viernes, 27 de noviembre de 2009

La Tiranía amenaza y condiciona a la Cadena Islámica, Aljazeera







La Cadena de televisión islámica, Aljazeera, es la única autorizada para grabar y emitir imágenes y contenidos de las elecciones en Guinea Ecuatorial. Los responsables habían diseñado una parrilla de programación muy plural y abierta, a pesar del enorme fraude que se avecina y con un ´ánimo, quizá malintencionado, de crear cierto clima de normalidad.


En su impostada imparcialidad, solicitaron al Gobierno en el exilio, concretamente a Severo Moto, la posibilidad de hacerle una entrevista con la que completar esta programación especial, la “Primicia”, la “exclusiva” de documentar esta cíclica gran farsa de Teodoro Obiang Nguema.


Severo Moto, obviamente, declinó la invitación pero tras una consulta con sus ministros y asesores, reconocieron la importancia de poder expresarse públicamente aunque existiera la duda razonable de la manipulación. Era una oportunidad, una raquítica ventana, para expresar el sentimiento de abandono y terrible sufrimiento de una inmensa mayoría de la población, tanto la residente en el país como la abultada ausencia de los exiliados y desplazados.


Se eligió un portavoz y se redactó una declaración institucional para evitar, en lo posible, una lectura sesgada de la misma.


El Gabinete de Prensa de Moto mantuvo el contacto con la televisión árabe hasta el mismo jueves por la tarde pero la respuesta de la cadena fue la de excluir las declaraciones y suspender la grabación de entrevista alguna con los disidentes. En principio, hasta pasadas las elecciones.


La respuesta que dieron a los periodistas guineanos del Gobierno en el exilio, por parte de Aljazeera, fue la de que, una vez puesto en conocimiento de la dictadura los pormenores del programa informativo, se les prohibió taxativamente contacto alguno con los exiliados , bajo la amenaza de expulsión del país y en su caso, hasta con la cárcel.


El Gobierno en el exilio lamenta profundamente la falta de transparencia de los comicios. No extraña la actitud que, una vez más, demuestra la falta de escrúpulos de la tiranía y la indiferencia de los países democráticos.