
Hay que ver la que se ha liado entre los exiliados guineanos con el hecho, casi anecdótico, de que una diputada española – en este caso, Rosa Díez- se haya acordado de los negritos del África tropical que hablan español y que son de los más olvidados, despreciados y abandonados de todo el universo hispano parlante; junto con los pobres saharauis, a los que ya nos le queda más que ese trozo de desierto prestado en Argelia y que de seguir así las cosas serán triturado y diluidos bajo el imperio del sultán de Marruecos… hasta los Mauritanos les han dado la espalda. Los saharauis quedaran como una atracción turística, la preferida por los “progres” españoles, ideal para encontrarse con esos “señores del desierto”, tomar té y traerse niñitos a los campamentos de verano a golpe de subvención, por supuesto…
Todos los guineanos, más o menos instruidos, nos hemos hecho eco de la preguntita de Rosa Díez como si de un milagro se tratara y es que hay tan poca vergüenza con los temas de Guinea Ecuatorial que a uno ya le sorprende el hecho de que, por lo menos, sepan situar el país en el mapamundi.
Rosa Díez debió quedarse a cuadros cuando se informó, un poco por encima, de la realidad de esta ex colonia española y descubrió el calvario que sufren muchas personas bajo la arbitraria y enajenada forma de gobierno de Obiang y su banda armada.
Lo que no sabe Rosa Díez, con toda su buena voluntad, es que llevamos gritando socorro desde hace más de 20 años y que no se les mueve ni un músculo de la cara (durísima) de los responsables españoles, gobierne quien gobierne.
Guinea Ecuatorial, al igual que el Sahara, sufre la pasividad cuando no la directa complicidad de la clase política española con las formas de gobierno más abyecta que hayan conocido los humanos de este siglo.
Señora Díez, su pregunta es tan obvia y tan plana como la que intenta hacer su antiguo jefe, el presidente de la autonomía de las Vascongadas, cuando pide conocer la opinión de los vascos sobre si están o no de acuerdo con la violencia de ETA… es obvio ¿o, no?
Mire doña Rosa, con todo el valor que tiene hablar de nosotros en el parlamento español y para algo que no sea darnos más dolor, sería muy interesante saber que les ha pasado a los tres diputados españoles que estuvieron en Malabo, como avalistas de la gran bestia, para que volvieran a España escribiendo las sandeces que publicaron, en nombre del pueblo español.
Doña Rosa, es posible que sus compañeros diputados estén sufriendo los efectos de las drogas que algún “marabú” del gabinete del sátrapa les proporcionó nada más bajarse del avión que les traía de Madrid.
Muchos de los guineanos en el exilio creemos que Moratinos, el señor ese que hace de Ministro, está protegido por siniestros espíritus guiados desde el mismo palacio presidencial de Obiang… sino, no nos explicamos que nadie le pregunte por lo que está ocurriendo en esta parte del continente africano, el único rinconcito donde se habla un español más puro que el de “chikilicuatre” pero donde el Instituto Cervantes ni está ni se le espera.
Señora, no sabe las ganas que tenemos de independizarnos de esta España corrupta y cómplice. Queremos poder mandarles a donde ellos nos tienen y hablar y sentir con ese pueblo español sensible y solidario que permanece oculto bajo la espesa capa de la ignorancia y el olvido.
A los guineanos también nos gustaría poder elegir a nuestros representantes y tener médicos y hospitales y que nuestros hijos asistan felices al colegio y que para nuestros jóvenes se abra un mundo de oportunidades más allá de salir corriendo para ser carne de cañón en la antigua metrópoli.
Ojala y las preguntas que se hagan dejen de ser tan obvias, tímidas e insignificantes para convertirse en auténticas denuncias por los derechos de las personas. Ya nos gustaría, doña Rosa, que usted pidiera reunirse con los representantes en el exilio para conocer, de verdad, todo este circo del que viven no pocos españoles a costa del sufrimiento de miles de guineanos.
De todas formas, se le agradece el intento y no en vano la noticia ha corrido como un reguero de pólvora por todos los correos electrónicos. Su pregunta, al menos, nos ha dibujado una sonrisa. Por lo menos, usted - todavía- no cobra de lo que le roban a los niños, a los enfermos y a los jóvenes de Guinea Ecuatorial como pasa con otros compatriotas suyos.
Señora Diez, doña Rosa, gracias de todo corazón.