jueves, 22 de agosto de 2013

ORIGEN

                  

Por Alberto-Eson Ondo Obuan, Secretario de Finanzas del Partido del Progreso y Ministro de Juventud y Deportes del Gobierno en el Exilio de Guinea Ecuatorial.                            


En la actualidad, para encontrar  algunas luces entre las sombras del olvido del continente africano, basta con echar la vista atrás y saber que: Europa se ocupó de América, desde el descubrimiento a final del siglo XV, pero sólo tangencialmente se interesó en África. Tocó sus costas y no penetró en su interior, salvo para comercio de esclavos que estalló como  una pandemia en el siglo XVI. Se explotaban los recursos de América, materiales y humanos, y se explotaron los recursos africanos como mano de obra esclava. Cuando ese comercio dejó de ser tolerable y legal, (El negocio más lucrativo jamás habido en el mundo), esquilmada África de sus mejores hombres y mujeres, volvió el olvido, el abandono. Pero en el siglo XIX, descolonizada América, todos los países europeos, grandes y pequeños, volvieron a mirar a África. Ésta vez, no era para quedarse en sus puertas, ni para cazar masivamente a los esclavos, sino para ocuparla y saquear todos sus recursos; naturales y humanos. (Conferencia de Berlín, 15 de Noviembre de 1884, y, 15 de febrero de 1885), donde los problemas entre europeos por el reparto del Continente se trataban de dilucidar, en función de las relaciones de fuerza entre ellos de la época, pero, obviamente, sin tener en cuenta a, los africanos.

Así, a la explotación esclavista de casi dos siglos, se sucedió el vacío y el abandono hasta la explotación colonial del siglo XIX, que volvió a esquilmar el Continente africano hasta hoy, que sólo se puede y se debe interpretar como un nuevo olvido y abandono, hoy como ayer, después de la friolera de seis siglos de saqueo brutal del Continente; que es, en su mayor parte, como la región marginada de la globalización, abandonada a su propia suerte, sin mecanismos de inserción, cargada de deudas, muertos de hambre y enfermedades y, gobernados en su mayoría por dictadores, controlados siempre por los lobbies descendientes de  los mismos que, se repartieron a su antojo el Continente africano en Berlín.  
Cabe preguntar, ¿Éstos Caballeros eran personas?, Una persona, es un ser inexorablemente moral por el carácter libre de su ser, pero hacer lo idóneo en general, es un requisito imprescindible para que la acción humana sea totalmente correcta. El ser humano, es plenamente como tal, cuando elige lo que es  bueno para sí mismo, y, para los demás.
 El acerbo actual, conocido como subdesarrollo, está atomizado en varios elementos, si bien, tiene su origen en dos vertientes, primero en la esclavitud, posteriormente en el colonialismo. Quizás en la actualidad habría que añadir el tercero, que podría ser, ¿Neo-Colonialismo?
Cuando se habla de subdesarrollo, debe haber lógicamente como referencia comparativa, el mundo desarrollado, precisamente es éste último el que creó un marco que, supuestamente favoreciendo, perjudicó a una extensa parte del Mundo, llevando de paso, al descarrilamiento actual del Continente africano, como nunca se había visto.
Hablando de desarrollo, es preciso señalar que éste, nunca fue uniforme ni a nivel mundial, ni dentro de un  mismo Continente. De modo que, mientras en Europa Occidental imperaba el antiguo régimen con su sociedad estamental, en la Oriental, persistía en feudalismo. En África también podían encontrarse muchas diferencias, así contrastaban territorios de base comunal, en la que la familia extendida, era el eje de repartición igualitaria con grandes reinos y sultanatos establecidos en, Dahomey y Ashanti, Madagascar, Abisinia ó Zanzíbar etc. De una manera u otra, queda demostrada que en África existía historia y hubo varias formas de organización  previas a la llegada de los colonos.
Probablemente ése, fue el momento que ambos Continentes estuvieron más próximos en niveles de desarrollo económicos. Lo que acaeció desde entonces, perfiló el boceto de lo que ahora conocemos; un mundo plagado de desigualdades, el abismo total.  
Llegamos tarde, pero no podemos seguir demorándolo, no excluyo las responsabilidades en su justa medida de los dirigentes posteriores a la colonia, y, por supuesto, tampoco excluyo a los gobiernos de las Independencias; pero recuerdo el punto de partida de éste artículo para no cometer errores, y, menos, el del olvido. Ahora cuando suenan los tambores, eternamente silenciados del Continente africano, y nos atruenan con su fragor, tenemos que analizar y ejercer, sobre lo inmediato y sobre lo mediato. Observemos el horizonte para hallar respuestas, pero ese atisbo se convertirá en miopía aguda, si el horizonte  del que comenzaron estos hechos, no forma parte de nuestro inteligente análisis.