ABC.es 16-3-2013
Aupada por los beneficios del petróleo, la excolonia atrae inversiones extranjeras mientras intenta lavar la imagen que la asocia a la corrupción y la falta de libertades
Teodoro Obiang observa los trabajos de construcción de la nueva capital de Guinea Ecuatorial. / R. C.
La crisis ha golpeado en la línea de flotación de las empresas españolas que se ven obligadas ahora a buscar en el exterior el negocio que ya no encuentran en el territorio nacional. Una de las zonas en las que se ha centrado la atención es el África Subsahariana. Y entre los países que la conforman Guinea Ecuatorial es sin duda el que más estrechos lazos mantiene con España. La excolonia española ha vivido un boom económico desde que en la década de los 90 se descubrieron en sus aguas abundantes yacimientos petrolíferos que ha proporcionado al Gobierno de Teodoro Obiang una fuente de ingresos que no ha pasado desapercibida para las multinacionales extranjeras. «Aunque si había empresas pequeñas antes de la crisis las multinacionales españolas apenas se fijaban en Guinea Ecuatorial, pero ahora comienzan a hacerlo», explica el embajador de este país para la UE, Países Bajos y Turquía, Carmelo Nvono Nca.
Una de las principales oportunidades que presenta la excolonia radica en el sector de las infraestructuras, que, a modo de ejemplo, incluye la construcción de una nueva capital administrativa en el centro del país africano o un programa para edificar 25.000 viviendas sociales. Tras varios años de indefinición, en la balanza comercial España se ha erigido en la actualidad en el principal proveedor de productos y servicios de la excolonia, superando a China o EE UU. El diplomático guineano recuerda que su país podría elegir otros socios pero cree que los fuertes vínculos que existen con la antigua metrópoli hacen que esta sea un socio prioritario para Malabo. Y para destacar el atractivo de Guinea Ecuatorial también arguye la seguridad jurídica que se ofrece a las inversiones extranjeras, que en el caso español se encuentra además reforzada con un Acuerdo para la Promoción y Protección Recíproca de Inversiones.
Lavado de imagen
Guinea Ecuatorial quiere hacerse un hueco en la escena internacional pero para ello necesita despojarse primero de la imagen que asocia al país con la corrupción o falta de libertades.
El embajador ante la UE opta por mantener el lenguaje diplomático y responde con serenidad a la hora de ser cuestionado por las acusaciones internacionales que se ciernen sobre el clan Obiang por, supuestamente, dirigir el país a su antojo y lucrarse a su costa. Asegura que los fondos que maneja el clan del mandatario son producto de años de trabajo y negocios personales de la familia presidencial que nada tienen que ver con los bienes del estado. Insiste en que antes de 1979, año en el que Obiang llegó al poder tras derrocar a su tío Francisco Macías, no existía ningún tipo de estructura de Estado. «Simplemente no había país, los funcionarios, por ejemplo, llevaban dos años sin cobrar», afirma. El diplomático lamenta que la mayoría de las veces que se menciona a su país en los medios de comunicación sea para denunciar la corrupción y no se reflejen «datos de organismos internacionales» que señalan que «en Guinea Ecuatorial rige la asistencia sanitaria universal, está garantizada la escolarización y se registra una de las tasas más altas de África en alfabetización». El embajador asume que Guinea Ecuatorial tiene parte de la culpa de que exista esta imagen exterior de ella, pero «es que antes de eso hay que preocuparse de muchos otros problemas de la población», justifica.
«Lo que se ha hecho no se ha conseguido de la noche a la mañana. Primero hemos tenido que sentar las bases del despegue que ahora estamos viviendo pero aún nos queda mucho camino por recorrer», indica Nvono Nca. El embajador destaca entre los avances la aprobación en 2011 de una nueva Constitución que como novedades trajo consigo la creación de un Senado, de un Tribunal de Cuentas para fiscalizar las cuentas del Estado o de la figura del Defensor del Pueblo. También restringe el número de mandatos presidenciales, que no podrán ser más de dos de siete años, una limitación que choca con los 33 años durante los que ha ocupado el sillón presidencial Obiang. En cualquier caso, apunta Nvono Nca, «la sucesión del presidente es algo que no se ha tratado porque no es el momento, le quedan aún cinco años de mandato y ahora lo que toca hacer es gobernar para alcanzar el Estado de Bienestar». Y para lograr ese objetivo «España es un referente», concluye Nvono Nca