domingo, 7 de septiembre de 2008

Las reflexiones de Eugenio Pordomingo


Bajo la “materia reservada” y el “apagón informativo”. Todo sigue igual en Guinea


Eugenio Pordomingo (6/9/2008)


En la etapa de Gobierno del General Francisco Franco, los enfrentamientos entre el Almirante Luis Carrero Blanco, Vicepresidente del Gobierno, y José María Castiella, ministro de Asuntos Exteriores, tuvieron como consecuencia un silencio en todo lo que envolvía a Guinea Ecuatorial. Silencio que trataba de ocultar, entre otras cosas, los pingües negocios que hacían políticos, empresarios y financieros ligados al régimen. Pero esos usos y costumbres de la época se incrustaron en las neuronas de los jóvenes cachorros del sistema imperante.


Pío Cabanillas Gallas, desde el ministerio de Información y Turismo, y más tarde Marcelino Oreja, desde el de Exteriores, hicieron otro tanto. Asuntos turbios, como el apoyo al llamado “Golpe de Libertad”, eufemismo del Golpe de Estado que llevó a cabo en el año 1979, el entonces Teniente Coronel, Teodoro Obiang Nguema, con el apoyo del Gobierno español, contribuyeron a seguir ocultando todo lo concerniente a la ex colonia española en África.


Desde entonces, todo lo que rodea a Guinea Ecuatorial es de facto “materia reservada”, cuando no ocultamiento, artimañas, subterfugios. ¡Que el pueblo no se entere de nada!
Enmarañados y oscuros asuntos, como casi todo lo que se ha relacionado con la Cooperación Española, sin dejar de lado el “descalabro” del Banco Guinextebank, los apoyos, nada desinteresados, de Focoex a supuestos empresarios-inversores, sin excluir la presencia en la zona del famoso “espía”, Francisco Paesa (muerto y luego reaparecido en Suiza), han jalonado unas inciertas relaciones entre los dos países.


Más cercano en el tiempo, en pleno gobierno de José María Aznar, tenemos el affaire de dos barcos de guerra españoles, que se encontraban cerca de Guinea Ecuatorial, en misión hasta ahora desconocida. Asunto todavía sin aclarar. Como sin explicar está, también, la condonación de la deuda que el Gobierno de Obiang Nguema, tenía con España.


El entonces ministro de Economía, Rodrigo de Rato y Figaredo condonó a Guinea Ecuatorial más de 17.000 millones de pesetas, además de otras ayudas, y firmar varios acuerdos en materia de cooperación, y hasta un APRI (Acuerdo de Protección Recíproca de Inversiones), de escasa validez. Indudablemente no era una cooperación con el pueblo ecuatoguineano, sino con Obiang Nguema.


Detrás de este proceder de los Gobiernos españoles está, ahora, la longa mano de los intereses petrolíferos de REPSOL. Pero, y ¿antes? ¿Qué poderosas razones de Estado había antes de “descubrirse” petróleo para tolerar, permitir la conducta de Obiang Nguema?


En la etapa en que Oscar Fanjul era presidente de REPSOL, el crudo de Guinea Ecuatorial fue despreciado porque, según fuentes de la petrolera española, era de “mala calidad”. Ahora, varios años después, REPSOL-YPF, con la inestimable ayuda, en su momento, del Secretario de Estado José Ramón Gil Casares, y la visita a Malabo de Alfonso Cortina (por esos días presidente de la multinacional española), la recompensa llegó: REPSOL-YPF se vio beneficiada en el reparto de cuota de extracción petrolífera, además de participar en negocios relacionados.


Sin lugar a dudas, el nuevo Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ha seguido en este asunto los pasos de sus antecesores en el cargo. Yo diría, incluso, que los ha superado. Estos pasos son los de no “presionar” a Obiang, no sea que se moleste. Y con esa filosofía bajo el brazo no nos extraña nada lo que está pasando: Vergonzantes visitas a Malabo del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, con el regalo -al menos en dos ocasiones- de “paquetes” de varias decenas de millones de euros al tercer país productor de petróleo de África; además de todo tipo de apoyos internacionales, sin excluir el cariñoso apretón de manos entre Obiang y Zapatero en el funeral de Juan Pablo II.


Un auténtico “encaje de bolillos” ha sido necesario. En esa tupida red se han entremezclado las visitas que hicieron a Guinea Ecuatorial las ministras del PP, Ana de Palacios y Ana Pastor, así como las reiteradas del senador socialista Juan José Laborda, sin excluir otras muchas de diplomáticos y otros… Y, por supuesto, las de dos comisiones de diputados de nuestro Congreso, integradas por PSOE, PP y CiU.


Entre unos y esos “otros”, el régimen ecuatoguineano, con el inestimable y costoso apoyo de España, ha tratado de mostrar cierta credibilidad en los sucesivos eventos electorales (municipales, legislativas y presidenciales). Los “observadores internacionales”, designados por España aportaron su grano de arena a esa operación de maquillar al régimen de Obiang.
Una auténtica vergüenza, repito, que debería hacernos sonrojar a los españoles.


En ese entramado de intereses no se pueden obviar las reiteradas “gestiones” en apoyo de Obiang Nguema, que han llevado a cabo, en distintas etapas, los diplomáticos Manuel Fernández Alabart y José Ramón Gil Casares.


Bajo ese prisma, Gobierno y medios de comunicación españoles da la impresión de que se afanan en ocultar las innumerables atrocidades que lleva a la práctica el régimen guineano. Y no se ocultan sólo las que padecen los ecuatoguineanos, sino las de los mismos españoles. ¿Acaso nuestras autoridades han hecho algo por esclarecer las muertes de la monja Carmen Samaranch Kimer -que osó denunciar las suciedades en torno a la ayuda que llegaba de España a Guinea-, acaecida en 1983; o la del empresario Antonio Martínez Lister en 1995; o, la más reciente, de la cooperante Ana Isabel Sánchez Torralba en 2003? ¿Acaso, los sucesivos gobiernos españoles, han hecho algo acerca de las reiteradas denuncias de expolios habidos contra intereses privados españoles en Guinea?


No, ningún Gobierno ha hecho nada, como tampoco han hecho nada porque los derechos humanos se implanten en Guinea Ecuatorial. Quizás fue Felipe González, el único presidente del Gobierno que presionó a Obiang, pero al parecer éste tiene apoyos muy influyentes en nuestro país. Y al final, tras su visita institucional en 1992 a Guinea Ecuatorial, se produjeron los mismos gestos: dinero, dinero, permisividad, tolerancia y silencios cómplices…


Como prueba de este “apagón informativo”, de esta “materia reservada”, hay que recordar la extraña muerte en Malabo, en el año 2004, del doctor Elías Maho Sicacha, que fuera Presidente de la Cruz Roja Guineana. Todas las instituciones españolas, incluida la Cruz Roja Española, silenciaron esa muerte y el acto que se organizó en Madrid en su memoria.


Una prueba más de ese quehacer. En el año 2005 tuvo lugar la 61ª Comisión sobre Derechos Humanos de la ONU, que se reunió en Ginebra. Pues bien, el Gobierno de España no presentó la más mínima queja ni objeción a la actuación de Teodoro Obiang Nguema. Es más, el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero trató de boicotear que particulares presentasen informes que pudieran molestar al dictador ecuatoguineano. En la votación -sólo lo hacen las naciones-, España se abstuvo…


Ahora, la estrategia de apoyo consiste en manifestar algunas críticas al régimen imperante en la República de Guinea Ecuatorial, mientras se buscan afanosamente -está estrategia lleva ya algún tiempo en el paritorio- los comparsas de turno: españoles y ecuatoguineanos.


Espero, y deseo, que los habitantes de la ex colonia española, encuentren algún día la libertad que merecen y puedan disfrutar de las riquezas que albergan sus ricas aguas y tierras. A la vez que buscan en las “fosas comunes” los cadáveres de familiares y amigos.


Solo pido que entiendan que los españoles no somos culpables de lo que llevan padeciendo; los responsables son los que tienen la posibilidad de decidir. Bueno, quizás, si lo somos, por omisión, por dejadez, por guardar silencios cómodos o cobardes…

Fuente: www.espacioseuropeos.com