domingo, 15 de diciembre de 2013

LUIS MARÍA ANSON, DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA

                               
         

NELSON MANDELA                 

Sumo Pontífice de la Negritud       

Querido presidente…
Pontífice es el hacedor de puentes. El Sumo Pontífice de Roma es el que construye puentes entre los hombres y Dios. Tú has sido el Sumo Pontífice de la negritud y has edificado puentes para que se entendieran los hombres blancos y los hombres negros. Parecía una misión imposible pero bajo los puentes por ti construidos se dieron la mano hombres y mujeres de toda condición.
Te conocí personalmente en Oviedo en 1992. Yo había tenido la suerte inmerecida de ganar el año anterior el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y acudí a la capital asturiana con especial interés. Entre las personalidades premiadas estaba Elizabeth Taylor, la Cleopatra inolvidable de una película asombrosa; estaba Francisco Nieva, el primer nombre de la cultura española, hoy; estaba Emilio García Gómez, que era un hombre sabio, admirado por Ortega y Gasset; estaba Miguel Induráin, en esa época la primera figura de la historia del deporte español, desplazado más tarde por Rafael Nadal.
Y estabas tú. Me sorprendió tu sonrisa permanente y la limpieza de la mirada. Nadie podría descubrir en tu semblante apacible la huella de los 27 años que padeciste en las ergástulas a las que te aherrojaron las tribus blancas de Sudáfrica. En mi libro La Negritud analizo la mentalidad de tribu que se creó en los dominadores blancos de algunas naciones africanas. La gran obra de tu vida, por la que el mundo entero te ha rendido pleitesía, fue superar la tentación de la venganza y la violencia y embridar los alientos tribales hasta conseguir la concordia entre las tribus blancas y las tribus negras. «Que sepan que he vivido luchando por la vida y por la paz». Con este verso de Blas de Otero te saludó en su discurso el Príncipe de Asturias para rendir homenaje a tu persona y al presidente De Klerk. «La herencia africana –explicaste tú en el discurso de agradecimiento– de beneficiosas relaciones culturales, políticas y sociales con las gentes de otros continentes es un orgulloso y creativo logro de la sensibilidad humana». Te preguntaste qué sería la cultura euroafricana, «si los elefantes de Aníbal no se hubieran agotado en su camino hacia Roma». Declaraste el Océano Índico como el Mar de la Paz y nos emocionaste a todos al referirte al tráfico de armas. «Debemos evitar –dijiste– que nuestra economía caiga irremediablemente en este tráfico inmoral de destrucción”.
Custodiado por setenta jefes de Estado y de Gobierno, tu entierro ha recordado al del Sumo Pontífice de Roma, Juan Pablo II, que congregó a un centenar de mandatarios y a tres millones de personas durante sus exequias en la Ciudad Santa. Recordaré siempre, mi querido, mi admirado presidente, pontífice máximo de la negritud, tu sencillez y tu simpatía durante el encuentro contigo en Oviedo. Y también los versos que el poeta pudo dedicar aWinnie Madikizela cuando te enamoraste de su belleza en agraz: «Signo de selva el tuyo, con tus collares rojos, tus brazaletes de oro curvo y ese caimán oscuro nadando en el Zambeze de tus ojos”.
ARTURO MAS

Te dedicas a intoxicar con mentiras históricas al pueblo catalán

Señor presidente…
Si la parálisis arriólica no mantuviera a Mariano Rajoy inmóvil en la silla curul de Moncloa, el presidente habría enviado a todos los que han perpetrado esa atrocidad de «España contra Cataluña», el libro del catedrático barcelonés Javier Barraycoa, Cataluña hispana. Aún más, el Gobierno debería financiar una edición especial para hacerla llegar a todos y cada uno de los hogares catalanes. Su autor, nacido en Barcelona, catalán sin fisuras, denuncia el fraude del nacionalismo y narra las más varias historias de la españolidad de Cataluña.
Barcelona fue la primera capital de España; Tarragona, la sede primada de las Españas. ¿Sabías, presidente, que hasta la irrupción del catalanismo a ningún catalán se le ocurrió poner el nombre de Jordi a sus hijos y que monjes castellanos habitaron el monasterio de Montserrat durante cuatro siglos?
Por mucho que te moleste, Cataluña nunca fue independiente. Se sintió siempre orgullosa de integrar la Marca Hispánica. La Barcelona de 1714 estuvo defendida por un Tercio de castellanos. Felipe V organizó para su protección personal un cuerpo dirigido por catalanes.
La letra oficial del himno de España en tiempos de Alfonso XIII fue compuesta por un catalán. Y en castellano escribieron algunos de los más altos representantes de la literatura catalana desde la Edad Media hasta hoy, cuando las letras nacionales se enorgullecen encendidas por la calidad de Juan Marsé.
Javier Barraycoa afirma que los nacionalistas emplean la lengua como un autoveneno y que la República se olvidó de la senyera, la bandera catalana que apareció «contra el moro y por España». Y que varios Tercios de requetés florecieron en la Cataluña del siglo XIX. La participación catalana fue clave para la victoria de Lepanto. Generales y almirantes catalanes vertebraron el Imperio español. El Tercio de catalanes de Queralt puso una pica en Flandes. Políticos catalanes poblaron los ministerios en Madrid y dirigieron durante largos periodos la vida de la nación española.
«Cataluña será hispana o no será… nada», concluye Javier Barraycoa, uno de los intelectuales catalanes que mejor conoce la Historia de Cataluña. La verdadera historia. Por eso no te atreves a llamarle ni a contar con él para nada. Te encrespa que alguien desmonte con datos incontrovertibles el fraude del nacionalismo catalán.
Ah, y con tu pirueta del referéndum secesionista y las dos preguntas capciosas has conseguido unir a Rajoy y a Pérez Rubalcaba que se han comprometido, con la Constitución en la mano, a que la consulta no se celebre, pues corresponde a todos los españoles, libres e iguales ante la ley, decidir sobre el destino de cada uno de los territorios de España.