viernes, 13 de mayo de 2011

A mis viejos amigos


A MIS VIEJOS AMIGOS


Quisiera recordarte una historia que me atormenta desde hace treinta y cinco años, de un  tiempo especial que nunca volvío.

Traer a la memoria aquéllos días luminosos y dulces de juventud en nuestro País al envejecer las tardes bajo la Luna y las estrellas.

Caminando juntos contemplamos el horizonte azul, el mar, el rugido de las olas
Y las luciérnagas ecuánime alumbraban la oscura capital.

Hablábamos de la vida, de la libertad, de construir un País  más digno, más igualitario y de más justicia social,
Sellamos nuestra amistad con un juramento eterno de sangre y amor en defensa de los intereses superiores de los diferentes Pueblos de Guinea Ecuatorial.

Pero un día mis amigos, mis viejos amigos de siempre, que vivieron su juventud en mi casa, que comieron de mi plato y que vistieron y calzaron de mi ajuar, y que dotée para casarse, y apadriné a muchos de sus hijos, violaron y traicionaron el pacto, ¿por gué?, quisiera que me digeran ¿por qué, por qué?.

Aquéllos días inolvidables cuando nos buscábamos cada instante, cuando viajábamos juntos recorriendo todo el País, toda la Isla de Bioko y Bata y el resto de la parte continental.

Cuando solamente con una mirada sonriente éramos felices, aunque mis frecuentes viajes al extranjero parecían interminables.

Con la ausencia venía la nostalgia, la furia malvada de un obtuso coronel neocolonial que perseguía a mis viejos amigos en su afán jurada de destruir la molesta pandilla.

Pero después del diluvio y de la tempestad, llegaba la calma y el reencuentro excitante y apasionante, lágrimas sabor agridulce, síntesis de eternidad, creí en vosotros, pero un día, mis amigos, mis viejos amigos violaron el pacto de sangre y lo traicionaron, pasándose a ser simples sirvientes ejecutores del coronel tribal convertido a dictador sanguinario, ¿por qué?.

Ay de mí, ay de mi Pueblo hundido en la miseria más indescriptible por el despreciable y corrupto régimen despótico, y de mis viejos amigos convertidos hace treinta y cinco años en sus aguaciles ejecutores estómagos agradecidos del déspota (embajadores, ministros, dignatarios del mafioso PDGE, algunos altos militares, comerciantes, etc.etc.),

Algo me dice que la vida no es más que una nube pasajera, algo me dice que mis viejos amigos y su podrido régimen están contando escandalosamente sus últimos días de saborear su amargas delicias, algo me dice que conociendo sus crímenes y temiendo el ajusticiamiento de nuestro sufrido y explotado Pueblo, ya están buscando cobijos en el extranjero, los que hoy se encuentran fuera del País, lo tienen relativamente más fácil, pero los restantes están bajo vigilancia del sanguinario coronel que les ha advertido que nadie puede abandonar el barco vivo.

Algo me dice que para el caso, nosotros, hoy en la diáspora estamos muy cerca de volver a nuestro País, de donde nunca debimos salir recuperando la libertad que DIOS nos legó.

Daniel M. Oyono
danieloyono@gmail.com