martes, 28 de julio de 2009

Carta abierta a Fraga, el viejo colono


Me he tenido que tomar mi tiempo para evitar, al menos, no caer en la descalificación pura y dura e intentar entender, si esto es posible, lo que ha dicho o querido decir el señor Fraga Iribarne; con respecto a la visita institucional del Reino de España a la Tiranía de Guinea Ecuatorial.



Hace unos años a Fraga lo intentaron asesinar. Un grupo que se denominaba “Exercito Guerrilleiro do Pobo Galego”, quiso borrarlo de la faz de la tierra a golpe de cartuchos de dinamita pero no lo consiguió. A nadie se le ocurrió, ni entonces ni ahora, justificar semejante acción terrorista contra la primera autoridad de la Junta de Galicia.


El asesinato, la extorsión, los crímenes en general, no tienen justificación. No se puede atentar contra un hombre por haber sido ministro franquista o el fundador del partido de centro derecha.


Nadie tiene derecho a sacar de la vida a otro ser humano por que no le guste lo que piensa, o como viste o la religión que practica. Nadie, en su sano juicio, daría el mismo rango a un criminal que a una persona decente.


Algo tan obvio, algunas veces, suele pasar desapercibido y caemos en esa especie de Síndrome de Estocolmo que nos acerca más al verdugo que a la victima.


El señor Fraga ha debido olvidar el susto de la explosión en su villa de recreo a manos de estos terroristas gallegos.


Fraga ha perdido, si alguna vez la tuvo, la sensibilidad con el paso de los años y ha terminado justificando a uno de los criminales más abyectos, obsequiándole con unas declaraciones que todavía hoy, escucho las carcajadas y las palmas que ha arrancado a los brutales represores de mi país. Fraga, que se comporta como el peor de los colonos, ha vuelto a abofetear a un pueblo humillado y se ha sentado a la mesa del sátrapa a reírle las gracias.



Fraga y Moratinos; Moratinos y Fraga, han recreado una ridícula y terrible pareja artística que representa una sociedad desconocida para todos nosotros. España, estoy seguro, no son estos dos personajes.



Apoyar a Teodoro Obiang Nguema, es enaltecimiento del terrorismo más sucio y dramático. Moratinos y Fraga, estos dos viejos colonos, no sufren con el dolor de los braceros de su plantación y sin embargo, están muy satisfechos con los capataces que, látigo en mano, mantienen a los trabajadores con la mirada en el suelo mientras ellos, los amos, se pasean por sus dominios.



Que duro es escuchar a don Manuel que la Guinea Ecuatorial de Obiang lleva camino de convertirse, casi, en un referente de modernidad para el continente africano. No entiendo si estas declaraciones de Fraga son fruto de su avanzada edad, de un problema con la medicación, o de la ambición de gente de su entorno que necesitan engordar sus cuentas corrientes… vaya usted a saber.



Posiblemente, el viejo colono desconozca que en mi país llevamos muchos años de tiranía absurda y aberrante que ha cambiado hasta la personalidad de sus habitantes.


En Guinea Ecuatorial, don Manuel, hay gente que muere retorciéndose de dolor por falta de medicamentos y que la mayoría de las personas mayores no tienen una mínima atención.


Don Manuel no sabe que, Guinea Ecuatorial es una terrible dictadura que han denunciado prestigiosas organizaciones políticas y humanitarias y no sabe, tampoco, que se practica la tortura, la detención ilegal y hasta el asesinato de Estado.


Don Manuel, no sabe o no le interesa saber que somos muchos, mas de la mitad de la población guineana, que vivimos en el exilio y que no podemos ir a ver a nuestras familias por temor a ser asesinados o detenidos.


Don Manuel no sabe o no tiene la más mínima intención de enterarse de que la oposición exiliada en España vive casi en la clandestinidad gracias a los millones de euros que el sátrapa inyecta en la economía personal de muchos altos cargos españoles para hacer, o que casualidad, lo mismo que hace don Manuel, es decir: negarle el pan y la sal a los exiliados y reírle los zafios chistes al analfabeto dictador guineano.



Don Manuel, que más le puedo decir,



Muchas gracias por esa labor que entre usted y otros hacen para hurtarnos el futuro. Algún día, nuestros hijos o nuestros nietos, estudiaran esta etapa de la historia de la que usted es un personaje indiscutible.



Armengol Engonga

Vicepresidente del Gobierno en el exilio.