martes, 13 de julio de 2010

Los siete cubanos. Bienvenidos al exilio



Años de tiranía, pobreza y subdesarrollo. Siete hombres expulsados de su país. De la cárcel al destierro. Bienvenidos suena lacónico pero nos alegramos de veros fuera de los barrotes de la prisión a pesar de tener que respirar el aire del exilio.

¿Cuántos han de morir? ¿Cuánta miseria queda por repartir, todavía?

El Canciller español se ha traído para España a siete presos políticos cubanos y de manera fría, distante y arrogante los ha depositado en un Albergue para inmigrantes “ilegales”. Se mezclaran con los que un día desafiaron las olas del mar o con los que han viajado en vientres de cargueros a punto de estallar. Los cubanos esperan volver a su país y el resto ya sólo se conforma con poder llevarse unos euros al bolsillo y que no les deporten. Demasiadas historias lamentables como para no olvidar que todos sufrimos la incompetencia de nuestros gobernantes.

España no quiere molestar a los Castro y le limpia de “indeseables” la finca. Lejos de luchar por la democracia y el progreso de los pueblos, estos gobiernos democráticos, apoyan a los tiranos hasta el extremo de neutralizar a sus presos políticos. De la cárcel de Cuba al Albergue de indocumentados de España. Qué vergüenza.

¿Nadie va a exigir el respeto a los Derechos Humanos? ¿Vamos a aplaudir el que destierren a los presos políticos?

Los siete de Cuba ya están en España pero, en estos momentos, hay otros miles de hombres y mujeres a los que no les alcanza la gracia de sentirse libres aún a costa del exilio.

Hermanos cubanos, os damos la bienvenida y esperamos que vuestro país tome la senda de la normalidad, la dignidad y el progreso. Nos alegramos de veros libres del maltrato de los guardianes del régimen.

Aprovechamos vuestra experiencia para pedir a la Iglesia Católica y a los Gobiernos democráticos que intercedan por nuestros compatriotas de Guinea Ecuatorial y que, al igual que los cubanos, sufren la barbarie de un régimen abyecto y criminal.

Pedimos el fin de las tiranías. Es más rentable un país democrático que un nido de delincuentes. El progreso de los pueblos limita los movimientos migratorios. No es justo que un puñado de maltratadores gobiernen a millones de personas.

Con el dolor de estar lejos de nuestra tierra os damos la bienvenida al exilio.

JM. M. A.