Publicado en Radio Macuto
Es-en mi punto de
vista-decepcionante observar el panorama de los Estados, los gobiernos
instaurados y el poder político que ejercen en ellos. Siempre o
casi siempre, uno tiene la sensación de estar observando
sociedades separadas en el tiempo e insuperablemente distantes en
el espacio, que no pueden imitarse para guiarse en las cosas buenas para
beneficio de sus ciudadanos.
Lo que sí es común a
todos esos regímenes es su institucionalización mediante
el teórico principio democrático-o aunque solo sea de manera teórica. El
ejercicio del poder en ellos difiere mucho que, a poco que se mire, uno
puede acabar dudando de si relámete se trata o no del gran invento del genio
Pericles (495-429 a. C., fecha discutida hasta la actualidad), sí aquel
filósofo griego que supo conceptualizar como nadie aquella manera de ejercicio
del poder que-entre todas las demás habidas y probadas hasta entonces-sea el
que menos perjudique a los gobernados.
Esa situación es tan preocupante
sobre todo en el continente africano que, acaso debiera ser motivo-para los que
veneramos el "Cogito ergo sum" agustiniano-de serias reflexiones y
debates acalorados en nuestro legendario Abaha ( casa
de la palabra) .
Resulta hasta frustrante caer
en la cuenta de la concepción etnico-clànica que se tiene del poder estatal en
África.
En el sufrido continente, al Estado
se le aplica las mismas denotaciones y criterios que a la familia o
núcleo tribal, donde al jefe o paterfamilias se le presume-sin admitir prueba
en contrario-una amplia clarividencia, rectitud y bondad en su
actuación/gestión en pro de la comunidad, así como libre de toda maldad, porque
el poder le viene de los designios ancestrales y por su madurez, he ahí que al
considerarle padre y protector, no se le puede llevar la contraria ni mucho
menos exigirle responsabilidad por su actuación al frente del clan.
Esto es lo que hace que por
ejemplo, en las redes sociales, televisión o charlas sociales se le
llame loco, desgraciado o frustrado a cualquier voz discordante y crítica con
la nefasta gestión de los asuntos públicos, por parte del desgobierno
que tenemos encima. Ya que la idea tribal de jefe, arraigada en el ADN del
africano-peor aún si se es inepto/borrego y estómago agradecido, como ocurre
con frecuencia en nuestra sociedad-cuestionar al jefe u oponértele se sanciona
con la expulsión del grupo, la maldición verbal o la marginación social.
El africano es tan atrevido que,
sin inventar, o al menos desarrollar teóricamente el término
"democracia" es capaz de adulterar y modificarlo conceptualmente, añadiéndolo adjetivos tales como, "democracia nacional”
“democracia a la ecuatoguineana" "democracia adaptada a las
condiciones del lugar" " la democracia no es tela única"...etc.,
he ahí que -bajo una aparente constitución de libertades democráticas y teórica
separación de poderes-tengamos encubiertos sultanatos," imperios y
repúblicas monárquicas", donde el poder político se entiende como un
legado o herencia familiar, conseguida con el sudor de toda la estirpe del
clan, que bajo ningún concepto se debe ceder-urnas mediante-a ningún extraño
que "no estuvo al frente".
En mi modesto parecer, no es
científicamente aceptable, ni comparto esa creencia-ya casi asumida por
algunos teóricos-de que, la democracia sea imposible de implantarse
y triunfar en las sociedades africanas-en ello puede servir de ejemplo,
aunque con matices, la Sudáfrica del legendario Mandela-antes bien, creo que
muchas estructuras de la organización sociopolítica africanas de los siglos
pasados, tenían instituciones y espacios de debate y opinión, antes de tomar
una decisión que afectaba a los miembros de la comunidad. Lo que hace mucha falta-en
mi humilde opinión-es una élite comprometida tanto
con los valores universales de la democracia, así como los principios y la
sabiduría de nuestras culturas, sin lanzarse a un vacío ideológico
precipitado, carente de estructuras sociopolíticas en las que apoyarse,
ni quedarse anclados en dogmas culturales milenarias que, si bien han aportado
al hombre negro, medios y conocimientos de dominio y supervivencia sobre
la naturaleza, necesitan actualmente una profunda revisión analítica y critica.
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