jueves, 17 de febrero de 2011

España no quiere que se moleste a Obiang





 Fuente: www.espacioseuropeos.com

Guinea Ecuatorial

Abaha (17/2/2011)juan-tomas-avila

España no quiere que la huelga de hambre que lleva a cabo el escritor guineano Juan Tomás Ávila acabe con Obiang Nguema. Por eso Tomás Ávila fue sacado de Guinea Ecuatorial a toda prisa y metido con calzador en España. En la Madre Patria intentan convencerle de que su lucha es inútil, que su vida peligra, lo mismo que peligraba de continuar en su país. Pero, que sepamos, Tomás Ávila prosigue en Barcelona con su huelga de hambre -según dice- por la “dignidad de Guinea Ecuatorial”.



Aunque la respuesta opositora ha sido escasa y poco efectiva, hasta el momento, el gobierno del sátrapa Obiang Nguema se apresta a responder por si acaso: Y así, en la página de Internet gubernamental hemos leído lo siguiente: “A raíz del nombramiento del Presidente Obiang como Presidente de la Unión Africana, y de la reciente visita del Presidente del Congreso de los Diputados de España, José Bono, han surgido desde algunos medios e instituciones internacionales ciertos comentarios y maniobras a las que este Gobierno se ve obligado a contestar”:

Tras criticar a todo aquel que cuestiona a la dictadura guineana, el comunicado gubernamental alude manifiesta “su satisfacción por la reciente visita de la delegación española, que han podido comprobar con sus ojos la evolución y situación real de este País, que es completamente distinta a la imagen mediática negativa trazada por culpa de los elementos antes descritos”. Para Obiang la “visita ha sido beneficiosa  para ambas partes, y ha vuelto a mejorar más aún las relaciones entre nuestro país con España, país hermano y amigo, con el que nos unen nada menos que un idioma y una historia comunes”. Lo del idioma vale, pero lo de “historia común” no acabamos de digerirlo.

El comunicado del gobierno de Guinea Ecuatorial acusa a Juan Tomás Ávila Laurel de “aprovechamiento por la actualidad de los últimos acontecimientos producidos en Guinea Ecuatorial es lo que ha llevado a Ávila a realizar esta “puesta en escena” clamada a los cuatro vientos, que sin duda seguirá aprovechando, ya que es una excelente manera de incrementar su popularidad en algunos círculos mediáticos de intereses inconfesados”.

Las protestas en las páginas de Internet han menudeado, pero no mucho más. Se amenaza con más manifiestos, y alguno se ha escrito ya, pero sin resultados espectaculares, aparte de la pedantería de llamarse -sus autores- a si mismos como “intelectuales”, lo que nos parece un tanto penoso.

No sabemos si la acción de Ávila Laurel -perfecto desconocido hasta ahora- emulará a la de la saharaui Aminetu Haidar. Ella estuvo arropada desde el primer momento por miles de compatriotas y españoles, que se manifestaron en toda España y en el Sáhara Occidental ocupado ilegalmente por Marruecos. Veremos que sucede en el caso del guineano Ávila Laurel. De momento, los motores de la oposición van al ralenti, pero nunca se sabe.

En el PSOE-gobierno se preparan para cualquier eventualidad. Saben que el cartucho de Plácido Mico-CPDS está más que churrascado, sobre todo después que el “segundo” del partido, Celestino Bacale, haya sido nombrado -y aceptado de inmediato- ministro del dictador. ¡Vaya papelón!

Y ahora nos vienen los de IU-ICV esperando que “el viento de libertad” que se respira en Egipto se extienda a Guinea Ecuatorial, olvidando sus reuniones en la calle Echegaray de Madrid, en la sede de San Egidio, para apoyar, reforzar y tratar de hacer creíble la estrategia de Zapatero para Guinea Ecuatorial, que no es otra más que la de mantener a Obiang.

Por si fuera poco, la vicepresidenta en ciernes, Soraya Sáenz de Santamaría, declaro el pasado martes que el viaje a Malabo de una delegación de diputados, encabezada por José Bono, evidencia que el presidente del Congreso “debería coordinar con Exteriores y los grupos parlamentarios este tipo de visitas. Lo mejor que se puede hacer es aprender para el futuro”.  Si, pero ellos también fueron a agasajar y apoyar al dictador Obiang Nguema.

A este paso, solo le falta a Zapatero, que los marroquíes comiencen a manifestarse en su país y que en Guinea Ecuatorial suceda otro tanto.