domingo, 20 de noviembre de 2011

HUMANISMO CRISTIANO Y DEMOCRACIA

                                     D. Severo Moto y D. Armengol Engonga



Por Juan Cuevas

El Partido del Progreso, en su acción política siempre ha entendido que  los valores y los derechos de los individuos, tienen que estar por delante de cualquier otra consideración. Nuestros planteamientos se centran en las personas, como agentes  necesarios en todo cambio, rechazando los intentos, tan frecuentes por los países occidentales, de analizar la realidades africanas desde el prisma materialista, como quién no ve en ellas más que una enorme reserva energética , mineral , agrícola y humana, fácilmente explotable por intereses, a menudo, poco nobles. Pensamos, además,  que esta visión reductivista de lo africano lleva a una cosificación poco digna de Africa y de sus habitantes.

En Guinea Ecuatorial, Obiang Nguema, se ha aplicado con más fuerza si cabe, que los propios países occidentales, en explotar a su pueblo, convirtiendo a sus habitantes en simples objetos de su capricho. Debido a esta acción, el país ha quedado hundido en un pozo de corrupción, de injusticias,  de desprecio, de mentiras y de violencias. 

La regeneración de Guinea Ecuatorial como pueblo y la instauración de un modelo de convivencia democrática entre sus habitantes, será posible siempre que venga de la recuperación de aquellos valores humanos y espirituales,  que de alguna forma, permanecen  todavía en el interior  de estas gentes. Siempre me ha sorprendido gratamente los grandes valores democráticos, de integridad humana y espirituales, que exhiben los principales líderes políticos guineanos exiliados en España. A mi entender, suponen el mayor valuarte con el que cuenta el pueblo guineoecuatoriano para llevar la paz, la justicia y la reconciliación a una sociedad que ya no puede soportar  las injusticias de un régimen podrido por la corrupción y la violencia. Por este motivo, cualquier intento serio de democratizar este país, tendrá que contar siempre con la participación de todos los exiliados.

No puedo entender, como algunos partidos que se denominan la oposición legal y que desarrollan su actividad política en el interior de Guinea, se arrogan la exclusiva representación para iniciar un cambio democrático del régimen de Obiang, sin contar con los demás exiliados. En primer lugar, me parece el mayor desprecio a estos disidentes, que han tenido que salir de este país, precisamente por su frontal oposición al régimen de Obiang Nguema. Y en segundo lugar, creo que ese aparente esfuerzo que hacen para acabar con el régimen es sólo un intento de  apaciguamiento de este,  para que les permita participar junto a el  en la vida política guineana, sin antes la seria determinación de derribarlo desde sus cimientos.

Con motivo de la  visita que está realizando estos días  Benedicto XVI a Benín, y durante su intervención en el parlamento de Cotonu, se ha dirigido a todos los políticos africanos, insistiendo en que la paz, la justicia y la reconciliación son los ejes fundamentales en los sistemas políticos democráticos y justos. Ha añadido, además  que: "En estos momentos existen demasiados escándalos e injusticias , demasiada corrupción y avidez, demasiado desprecio y demasiadas mentiras , demasiadas miserias que llevan a la violencia y a la muerte"

La reconciliación que espera Guinea Ecuatorial, supondrá restablecer la amistad entre todos los guineanos (de aquellos que estuvieron con el Régimen y de los que se opusieron a este), entre los de dentro y los que vengan de fuera, entre las diferentes etnias que conviven y entre todos  los territorios. Este esfuerzo por restañar las heridas que la dictadura ha dejado abiertas entre los guineanos, corresponde a todos sin excepción, sin exclusivas y con una gran generosidad. 

Don Severo Moto, ha reivindicado siempre un modo de gobernar limpio, que no confunda los intereses privados con los generales, que busque la paz y la justicia. En el que la humanidad de todo individuo  sea respetada y promovida. Y esta tarea sólo se puede hacer mirando a la persona, sacando todos los valores humanos, de convivencia, de respeto, de la familia y de la solidaridad que ha caracterizado siempre a los guineanos.

Sólo los valores del cristianismo pueden devolver la fuerza y la dignidad a la sociedad guineoecuatoriana y a la de Africa en general. Y sin duda este será el milenio de Africa, no solo en lo económico, también en lo social, en lo humano y en lo político. Quizá algún día la sociedad occidental, que ha iniciado ya su decadencia, tenga que revitalizar su democraicia con el  ejemplo y la emulación de la africana.