Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del
Progreso de Guinea Ecuatorial
“El escritor de un país sin librerías” sintetiza, en su título, la verdad de nuestra opaca realidad ante el mundo. Como un dardo lanzado al centro del corazón, esta película sobre Guinea Ecuatorial, se proyectó en Guadalajara, España, en el videoclub alcarreño ante más de un centenar de personas.
Tras la proyección del filme se desarrolló un interesantísimo
coloquio en el que participé junto a una mujer, Susana Martínez, que sabía de
lo que hablaba pues estuvo en Malabo, en el Centro Cultural de España,
dirigiendo proyectos de promoción de la lectura y otros de asistencia técnica.
La película nos llevaba de viaje a un país tomado por una
familia dirigente y sus cortesanos mientras la población sobrevive con lo que
puede y como puede. El hilo conductor de la historia es el escritor annobonés y
refugiado en España, Juan Tomás Ávila Laurel. Un hombre que, como muchos, tuvo
que escapar de Guinea Ecuatorial por ser un disidente del régimen del tirano
Obiang. Con él recorremos su infancia y sus recuerdos sobre un pedazo de tierra
realmente hermosa, pero en las manos equivocadas. La verdad es que la obra es
un alarde de creatividad, talento y manejo de técnicas diferentes. Podemos ver
una cuidada fotografía mezclada con dibujos animados y un guion exquisito que
alimenta el alma.
Una película muy recomendable y también una historia
necesaria para comprender nuestra situación actual.
Las dictaduras, los regímenes violentos y opresivos, matan
siempre el talento, la creatividad, la cultura. Ser un libre pensador, un ser
creativo o un artista ya es una amenaza para los que detentan el poder.
Me gustó mucho participar en el coloquio y ratifiqué mi
compromiso con el mundo de la cultura pues sin ella es imposible avanzar,
transformarse, evolucionar.
Nuestros autores hablan con el lenguaje del arte y nos dan
las claves de la realidad que vivimos. En colores, fotografías, textos o
canciones, descubrimos el mundo que nos abraza y también las fuerzas que nos
oprimen.
Una sociedad evolucionada y civilizada ha de contener espacio
para la expresión artística e intelectual. No podemos ver con normalidad un
escritor sin librerías, ni niños sin padres o que nos nieguen el futuro con la
pantalla de la violencia arbitraria.
Necesitamos espacios para expresarnos, para abrazarnos y para
construir juntos una sociedad en la que quepamos todos. Que el escritor pueda
mostrar su obra, que el cine refleje el talento de nuestros directores o que
nuestra gente cante al ritmo de los latidos de nuestra historia. Por cierto, el
rapero El Negro Bey también aportó su manera de contar la historia a ritmo de
hip-hop en esta importante presentación de la película guineana y española: “El
Escritor De un País Sin Librerías”.
La historia de los pueblos no son caminos de rosas, lo sé. La
evolución es una sucesión de retos y barreras que hay que ir superando. La
vida, en definitiva, no es fácil para nadie. Como político, estoy convencido
que todo se puede hacer mejor. Tenemos un compromiso con la historia y yo sé
que va a salir bien. Esta es nuestra oportunidad y sabemos de dónde venimos,
pero lo más importante es saber a dónde queremos llegar.
Historias como las que narra Juan Tomás Ávila Laurel nos han
de servir para buscar escenarios en el que poder desarrollar todas nuestras
posibilidades sin violentar a nadie y sin ser coaccionados.
El reto que tenemos por delante supone el participar de la
construcción de una nueva sociedad o, por el contrario, ser rehenes del grupo
más violento, siniestro y criminal que se haga con el poder.
Está en nuestras manos. No debemos dejar escapar la
oportunidad de cambiar las cosas. Casi sin medios, pero con mucho talento y
tesón, nuestros artistas sobreviven en un territorio hostil.
Cuando leo libros de autores guineanos, veo sus películas,
escucho sus canciones o disfruto de los artistas que llenan nuestras vidas de
colores y puntos de vista diferentes, tengo esperanza en el futuro. Esta
aventura que se abre ante nosotros es responsabilidad de todos. No agachemos la
cabeza. No nos dejemos intimidar. El futuro nos pertenece y lo vamos a
alcanzar.