Obiang, el dictador de Guinea Ecuatorial, (lo pinten como lo pinten) está que no cabe en sí de gozo. Ha logrado que los políticos y empresarios del Estado Libre Asoriado de Canarias se interesen por su finca particular y estos, sin pedirle el “pedigree”, quieren invertir allí, porque, según cuentan, “el Dorado está en el Golfo”. Otros, más sarcásticos, han dicho que es al revés: “el golfo está en el Dorado”.
Un Dorado oscuro, pletórico de “oro negro”, controlado por los norteamericanos, y una nacíón con un señor, “un poco dictador”, pero que “es nuestro dictador”, no como esos otros que andan por el mundo global y que particularmente detesta la derecha española y sus medios afines. Ya los yanquis acuñaron una vez algo parecido, cuando la gente decía que un presidente panameño (después sentenciado por ellos mismos por narcotráfico), era un “son a bitch”, ellos contestaban: “Yes, but he’s our son a bitch”.
No defiendo ninguna dictadura, ni que, por ejemplo, un tal Chávez, que va por la vida de showman, de cantante, de predicador de los principios bolivarianos, con tintes marxistas, que fue elegido democráticamente (aunque anteriormente lo intentó a través del cuartelazo), lleve una deriva revolucionaria, al estilo castrista, eliminando la libertad de prensa, los derechos constitucionales y democráticos y todo lo que se oponga a su proyecto de convertir Venezuela en un pobre país, a pesar de sus riquezas y recursos naturales. Una oportunidad perdida de devolverle al país su dignidad y conseguir para su pueblo el bienestar, si se hicieran las cosas discretamente, sin tanta verborrea y sin extremismos.
En el caso de Guinea, no importa que “nuestro dictador”, o sea, Obiang, encarcele a sus adversarios, manipule elecciones; torture si hace falta; mantenga a su pueblo en la más absoluta miseria, mientras él y su clan y sus admiradores, viven como reyes y se llenan los bolsillos. Ni importa que el escritor guineano en el exilio Donato Ndongo-Bidyogo denuncie una y otra vez las atrocidades del sobrino de Macías, otro dictadorcito surgido después de la independencia del país, y que luego, “con la democracia de Teodoro”, fue condenado a muerte.
Claro que España ha llegado tarde al “reparto” porque los primeros puestos los acaparan, al saber que Guinea tiene petróleo y madera y posibilidades de explotar la pesca, naciones como China, Estados Unidos, Francia y otros países. Y además, en Guinea existe gas, oro, diamantes y uranio. Es una pigmea bastante apetecible.
La lotería que le cayó a Guinea Ecuatorial, uno de los países más pequeños de Africa, 28.051 km2, con el descubrimiento del petróleo, ha beneficiado a algunos de sus vecinos, regidos también por gobiernos autoritarios, con escasa democracia, poco trabajo y un mínimo respeto a los derechos humanos. La emigración ha originado que Guinea haya duplicado su población en seis años.
Según datos que ofrecía la revista “Mundo Negro” en 2.003, la población de Guinea era de 494.757 (no se contaban los exiliados) En 2009, se han alcanzado 1.015.000 habitantes. Los datos económicos de 2003 indicaban que la moneda de Guinea era el CFA (franco africano) En aquella época, un euro equivalía a 655,96 francos. El PIB (miles de millones $) era 1,8. El PIB per cápita, 15.073 $. El PIB por sectores, agrario (8%), industrial (87%) y servicios (5%) El crecimiento del PIB per cápita, entre 1990-2000, era del 18,9%. La tasa media de inflación era del 17%. Los recursos básicos del país: cacao, madera, petróleo y pesca. Por cierto, en 2003 solamente había un diario, y claro, controlado por Obiang.
En cuanto a los datos sociales se destacaba que la esperanza de vida era de 51 años (superior a la de otros países africanos); la tasa de mortalidad infantil era de 153/1.000; las viviendas sin acceso a agua potable constituían el 57% y con saneamiento adecuado, el 53%. Había 25 médicos por cada 100.000 habitantes; los casos de paludismo se elevaban a 2.506 por cada 100.000 habitantes. La tasa de alfabetización de adultos era del 83%; la escolarización primaria alcanzaba al 72,7%; los alumnos de enseñanza superior eran 1.003.Los datos más recientes indican que el PIOB, en 2.008, alcanzó los 19.370 $ y el PIB per cápita, 31.400 $.
La expresión atribuida al vicepresidente del gobierno autónomo, de que “nosotros podemos aportar un saber hacer acumulado” en los proyectos de infraestructura y equipamientos que se están diseñando en esta nación, no la llego a entender, porque se podrían habar aplicado en Canarias para contribuir a su desarrollo. ¿Por qué invertir fuera si en estas islas casi nadie invierte para fomentar empleo y riqueza, y si lo hacen es para lo mismo, es decir apartamentos y hoteles, que no hacen falta, y a veces solicitando subvenciones y dinero público para unos negocios privados. ¿Por qué no se potencia al máximo la agricultura y la ganadería? ¿Por qué no se planifica un desarrollo industrial adecuado? ¿Por qué no se estimula la aplicación de energías alternativas y dejamos de consumir tanto petróleo, que a su vez es tan contaminante y perjudicial para nuestra salud y el medio ambiente? ¿Por qué no ponemos empeño en mejorar el entorno de los lugares turísticos y regenerar nuestra propia naturaleza, deteriorada durante tantos años de machaqueo?¿Por qué no hacemos esfuerzos para mejorar nuestra sanidad pública y nuestra enseñanza y educación?. No entiendo que se busquen oportunidades de inversión en Guinea, o en cualquier otra parte del mundo, “para superar la crisis de la economía isleña”, cuando es aquí donde hay que invertir y crear empleo que propície un desarrollo sostenible.
Le están diciendo claramente a los empresarios: “Miren, márchense de Canarias, porque aquí no hay nada que hacer ya”. Pues eso, que emigren y se vayan con la música a otra parte. Está visto que en Canarias importa poco la democracia. Y no nos extraña, con las actuaciones de políticos que se ríen del estado de derecho y gobiernan con toda impunidad, aunque cometan toda clase de tropelías e ilegalidades, presuntas o no.
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