sábado, 9 de junio de 2012

SEVERO MOTO, UN LIDER AFRICANO MUY OCCIDENTAL.


                                                                        

Un guineano en la Metrópoli

Debo de reconocer que es poco frecuente encontrar a un líder negro africano, no socialista y demócrata-cristiano. Menos frecuente es encontrar a un  político que esté plenamente convencido de que la única salida para su pueblo, el guineo, es que aspire a ser el dueño de su destino. Severo Moto piensa que  su pueblo ha estado demasiado tiempo subyugado, primero por los colonizadores, después por dos dictaduras, regímenes mucho más sanguinarios que los propios colonizadores. Y está convencido de que para que los guineanos consigan la libertad y la democracia plena, no les queda otro remedio que comprometerse cada uno, de forma personal, en participar activamente en las decisiones políticas, en la mejora de la sociedad en la que viven, en la lucha contra las injusticias y en contra de las desigualdades.Y el único medio para conseguirlo es  el conocimiento y el estudio de la  democracia. La formación política y humana del pueblo guineano, impedirá que sean de nuevo manipulados por dictadorzuelos  sin escrúpulos o por comunistas y populistas trasnochados y demagogos. 

Como todos los líderes carismáticos, Don Severo, tiene algo de arriesgado, hasta de indomable. Sus convicciones, los ideales que defiende, pesan más que el puro cálculo de los resultados. Y en el se cumple el dicho popular: "quién no se arriesga, no gana". Fue para mi aleccionador estar presente en la Asamblea Extraordinaria que el mismo convocó cuando advirtió que un grupo de militantes (de esos que no hacen ascos al dinero de Obiang) cuestionaron su liderazgo como Presidente del Partido del Progreso. Hay que reconocer que el grupo de contestatarios, habían estado trabajando concienzudamente. Tenían al cabecilla, Donato Ndongo, (pesonaje que desde la fundación del Partido del Progreso, había aparecido en contadas ocasiones), a dos militantes que habían regresado desde España a la llamada del régimen y otros tres militantes más del interior de Guinea, mandados por el mismísimo Obiang. De nuevo Severo rompió todos los esquemas, al presentarse ante una asamblea abierta y libre, poco más que "a pecho descubierto", sólo con sus convicciones y su fuerza de líder. De nada sirvieron a Donato las más de dos horas de las que dispuso para defender su proyecto. Dos horas que se me hicieron eternas: no he oído en mi vida discurso más farragoso e hipócrita. Fue vergonzante su planteamiento: "como a ti (Severo)no te quiere ver Obiang por Guinea, y cómo además no puedes salir de España, porque no tienes pasaporte, yo me ofrezco a llevar de nuevo a Guinea al Partido del Progreso y a ti te reconocemos lo méritos con un sueldo (2.000 €) para que termines el resto de tus días sin problemas económicos". Ese iluso personaje no sabía con quién se estaba midiendo. Quizá ignoraba que Obiang ya lo quiso comprar una vez, ofreciéndole el puesto de Primer Ministro y una suma enorme de dinero. Al final, Donato Ndongo, fue vapuleado por la fuerza arrolladora de un líder que venció por aclamación.

En mi trato asiduo con Don Severo y desde mi perspectiva de español, puedo analizar al personaje de forma más fría,  racional y, por tanto, objetiva. Debo reconocer que no he conocido a un guineaecuatoriano  más español, ni a un africano que sepa compaginar mejor las tradiciones de su pueblo, con los modos occidentales de libertad y de democracia. El sabe perfectamente que para iniciar un auténtico cambio de rumbo en la política de su país, tiene que pasar por el compromiso personal de cada uno de los guineanos en trabajar por la democracia. Para él es de suma importancia que los guineanos adquieran la formación necesaria que les permita conocer el funcionamiento de las diferentes instituciones y los modos propios de una sociedad libre, democrática y participativa. En este sentido relata con auténtica añoranza esa experiencia revolucionaria, que supusieron las Aulas Democráticas, puestas en marcha una vez que aterrizó en Guinea para dar a conocer el Partido. Las definía de esta forma: "El Aula Democrática del Partido del Progreso , la verdadera  joya de la corona de nuestro Partido, fue una experiencia excepcional, única y desbordante, que abrió una profunda brecha de distinción social entre la vorágine del régimen dictatorial ejercida por el embarrullado partido PDGE de Obiang Nguema , y la sociedad nueva (especialmente joven) que, como flores dehiscentes de nueva primavera, nacía el Aula Democrática. Muchos de los jóvenes, hombres y mujeres que asistieron a las conferencias, charlas, debates y cursillos organizados en el Aula Democrática, pueden exhibir en sus casas los Certificados de Asistencia y Aprovechamiento que, al final de cada cursillo, se ofrecían".

En una de sus reflexiones sobre la violencia ejercida por el régimen de Obiang contra el pueblo guineano, manifestaba que no entendía como algunos guineanos se atreven a reprimir, hasta llegar a matar a sus propios hermanos, ya que este pueblo es muy pacífico e incapaz de hacer daño a los demás. Estas actitudes, para él inconcebibles, hay que enmarcarlas en una especie de locura colectiva que este régimen está inoculando a la gente. Por este motivo piensa que una vez desaparecido Obiang, el pueblo guineano, pacífico de por si, podrá encontrar fácilmente la reconciliación y el perdón que necesita, para acometer juntos la tarea de reconstrucción del nuevo estado democrático. 

Una de las características que definen mejor la personalidad de este opositor guineano es su gran capacidad para perdonar, el saber olvidar los malas trances a los que le ha llevado su firme oposición al régimen de Obiang Nguema. En el no caben actitudes de odio y de revancha, porque sus principios y objetivos son muy elevados: nada más y nada menos que el dignificar a todo un pueblo, para que se aplique a forjarse el mismo su destino.