precisamente independencia a Guinea Ecuatorial; viendo pasar, uno tras otro Gobiernos españoles “post dictadura”, de diverso signo ideológico y marca o tendencia social. 
Seríamos injustos, indignos y poco  serios, si no aceptáramos que algún Gobierno (Felipe González y José María Aznar), sí, se han asomado, mirado e interesado, durante sus respectivos pasos por el poder en España, por lo  que pasa, en 43 años de independencia, en la antigua colonia española de África. (A los lobbies americanos de Obiang Nguema les encanta, en sus referencias a Guinea Ecuatorial, decir: La única colonia española; o, de habla hispana, de África) Nunca he llegado a saber a qué  se refiere esta alusión; si al desastre en que ha resultado esta antigua colonia, o simplemente como advertencia del respeto que hay que tener a España por ser la potencia colonizadora de ese desastre, llamado “República de Guinea Ecuatorial”, hoy, de Obiang Nguema Mbasogo.
Tenemos, (¡nadie nos lo puede negar!), el legítimo derecho a esperar que el cambio que acaba de forzar y elaborar en sus limpias urnas, nuestra MADRE PATRIA, recupere lo que España y Guinea Ecuatorial no debieron perder nunca: Caminar juntos en dignidad, respeto y colaboración para el desarrollo político, económico y social; para envidia y modelo de quienes, desde otras fronteras (incluso dentro de España y de Guinea Ecuatorial) vienen conjurando esta posibilidad, hace 43 años.

CODA: Ni ahora, ni hace ocho años, ni nunca, se me han caído los anillos a la hora de llamar MADRE PATRIA  a España. Haber nacido español en su colonia, (1943); haber nacido a la cultura y formación, de la mano de España; haberme encaramado a los hombros de la Hispanidad para conectar y  codearme con la comunidad internacional, subido a las grupas de la lengua y cultura española, todo eso me legitima para llamar a España Madre Patria, lejos de toda gazmoñería o adulación rastrera. 
En los últimos ocho años he recibido -todo el mundo lo sabe- muestras de cerril odio, negros planes de asesinato y constante persecución, por parte de ciertos españoles. (Hoy no cito nombres)–algunos no paran en su empeño de derribarme, conectados y pagados por  el  asesino Obiang Nguema- pero eso no roza ningún ápice mis sentimientos sobre España y la suculenta cadena de amigos que me rodean tanto en el campo político como humano y social. Este es –lo repito siempre- el legado político y humano que he preparado y guardo para Guinea Ecuatorial. 
Guinea Ecuatorial tiene derecho a esperar que este de ahora sea el cambio en España que produzca el milagro, imposible en 43 años, del reencuentro con ESPAÑA, en grande.