Por Estudiante Guineano en España
Todos los regímenes dictatoriales están construidos sobre un gran cúmulo de manipulación, de mentiras y engaños. El ocultismo, la distorsión de la realidad, en la que solo se incluye lo que interesa, la discriminación económica y la violencia sobre sus oponentes, son siempre las armas con las que cuentan los dictadores para tener controlados a sus respectivos pueblos.
Obinag Nguema, en el colmo del cinismo, ha conseguido que los opositores exiliados tengan que pedirle perdón por no haberse dejado matar, o por el hecho de tener que abandonar el país para no cooperar con su régimen asesino, o por querer salvar su vida y la de los suyos. ¿Cómo es posible que un medio analfabeto como Obiang, haya podido montar un régimen que ha pervivido más de 33 años y se presente ante las demás naciones africanas como un ejemplo a seguir?. Todo obedece a dos circunstancias fundamentales: 1º El hecho de poder manejar a su antojo una monumental riqueza, procedente de la explotación del petróleo (con la complicidad de las compañías petroleras) y 2,ª Por haber creado un entorno de políticos (algunos españoles), de empresas y de lobbys, dispuestos a dejarse sobornar fácilmente.
Mientras tanto, en el interior de Guinea Ecuatorial este régimen sigue esquilmando todos los recursos para beneficio, tanto de la familia de Obiang, como de su clan dominante. Con la violencia ejercida por la estructura represiva, formada por mercenarios, matones del PDGE y fuerzas de seguridad, ha conseguido crear en toda Guinea una atmósfera lúgubre y de terror que envuelve a toda una sociedad, incapaz de revelarse contra todo un cúmulo de injusticias.
En lo político, ha sabido mantener a una conjunto de partidos, que se mueven con toda libertad en el interior del país y que le sirven para legitimar su régimen, presentando una situación de normalidad política e institucional ante la comunidad internacional que no se corresponde con la realidad. Y tanto el régimen, los partidos agraciados, las empresas beneficiarias, los políticos a sueldo y todo el conjunto de lobbys que trabajan para Obiang, cargan duramente contra la oposición exterior a la que llaman extremista, golpista, radical y hasta terrorista. Estos opositores que un día tuvieron que abandonar su país huyendo de un régimen asesino que no permitía la menor crítica, se encuentran abandonados en España, faltos de reconocimiento y de ayuda por parte de la comunidad internacional.
A medida que van constatando que se acerca el final del régimen, muchos de sus apoyos inquebrantables se prestan a desmarcarse de este, y en vez de apoyar a la auténtica y genuina oposición, buscan vías intermedias, de consenso, en un intento buenista (en realidad interesado) de reconversión a la democracia de los integrantes del régimen del caos. Los que nos hemos jugado la vida al oponernos frontalmente a esta brutal dictadura (con miles de asesinatos de compañeros nuestros), no estamos dispuestos a más de los mismo, ni queremos cerrar en falso. Simplemente nos negamos a construir el nuevo edificio de la democracia con los materiales herrumbrados de la dictadura.
Todos los movimientos para desestabilizar al Partido del Progreso y apartar a su líder, Severo Moto de la presidencia, que ha protagonizando el "mandado", Donato Ndongo, obedecen a una misma estrategia: encontrar un punto de encuentro con la dictadura, buscando una salida "democrática", para evitar que Obiang Nguema, su familia y su clan, respondan ante la justicia internacional por toda la corrupción que que este régimen ha venido generando durante los más de 33 años de dictadura. Se trata, una vez más de un conciliábulo, de un juego sucio, con el que a cambio de notoriedad y algo de dinero, atraer a ciertos líderes incáutos y sobrados de ambición, para que se presten a guardarle las espaldas a Obiang, con el fin de que su régimen evolucione hacia una falsa democracia y salga indemne de los robos, violaciones y crímenes, perpetrados contra nuestro pueblo. Una vez más, Don Severo Moto no ha picado en ese anzuelo y seguirá, como siempre, reclamando para nuestro pueblo la auténtica justicia, indispensable para poder emprender un nuevo periodo democrático, en el que se haya eliminado, por fin, todo vestigio de dictadura.