sábado, 22 de agosto de 2020

CUANDO LOS MILITARES JUEGAN A POLÍTICOS. EL EJEMPLO DE OBIANG NGUEMA.


MIS REFLEXIONES DE DOMINGO. N°CLXIII.
Hace muchísimo tiempo que los militares dejaron de inmiscuirse en los asuntos políticos de la nación en Europa, buena parte de Asia (Japón, Corea del Sur, Singapur, etc) y en América del Norte (Estados Unidos, Canadá y México); atrás quedaron los tiempos donde los militares valientes conquistaban y fundaban imperios; ¿quién no se acuerda de Publio Cornelio Escipión, Cayo Marius, Lucio Cornelio Sila Félix, Cayo Julio César, Julio César Germánico o Marco Antonio, generales romanos que hicieron que Roma fuese uno de los imperios más potentes y longevos de todos los tiempos; o Napoleón Bonaparte de Francia,  Anibal Barca el cartaginés, Alejandra Magno de Babilonia, los ingleses Wellington y Lawrence, etc, etc; atrás quedaron los tiempos en los que el único lenguaje diplomático que se hablaba en el mundo era bélico y las únicas armas empleadas para 'impartir' justicia  era la violencia (las guerras); los que estaban mejor preparados, adiestrados y dotados física y estratégicamente iban por el mundo conquistando y expropiando las posesiones de los pueblos conquistados, así surgieron los imperios. Después  triunfó en esos continentes y países el uso de la razón y el convencimiento de que los asuntos políticos tenían que ser tratados y ocupados por los políticos, civiles capacitados, cuerdos, elegidos democráticamente mientras que los ejércitos, los militares quedaban al servicio del Estado, de los gobiernos elegidos y tenían que acatar y someterse al ordenamiento jurídico, garantizar la seguridad nacional y de las personas, hacer cumplir y cumplir las leyes recurriendo a la fuerza si fuera necesaria; esto es lo que llamamos hoy Estados Democráticos.
En cambio, el continente africano sobre todo, algunos países latinoamericanos como Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua o Guatemala, y otros tantos asiáticos (Irak, Afganistán, Bangladesh, Birmania...) siguen sufriendo el acoso y la injerencia de los militares en los asuntos políticos. Los ejércitos africanos están por encima del mal y el bien; viven permanentemente al margen de las leyes, no respetan ningún orden constitucional y se creen legisladores, magistrados y son el ejecutivo en su mayoría; se permiten quitar y poner a los presidentes (Malí esta semana), cesar o expulsar a los legisladores (diputados) y disolver a todas las instituciones oficiales a través de golpes de estado so pretexto  de que los presidentes lo hacían mal, los políticos ejercientes eran corruptos y no están dispuestos a dejar que el pueblo siga sufriendo. Suelen hablar en nombre de la decencia, honorabilidad cuando es patente que esos ejércitos no se caracterizan precisamente por ser decentes, correctos ni mucho menos eficaces. Si África se caracteriza por algo en común es por la inestabilidad, la inseguridad y la corrupción de los militares también. Los terroristas, los delincuentes, las mafias de drogas, y el crimen organizado llenan las ciudades africanas y ahí los ejércitos no hacen nada para evitarlo; la impunidad es la tónica general de los ejércitos africanos, y se atreven a hablar de respeto a las leyes.

Cuando los militares juegan a ser políticos y suplantan a los políticos, los resultados nunca jamás han sido positivos; África entera es un ejemplo fehaciente. Ningún país donde los militares han tomado a fuerza el poder ni ha sido liberado de la opresión, ni ha sido democratizado, ni su población ha conocido el bienestar. El ejemplo lo tenemos en Guinea Ecuatorial. El ahora general de división, antes teniente coronel, el rey Obiang Nguema I, tras aprovechar y apropiarse la autoría del golpe de estado contra el sanguinario Macías el 3 de agosto de 1979 que dieron unos valientes y verdaderos militares, dijo que había oído el llanto de los guineanos y había acudido a su auxilio; dijo que él no era político y no se veía presidente, que en nada iba a ceder la presidencia al que lo merecía. 42 años después ahí lo tenemos aferrado en el poder, enchufando a toda su extensa familia en todos los puestos claves de la administración del Estado; el pueblo está peor que nunca, el país va peor que nunca. Este fin de semana pasado cesó a su gobierno con la excusa de que era ineficaz, no había logrado los objetivos marcados, la crisis económica era terrible y el pueblo estaba al borde de estallar por la miseria que ya padecía y había que buscar un nuevo impulso para enderezar el rumbo. Tres días después vuelve a nombrar exactamente a los mismísimos que habían suspendido y eran unos inservibles: a los Pascual Bailón, Clemente Engonga Nguema, Alfonso Nsue Mokuy, Ángel Mesie Mibuy, Alejandro Evuna, etc; mandó que se despidiera a la mitad de los trabajadores de las empresas públicas, los jueces y demás funcionarios porque no había con qué pagarlos, en cambio vuelve a nombrar un gobierno de 53 miembros sin contar con los secretarios generales y directores: él, su hijo, 4 primeros ministros, 24 ministros, 7 ministros delegados y 16 viceministros.

¿Quién de los miembros del gobierno saliente era incompetente e ineficaz; Eugenio Nzé Obiang, Celestino Bacale o Salomón Nguema? O sea que la educación marcha viento en popa con Clemente Engonga, la economía funciona de maravilla con César-Augusto Mba; hay pleno empleo y la seguridad social está bollante gracias a Alfredo Mitogo. Compadezco a los guineanos por nuestra ingenuidad. A pesar de que Obiang y su familia vienen engañándonos desde hace más de 50 años (los 11 años con su tío y los ahora 41 suyos); él ha dicho hasta la sociedad que nunca va a cambiar y los que lo piensan están perdiendo el tiempo pero a pesar de ello, siempre que hace un amago, un disimulacro de cambiar, todo el mundo le presta atención. Obiang irá al otro barrio con su equipo de aduladores; los ha escogido no para construir ni mejorar nada, no piensa cambiar, ¿cómo cambiar lo que está funcionando?, sus intereses están a salvo, su familia vive la 'vie en rose', sus amigos viven en el paraíso, ¿por qué cambiarlo?; tras él, se aferrará al sillón que le ha sido prometido su hijo que ya lo toca con las puntas de los dedos, si es que no se ha sentado ya en él, y para que no fuera nadie a movérselo, ha puesto a su tío Efa Mba de guardaespaldas para su defensa, a su sirvienta Aralia - Modesta Baha en la (des)información, Prensa y Radio para que de ahora en adelante se le lea todas sus ocurrencias. 

Los gobernantes africanos en su mayoría son un desastre, incompetentes, dictadores y corruptos; en nuestros países, los derechos humanos y la dignidad de las personas no se respetan; muchas personas viven muy mal; la gente muere como moscas, la educación y la sanidad están por los suelos y todos los africanos de bien queremos que esto cambie y África sea de una vez un continente próspero, respetado, democrático y digno, pero no con militares; no es de recibo que en pleno siglo XXI los africanos estemos solicitando y celebrando que los militares se hagan con el poder, se erijan en salvadores de los pueblos, los adalides de la democracia; no debemos aplaudirles o invocar sus intervenciones a su conveniencia. En ningún otro lugar del mundo civilizado los militares actúan de jueces. Los políticos africanos no deben esconderse detrás de los ejércitos para que esos les arreglen las cosas, les hagan el trabajo sucio y les regalen el poder que ellos no han podido conquistar limpiamente porque, de esa forma, serán hipotecados de por vida, serán unos marionetas en manos de las cúpulas militares y les bailarán el agua. Es momento de que África y los africanos cambien de actitud; el fin no justifica siempre los medios, no todo vale en política. Así no, África; así no.

Por cierto, bye, bye, monsieur Nzé Obiang Eugène. Ya has visto cómo es el obrar de vuestra pandilla y vuestro sindicato. Lo único que te puedo decir es lo que la mujer del emperador Nerón le dijo cuando los romanos supieron que él era el culpable del incendio que atribuyeron a los cristianos y fueron hasta su palacio para lincharle: "has reinado como un hombre, muere también como hombre". Has querido ser el azote de la oposición y activistas contra el régimen; lo has defendido a capa y espada y nos has querido hacer ver que ese régimen era el mejor; ahora, sufre las bondades y excelencias de tu régimen. Bonne chance!!

Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?