Por Ada Ela Owono, opositora en el exilio
Geográficamente, Guinea Ecuatorial es el balcón hacia el Océano Atlántico, pero su población lleva inmersa en la cultura del tribalismo desde que el 3 de agosto de 1979, fecha en la que el dictador Teodoro Obiang diera el golpe de Estado. Transcurridas ya más de cuatro décadas, la involución cultural y económica del país no ha hecho más que agrandarse. Es sintomático que la mayoría de los dictadores de Africa apelen siempre al africanismo, no al africanismo de valores, sino al mas oscuro; al tribalista, al de los mitos, al de la brujería, utilizado para subyugar a sus respectivos pueblos. Por otra parte, esta apelación al mundo mágico, no deja de ser una forma de contrarrestar una posible emulación de la democracia, el respeto a los derechos humanos y el estado de derecho que se profesa en las sociedades occidentales libres.
El exilio masivo y largo de los guineanos, ha supuesto la formación de familias en toda la geografía mundial. Un hecho que sin duda beneficiará en gran manera la cultura y la economía de Guinea Ecuatorial.
El exilio se ha convertido en el talón de Aquiles de Obiang, ya que los exiliados gozan de libertad para poder condenar todos los criminales atropellos que el dictador está cometiendo contra su pueblo. Obiang Nguema, sabedor del peligro que corre su dictadura frente al empuje de los exiliados, ha estado detrayendo grandes recursos económicos para contrarrestar la fuerza del exilio, bien alargando su mano asesina, para golpear directamente a los opositores o bien, mediante la compra de voluntades de algunos exiliados.
También dentro del país Obiang ha llevado a cabo una política de enfrentamiento de la población interior en contra de los exiliados. Para ello ha comenzado a sembrar el miedo y a presentar a los expatriados como oportunistas violentos, que buscan el ajuste de cuenteas y apoderarse de los recursos de país, como lo hace el propio dictador y su gente.
La mentalidad occidental, la preparación cultural y profesional de los exiliados, provocará en su retorno de la diáspora un indudable choque frente a los valores tribalistas que ha impuesto la dictadura en la sociedad guineana. Pero sin duda alguna, la confrontación a modo de catarsis, de la nueva mentalidad democrática de los exiliados, supondrá una inyección de libertad, de valores democráticos, de mentalidad creativa y emprendedora, provocando un cambio en los comportamientos del conjunto de la sociedad guineo ecuatoriana.
La propuesta válida que dé respuesta a las preguntas más frecuentes de los que sufren en sus carnes a diario el azote maléfico de la tiranía, debe ir acorde a la asociación e inclusión del país en todos aquellos organismos internacionales a los que pertenecen las potencias más importantes del mundo, básicamente, integradas por aquellas que en primer lugar, respetan los DDHH por encima de todas las cosas.
Esta visión de apertura y de homologación con las democracias occidentales, la ha estado defendiendo el Partido del Progreso desde sus inicios. Y es porque creemos que en esta interrelación, cultural y económica, los hombres y mujeres que han vivido su exilio en países democráticos de Occidente, están llamados a jugar una importante baza en el intercambio económico de bienes y mercancías entre Guinea Ecuatorial y estos países, que asegurarán sin duda el futuro desarrollo de nuestro país.
