lunes, 20 de febrero de 2023

GUINEA ECUATORIAL: HA LLEGADO LA HORA

Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial

 

Fotografía de Ernesto Agudo


Hay veces que antes de ponerme a escribir dejo que mis pensamientos se disparen en todas las direcciones. Es como el que se lamenta de un problema, mira al frente y descubre que lo que está sufriendo es mínimo en comparación con lo que padece mucha gente. Hoy me acordaba del poema de Calderón de la Barca que decía: “Cuentan de un sabio que un día tan pobre y mísero estaba, que sólo se sustentaba de unas hierbas que cogía. ¿Habrá otro, entre sí decía, más pobre y triste que yo?; y cuando el rostro volvió halló la respuesta, viendo que otro sabio iba cogiendo las hierbas que él arrojó”. Las catástrofes se suceden. Pero hasta de los peores acontecimientos uno termina aprendiendo. Estos días he estado siguiendo las noticias de los terribles sucesos de Siria y Turquía. La tierra tembló, las casas se vinieron abajo y miles de personas murieron. Una tragedia, un drama, familias destrozadas, caos y desolación.



Miro con estupor estos desastres naturales con cierto escepticismo pues me doy cuenta que no hay siniestro mayor y más espeluznante que el que ocasiona el mismísimo ser humano. Un terremoto es inevitable pero la tristeza se apodera de mí cuando escucho a un portavoz del Colegio de Arquitectos turco diciendo que miles de víctimas se habrían salvado si se hubieran hecho bien las cosas. Corrupción, falta de inspecciones, construcciones hechas por personas no cualificadas y un largo etcétera, permitieron que la población habitara viviendas que no resistían un temblor de estas magnitudes. Ahora, la Administración viene con el dedo acusador y ya son muchos los que se enfrentan a vérselas con la Justicia. En Siria, mejor no hablar, el seísmo es una anécdota si tenemos en cuenta lo que han hecho los hombres en esa zona del planeta. Qué pena.



Desplazados, huérfanos, exiliados, gente sin futuro. Todo esto tendría que cambiar. A pesar de todo el desastre siempre hay algo que salvar como la solidaridad internacional o hasta la reacción de las autoridades señalando a los responsables y asegurando que van a tomar medidas. Algo que me llama la atención de todas estas calamidades son los milagros. De verdad, creo en los milagros. Estaba leyendo un periódico y doy con la noticia de “El último caso conocido es el de una mujer de 42 años rescatada en la provincia de Kahramanmaras, en el sur de Turquía, tras 222 horas sepultada”. La encuentran antes de que las máquinas pesadas empiecen con sus trabajos de desescombro. Increíble. Resistió el frío, el dolor, sin comida y ahí estaba ella, aferrada a la vida en contra de todo pronóstico. Los milagros existen.

No tenía fuerzas ni para pedir socorro y aún así, alguien escucho su imperceptible grito.



A Guinea Ecuatorial le pasa como a esta mujer: Se quedó sin voz y el tiempo se paró. No sabemos por qué ahora, la Eurocámara ha pedido a la Unión Europea sancionar a Guinea Ecuatorial tras la muerte de Obama Mefuman. Un caso único que ha contado con el apoyo, la unanimidad, de casi todos los grupos. Algo histórico. En el Partido del Progreso uno dijo con voz de sorpresa: “Han tardado mucho en darse cuenta, pero como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena”.  Son muchos los que han pagado hasta con sus vidas el dejar un país digno a nuestros hijos. Julio Obama ha sido el último sacrificado por el régimen. La comunidad internacional ya no puede seguir mirando para otra parte. Es tan clamorosa la injusta situación por la que está pasando nuestro país que la arrolladora mayoría del Parlamento Europeo ha dicho ¡BASTA!



Es el tiempo para las fuerzas políticas de nuestro país. Tenemos que demostrar que es posible mirar el futuro con optimismo. No podemos dejar pasar esta oportunidad. A todos beneficiará una Guinea Ecuatorial moderna, civilizada y homologada con los países desarrollados. Podemos hacerlo. La alternativa no puede ser más desalentadora. O nos ponemos los guineanos a trabajar por el bien común y por la grandeza de la república o le regalamos el país al peor representante que ha tenido Guinea Ecuatorial, Teodorín, y a su mamá, Constancia.

Está en nuestras manos. Es la hora de los patriotas. La comunidad internacional nos quiere ayudar. No dejemos escapar esta oportunidad. Hay que unirse y garantizar una transición pacífica, respetuosa y valiente que tenga como objetivo dignificar a nuestra gente y a hacer posible un futuro propio de un país civilizado.

Ha costado mucho dolor y mucha sangre llegar hasta aquí. Que no sea inútil tanto sacrificio. Es la hora de Guinea Ecuatorial.