viernes, 1 de enero de 2010

Obiang, el torturador, se cobra una nueva víctima


Juan Ondo Micha pudo, por fin , salir de la pesadilla de Guinea Ecuatorial, para morir en un hospital de Sevilla (España). Militante del estigmatizado Partido del Progreso guineano, había sufrido persecución, torturas y terribles malos tratos a su paso por la siniestra penitenciaría de Blay Beach.

Su compañero, Saturnino Ncogo, había muerto a manos de los sicarios del régimen. La policía política del sátrapa Obiang Nguema le había torturado hasta el umbral de la muerte; se habían mofado de su dolor y se habían reído de sus lágrimas de terror. Saturnino y Juan estaban acusados de servir de plataforma logística a un nuevo e inventado Golpe de Estado contra uno de los criminales más abyectos del planeta, contra Teodoro Obiang Nguema.

En el puerto de Sagunto, Valencia (España), la policía española había encontrado, en el maletero de un coche de desguace, un viejo fusil de asalto, un mosquetón alemán de la Segunda Guerra Mundial y un oxidado revólver con munición dispar e incompatible con las armas halladas. Una de las hipótesis manejadas era que la policía española, siguiendo instrucciones de quién sabe, había identificado el coche que venía sobre una grúa pues se trataba de un vehículo que se enviaba a Guinea Ecuatorial, concretamente al taller de Saturnino para servir de piezas de recambio en las reparaciones que este efectuaba en el país, y encontraron este “arsenal” que podría “desestabilizar” el gobierno de este terrible dictador africano.


Las autoridades españolas alertaron a los miembros de la tiranía guineana de este hallazgo y ello provocó una ola de detenciones y terribles consecuencias para no pocos miembros y simpatizantes de la formación que lidera, desde el exilio, el disidente Severo Moto. España, una vez más, servía a los repugnantes intereses del sátrapa. No cabe duda que las armas fueron puestas para ser encontradas y servir de excusa para violar y maltratar a gente inocente. Saturnino murió de una manera horrible, según informes técnicos forenses. La policía política del dictador está conformada por especímenes que disfrutan de manera patológica con el dolor y el sufrimiento ajeno.


Juan Ondo Micha, acusado tangencialmente de estar en la esfera ideológica de los que aspiran a vivir en un país civilizado, moderno y democrático; sufrió las palizas y los malos tratos continuados de estos canallas violentos y terminó penando en un sórdido calabozo con unas deplorables condiciones de vida. Enfermo, cansado y sin nada que aportar a la tiranía, fue autorizado a salir del país e intentar recuperarse gracias a los sistemas de salud españoles. Juan Ondo Micha murió en un hospital de Sevilla a causa de las graves lesiones que padecía.


El Partido del Progreso, en la noche en que despedimos el año y nos enfrentamos al que viene, resumieron los acontecimientos de los meses pasados al tiempo que se establecía una batería de iniciativas para encarar el nuevo año como un horizonte de esperanza. Juan ya no estaba con ellos y con él otros muchos que han pagado con la vida en este largo camino hacia la Libertad y la Democracia en Guinea Ecuatorial. Se hizo un silencio en la cena. Severo Moto estaba sentado junto a sus compañeros de gabinete como el vicepresidente, Armengol. Unos minutos de reflexión y silencio. Tiempo para los muertos que exigen justicia.


En la mente de muchos se abría el interrogante de hasta qué punto alimentará España a la bestia y hasta qué punto habrán de pagar, con sangre, la enfermiza y encanallada manera de gobernar de este sátrapa africano.
Ha empezado un nuevo año y el Partido del Progreso está de luto. En el aire quedaron las palabras de Moto como un mensaje eterno a favor de los que han llegado a dar hasta la última gota de su sangre en el altar de la Libertad y la Dignidad humana.
La familia de Juan Ondo Micha ha recibido la solidaridad de sus correligionarios mientras él se une a los muertos por el tirano Obiang y juntos, planean su castigo desde el más allá.