lunes, 23 de mayo de 2011

EL LIDERAZGO DEL PARTIDO DEL PROGRESO



En determinadas circunstancias de la historia de un país, existen movimientos y líderes que arraigan entre la población sin llegar a entender, aparentemente, las causas de tan fulminante éxito. Eso mismo ha sucedido con el Partido del Progreso y con su líder, Severo Moto.

El gran éxito del PP quizá se pudo deber a las circunstancias tan duras en las que nació,
en aquella sociedad ecuatoguineana de principios de los ochenta, atenazada en ese momento por una cruel dictadura, que no hizo más que endurecerse con el paso de los años. En ese pueblo sin esperanza en su futuro pudo surgir un movimiento de base, de ideología democristiana, nacido en el seno de una sociedad mayoritariamente católica.

A diferencia de otros partidos el PP, es un movimiento de base democrático y participativo, que considera a la persona como sujeto y centro de toda acción política; teniendo como características principales; la ayuda mutua y la solidaridad entre sus conciudadanos. Por ello, basa su acción en la promoción educativa de la persona, fomentando programas que desarrollan los valores de convivencia, tolerancia e interculturalidad. Junto a esto, el espíritu emprendedor y la actividad empresarial, para llevar el desarrollo al conjunto de la sociedad y especialmente a las comunidades que han sido secularmente marginadas.

Cuanto el régimen guineano, comprobó que este movimiento iba en serio y que podía poner en peligro su pervivencia, desató una cruel represión contra su Presidente y contra el  conjunto de sus militantes, por lo que muchos de ellos han sido asesinados, han sufrido cárcel o permanecen todavía en las prisiones del régimen. La mayoría de sus militantes han tenido que exiliarse y los que se han quedado en su país no pueden expresar libremente su pertenencia a este partido, si no quieren verse en la cárcel o ser relegados socialmente. 

Repartidos por toda la geografía peninsular, los principales directivos y militantes del Partido del Progreso, han continuado trabajando en el mismo proyecto político que tan hondo había calado en el alma del pueblo guineano. Han seguido una intensa actividad política, compaginada con su trabajo diario para poder subsistir, a veces en unas condiciones de falta de medios increíble.  En su exilio, demasiado largo ya, sólo ha hecho falta dejar al tiempo que hiciera de las suyas y aquí en nuestra querida España (madre y huésped de extranjeros): el que resiste gana. Y el Partido del Progreso ha vencido todos los embates de sus enemigos (no sólo el de Obiang Nguema) y también al tedio de los interminables días de este incomprensible exilio.

Hoy día la auténtica realidad del Partido del Progreso y del Gobierno en el Exilio supone el mejor ejemplo de trabajo serio y responsable, que ha podido consolidar una alternativa solvente, acometiendo el diseño de una acción seria de gobierno que puede llevar la modernidad y el progreso a la sociedad guineana.

Juan Cuevas