Cuando la amistad, el afecto y un proyecto común presiden
las relaciones humanas, estamos ante un grupo de afinidad duro como una roca.
Hoy, es uno de esos días en los que te reconoces con tus semejantes y te
sientes seguro pues miras a los ojos de tus compañeros y piensas que aunque la
vida sea muy dura, la camaradería y el equipo hacen que las penas duelan menos
y los sueños los tengas al alcance de la mano.
Tal día como hoy, hace ya 42 años, el 4 de octubre de 1969,
se casaban en Sevilla de Niefang, Margarita y Severo. De su relación, forjada
en la dureza del exilio, han salido adelante cuatro hijos y estos, a su vez,
han regalado a la pareja ocho preciosos y magníficos nietos.
Ha sido una jornada de aniversario, de cocina tradicional,
de risas y melancolía. Los recuerdos, los deseos y los sueños se mezclaban en
las conversaciones cruzadas de los invitados a la fiesta de aniversario de
Severo y Margarita. Nuestro Presidente, antes de finalizar la jornada y a punto
de marcharnos cada uno a su destino, nos ha invitado a levantar las copas y los
corazones, por nuestra Patria añorada, lejana y aturdida por el maltrato
sistemático de una anacrónica e irrespirable tiranía. “Hoy, decía el presidente, que
deciden en la UNESCO si avalan el ridículo e insultante premio que llevará el
nombre de nuestro sátrapa Obiang, nos hemos reunido para celebrar el
aniversario de la boda que me unió a mi esposa hace 42 años. A pesar del tiempo
transcurrido y de lo penoso del exilio, tengo la certeza y la esperanza de ver
hecho realidad el sueño de una Guinea Ecuatorial moderna y civilizada que
distribuya bienestar frente a los que solo saben meter el miedo en el cuerpo”
y así hemos elevado nuestros pensamientos por nuestros compañeros
desaparecidos, por los que sufren persecución y cárcel, por todos los que
habitan el infierno de Obiang y por el retorno en libertad de los exiliados y
la construcción de un Estado democrático.
Margarita ha sufrido mucho durante estos años y ha sido una
compañera leal e infatigable en la lucha. Esta mujer, lo recordaba el
Presidente, se ocupaba de los hijos y ahora de los nietos, para que yo pudiera
liderar esta lenta marcha hacia la normalización de nuestro país. “Sin
ella, todo habría sido imposible”. El relato de las historias vividas
ha sido tan emocionante que harían falta muchos folios para plasmarlo por
escrito. Una jornada cargada de emociones y donde los más cercanos
colaboradores hemos disfrutado de una pareja de referencia y ejemplo para
todos.
Felicidades, Presidente. Gracias, Margarita.