domingo, 27 de marzo de 2011

Y DESPUES DE OBIANG, ¿QUÉ?

Y DESPUES DE OBIANG, ¿QUÉ?


La respuesta a esta pregunta, parece clara: una Guinea Ecuatorial libre y democrática. Estas son las aspiraciones del pueblo guineano y, parece ser que el destino de otros pueblos africanos en este segundo decenio del siglo XXI. Pero aún habiendo solventado este escollo (la democratización), queda un largo camino de consolidación de las instituciones propias de un país democrático y de  la participación activa de los guineanos en la política. Todos sabemos que para llegar a la democracia plena, no basta con celebrar elecciones periódicamente. Conocemos muchos ejemplos de países en el  continente africano, que eligen periódicamente a sus gobernantes y, por el contrario, su democracia está vacía. Y también muchos de sus gobernantes, que cuentan con un buen curriculum en universidades europeas, y que siguen tiranizando a sus pueblos.

La labor del nuevo gobierno democrático debería ir encaminada, por un lado, a la creación y afianzamiento de instituciones que sostengan a la naciente democracia y, por otro, a la formación política de los representantes institucionales  y de todos sus ciudadanos. En este sentido Barack Obama sugiere: "Los gobiernos que respetan la libertad de sus pueblos son más prósperos, más estables y más exitosos que los que no lo hacen...y .... la creación de instituciones eficaces, confiables y transparentes son la clave del éxito (Acrra, 11-7-2009)

Nos guste o no, las raíces de la democracia, se encuentran en occidente, en este sentido Guinea tiene una gran ventaja:  sus futuros cuadros políticos han conocido la democracia en Occidente, principalmente en España. Por este motivo, el reencuentro de Guinea con España, con sus raices culturales, será el nexo de unión con los verdaderos modos democráticos. Y esta emulación, puede ser la que mantenga a la futura Guinea en el camino correcto y no las muchas experiencias democráticas adulteradas  del continente africano.
Esta realidad fue la que animó mi decisión, y creo que la de muchos otros colaboradores españoles, de adherirme a la lucha del Partido del Progreso y del Gobierno en el Exilio, en favor de la liberación del pueblo guineano.  En este contexto, cobra pleno sentido el discurso integrador del Líder del Partido del Progreso D. Severo Moto, que ha abogado siempre por el retorno a la Madre España, ya desde una perspectiva de de libertad e independencia, para seguir haciendo el camino juntos.

Obiang Nguema, por el contrario, siempre ha querido desvincular a Guinea Ecuatorial de esta realidad. Ha metido a su país  en el área de la francofonía; ha intentando, sin éxito, introducirla en la Comunidad  Lusa; ha asfixiando todos los valores de su pueblo  y lo ha arrastrando hacía  un oscuro africanismo, lleno de sextas, de mitos, de miedos y  de Budú.

"Es mucho más lo que nos une, que lo que nos separa". Es la frase de moda, y a decir verdad, solo nos separa la dictadura de Teodoro Obiang Nguema: él es el verdadero estorbo.
La relación, que propugnamos, entre estos dos países, no obedece a la recuperación de aquel paternalismo trasnochado, ni el despertar del espíritu de compasión hacia estos pobres negritos de Guinea. Esta será fundamentalmente  económica, cultural y social. Una relación de socios, de beneficio mutuo. En la que España se abastecería de las materias primas que necesita para su industria y a cambio, Guinea recibiría, la retribución económica, necesaria para desarrollar a su pueblo y no para los bolsillos de los gobernantes, como ocurre actualmente.

Todos los españoles, que de alguna forma estamos vinculados al  Gobierno en el Exilio y al Partido del Progreso, además del compromiso firme de luchar por la libertad y el bienestar del pueblo guineano, reivindicamos también este nuevo marco de relaciones, que beneficie también a España. Nunca he podido entender, esta visión alicorta y hasta frívola, que muestran los políticos españoles, con respecto a Guinea Ecuatorial. España necesita actuar ya seriamente en la democratización de este país, si no quiere que le pase en tren de la historia por encima. Debe de advertir los nuevos aires de cambio que se avecinan en toda Africa y asumir aquellos puntos programáticos, que un ilustre político, de origen africano, desarrolló un día en Accra: "Africa no necesita hombres fuertes, necesita instituciones fuertes".

Juan Cuevas