miércoles, 11 de diciembre de 2013

OBAMA AFEA A LOS DICTADORES SOLIDARIOS CON MANDELA QUE REPRIMEN A LA OPOSICIÓN

                      

Un emocionante discurso, marcado por su apretón de manos a Raul Castro.
Entre el casi centenar de jefes de Estado y de Gobierno que asistieron ayer al funeral de Mandela destacó el presidente de EEUU, con un discurso que emocionó y cautivó a cuantos acudieron a despedirse de Madiba en Johannesburgo. Obama fustigó a los dictadores ante el puñado de mandatarios no democráticos que se encontraban en el acto.
Obama es idolatrado en este continente por sus raíces africanas y por ser el primer presidente negro de EEUU. Y sus opciones de convertirse algún día en una leyenda similar a la del hombre que ayer recibió su homenaje de despedida, pasaban también por su intervención en Soweto.
Obama no decepcionó. En su mensaje, afeó a algunos de los presentes que se declaran «solidarios» con el mensaje de Mandela, y que, sin embargo, «no toleran la disidencia en sus propios países». No hacía falta dar nombres. En un gesto para la Historia, Obama saludó con un apretón de manos al dictador cubano Raúl Castro, protagonizando una foto de gran valor simbólico y en sí misma un homenaje al espíritu de Mandela, quizá el único hombre en todo el planeta que podía propiciar un saludo esperado durante décadas. 
El presidente de EEUU, que llegó tarde al estadio FNB, fue recibido con una estruendosa ovación. Su medido discurso fue emotivo y estuvo lleno de mensajes en los que se repartía estopa a parte de sus compañeros de tribuna. «Muchos de nosotros, con felicidad, abrazamos el legado de Madiba de reconciliación racial, pero nos resistimos incluso a modestas reformas que cambiarían la pobreza crónica. Hay muchísimos líderes que piden comprensión con la lucha de Madiba por la libertad pero que no toleran opiniones contrarias de su propia gente», declaró, a pocos metros de presidentes como Raúl Castro o el zimbabuense Robert Mugabe. 
Ante un público entregado, Obama desplegó todo un arsenal de citas en las que homenajeaba a Madiba: «Liberó a los prisioneros y a sus guardines» o «demostró que acción e ideas no bastan, deben ser también cinceladas en leyes e instituciones». El presidente, que tenía todo muy estudiado, habló del ubuntu (filosofía africana): «Mandela comprendió los lazos que unen el espíritu humano. Hay una palabra en Sudáfrica, ubuntu, que describe su gran regalo. No podemos saber cuánto era innato en él y cuánto lo aprendió en la oscuridad de su solitaria celda». 
Tras reconocer que «Michelle [su mujer] y yo nos beneficiamos de la lucha de Madiba», asegurar que él era mejor gracias a ese líder que definió como «un gigante», Obama tuvo un final apoteósico que le convirtió en aspirante a sucesor mediático de Mandela: «Soy el patrón de mi destino, soy el capitán de mi alma. ¡Qué gran alma era! Le echaremos de menos profundamente. Dios bendiga la memoria de Nelson Mandela y del pueblo de Sudáfrica». 
Pero el funeral de Mandela tuvo un segundo protagonista inesperado, Jacob Zuma. Decenas de miles de asistentes negros al funeral abuchearon al presidente sudafricano cuando su imagen apareció en las pantallas del estadio. El sonoro bofetón es más que un enfado, es el principio de un viento de cambio que comienza a sentirse en una África agotada de sus dirigentes. «Si el CNA os hace lo mismo que os hizo el apartheid, entonces vosotros debéis hacer con el CNA lo mismo que hicisteis con el apartheid», dijo Mandela en un discurso a los sindicatos en 1994. 
Los hijos de Mandela parece que comienzan a entender el mensaje de su padre y ayer humillaron a un Zuma al que se abucheó y que tuvo que soportar cómo el público coreaba el nombre de su antecesor y poco amigo «Mbeki, Mbeki». «Si tú pasas hambre y tu presidente se construye una casa de 200 millones es que algo va mal», explicaba Thesebo, un joven que portaba gorra y camiseta del CNA. Para más escarnio aún, Zuma escuchó también como en dos ocasiones se aplaudió a F. W. de Klerk, último presidente del apartheid. 
Aunque en esa mezcla ideológica en la que sobrevive Sudáfrica se siguen produciendo extrañas contradicciones como el atronador aplauso que el graderio dirigió al zimbabuense Robert Mugabe, otro de los tiranos presentes. Curioso homenaje a un hombre que encarna todas las ideas opuestas a Madiba. 
¿Y Mandela? Mandela estuvo siempre entre su gente, aunque de alguna manera ayer se robó un poco su despedida a su pueblo entre tanto discurso impostado. Lo más emocionante del funeral fueran las horas previas en las que decenas de miles de personas cantaron como si el mundo no cupiera en sus bocas «Cuando Mandela habla nosotros escuchamos» o «Mandela, tú eres mi presidente». 
La lluvia, signo con frecuencia de buen augurio en estas tierras, no molestaba, ni el frío, ni el cielo gris de Soweto que se desplomaba sobre tanta voz, tanto canto. Y llovía, llovía en Soweto, pero nadie lloraba.